Es un notición; que Ediciones La Cúpula haya hecho una recopilación con toda la obra gráfica de Anarcoma, la mítica obra de Nazario . La edición además es de un cuidado y está hecha con un detalle y un cariño que da gusto.
Anarcoma nació allá por el 1980 y era una de los personajes más reconocibles de El Víbora, una revista de historietas y cómics para adultos igual de mítica que la travesti de la que hablo aquí, porque a ver quién se imagina ahora en nuestro país que fuera rentable una publicación así. Pero siguiendo con Anarcoma, símbolo del cómic underground español, en la España post transición de los primeros ochenta, sus tiras supusieron un hallazgo no comparable con nada de lo que se estuviera dibujando en nuestro país. Pero ni aquí ni en otros países, así que rápidamente fue traducida a varios idiomas, censurada y prohibida en otros tantos y convirtiéndose en un personaje mítico. No extraña que Marc Almond le dedicara una canción…
Pura incorrección política cuando no conocíamos ese termino y se usaba para joder al personal, siendo un simple divertimento han pasado los años y ahora es algo más; el símbolo de una época, un país y un estado vital y social. Por supuesto su autor se convirtió en figura imprescindible de las historietas de este país, pero no busquen profundidad intelectual en esas historias, ya lo reconoce Nazario…
«no eran más que una excusa para retratar unas relaciones entre homosexuales que blandían unos miembros descomunales«.
Lo increíble es descubrir que en realidad, las historietas (en cantidad) no fueron tantas. También es increíble que tantas décadas después, sigue siendo un personaje igual de rompedor, fresco, iconoclasta, salvaje, bestia, incorrecto y único . Como cuando se creó. De hecho, yo diría que el tiempo le ha sentado muy bien y con esta ola de puritanismo y censura que vivimos, su mérito aún es más grande. Además, supone un recorrido por una Barcelona canalla llena de pollones como brazos, drogas hasta en los velatorios, extrarradios llenos de putas o hijosdeputa que te raptan y te apalizan viva. Todo parecía una fiesta loca sin fin que seguro no volverá nunca más, ganando las viñetas un toque de nostalgia por algo que no se vivió de lo más estimulante.
Y entre todo y sobre todo, el personaje. Anarcoma es travesti y detective y puta, pero nunca, nunca, nunca, es una víctima. Folla más que nadie y se come los pollones más grandes. Tampoco necesita a un hombre (o una mujer) como pareja para sentirse plena en la vida, a la que le saca hasta la última gota. Más de una paliza también recibe, pero siempre se levanta, toma las riendas de sus circunstancias y nunca se lamenta. Si ahora sorprende la fortaleza del personaje, no me quiero imaginar lo que debía suponer a principios de los ochenta un protagonista travesti que no acaba muerta en una cuneta con lección moral incluida.
No debería quedarte ni una duda de que esto es un tesoro que debes tener y estás tardando.
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