Pues sí señores, abrimos espacio para la polémica. Yo tengo una contienda abierta con Flor de Pavimento sobre si la cocina es una nueva expresión de arte o un timo por el que te sajan como a un cochinillo. Yo reconozco que desde mis inicios como pequeño efebo que subsistía a base de aire y buenos sentimientos (es mi post y escribo lo que me da la gana) ahora me como todo lo que se me pone por delante (que cada uno entienda lo que quiera, MENTESUCIAS!).
Pues bien, no soy de ir a eventos deportivos, ni macroconciertos, ni comprarme ropa de marca pero cada uno tiene sus vicios (además de los hombres), y el mío es ir a un buen restaurante de vez en cuando. Habré estado en 7 u 8 restaurantes con alguna estrella michelín: Mugaritz, Arzak, Coque, Atrio, etc. Y tengo que decir que salvo alguna excepción es una experiencia para los sentidos. Pasar 3 ó 4 horas disfrutando de sabores, texturas, olores y creaciones visuales que me hacen sentir como un niño pequeño en mitad de una tienda de chucherías y que no quiere salir nunca de allí (versión 2.0).
Sí, creo que como en toda manifestación artística/negocio hay mucho postureo, mucho idiota suelto y mucho crítico frustrado; pero también hay mucho trabajo, mucha gente con ganas de crear cosas diferentes y, aunque la cocina sea algo efímera, creo que requiere un grado de creación que hace que lo considere otra forma de manifestación del arte. Y si no lo creéis así, aquí os dejo una selección de delicatessen que han pasado por mi paladar ;).
Nunca he tenido una mala experiencia en los restaurantes de gama alta (que es de uvas a brevas por los precios, claro). No entiendo el rollete de salir a cenar y si no explotas del empancinamiento, no es buena cena. Una cena con cocina de diseño es una experiencia y así hay que valorarla. Si no te gustan las cosas nuevas pues, evidentemente, quédate en casa…Perdón, quise decir en cueva.
El problema está en los imitadores. Hay cada impresentable en bares de mala muerte por ahí que se ha quedado solo con lo superficial y aplica técnicas pero en plan cutre y masacrando los ingredientes porque un día se compraron un libro de esfericaciones de Adriá y ya se piensan que lo saben todo.
Una de mis mejores experiencias culinarias fue en el Aponiente. Creo que cuando hablamos de estos niveles yo si lo elevaría a nivel de arte.
Hay un proceso de investigación, creación y experimentación que conlleva muchas horas de trabajo y esfuerzo. Evidentemente es cuestionable, como todo, pero yo personalmente si es algo que valoro muchísimo.