SOS Berkana

Mi salida del armario y el descubrimiento de mi libertad sentimental y sexual fueron lentos, incluso para tratarse de los noventa. Yo lo tenía todo a mi favor: estaba estudiando en Madrid, lejos de mi familia, y tenía abiertas todas las posibilidades para hacer lo que quisiera y con quien quisiera, excepto por un principal obstáculo: yo mismo. Era -aún sigo siendo, aunque en esto he espabilado muchísimo- un chico muy tímido, inseguro y poco fiestero. No me veía a mí mismo entrando en un bar de ambiente, mucho menos entablando conversación con alguno de esos hombres inalcanzables que veía a lo lejos.

En lugar de eso, mi acercamiento al mundo gay fue mucho más gradual. Salía a pasear yo solo algunos sábados por la tarde, desde mi colegio mayor en Moncloa y recorriendo la calle Princesa hasta llegar a la Plaza de España. Desde allí subía la Gran Vía, paraba a mirar cómics en alguna de mis tiendas frikis favoritas (Elektra, Madric Cómics, Arte 9, Generación X…) y, después de deambular un buen rato, por fin reunía el valor para adentrarme en Chueca. Veía desde fuera, a plena luz del día, las puertas de los bares (cerrados a esas horas) y me preguntaba cómo serían por dentro, qué clase de vida tendrían los hombres que conocían a otros hombres en esos lugares. Miraba los carteles anunciando esas fiestas a las que nunca iba y durante un momento me sentía, aunque solamente fuera de refilón, parte lejana de todo ello. Pero aquello no era suficiente. Luego regresaba cabizbajo a casa, glorieta de Bilbao arriba, Alberto Aguilera, Argüelles, de vuelta al mundo real. Esa era mi vida gay a los veinte años.

Fue durante alguno de esos paseos cuando descubrí la libería Berkana, que por aquel entonces aún estaba en la calle Palma. Esa librería consiguió lo que ningún bar, club ni asociación gay había logrado hasta entonces: hacerme entrar… y que me quedara dentro.

Berkana se incorporó a mi circuito de paseos de los sábados por la tarde. Yo llegaba, entraba nerviosamente y me quedaba un buen rato mirando libros, revistas y, sobre todo, a la gente que pasaba por allí. Yo seguía sin hablar con nadie, pero me sentía cómodo. Por la librería pasaban mujeres, hombres, jóvenes, mayores, personas solitarias como yo o grupos de amigos.  Empecé a devorar literatura gay, género que hoy en día me cansa un poco pero que en aquel entonces revolucionó mi forma de ver el mundo y de verme a mí mismo. Y cuando Berkana empezó a poner su stand en la Feria del Libro de Madrid yo ya me sentía lo suficientemente seguro como para poder ir allí, en pleno Parque del Retiro, a la vista de todos, y ver a Terenci Moix o a Eduardo Mendicutti firmando ejemplares. Berkana patrocinó mi salida del armario. Estoy seguro de que mi caso no ha sido el único.

Berkana fue una de las pioneras en España del concepto de librería como centro social, cultural y cohesionador de comunidad. Ha sido uno de los cocederos del movimiento reivindicativo y de la filosofía queer en nuestro país. A lo largo de más de veinte años Berkana ha formado parte de la vida cultural no solo del barrio de Chueca, sino de los miembros de esa diáspora LGBT+ que hemos ido pasando por Madrid y volviendo a nuestras provincias, llevando con nosotros un pedacito de esa atmósfera libertaria y reivindicativa que Mili le ha sabido dar a cada una de las cuatro encarnaciones de la librería en estos años. Yo siempre que paso por Madrid, sin excepción, visito Berkana. Y eso es algo que no puedo decir de ningún otro lugar de mi ciudad favorita.

Por eso me duele tanto que Berkana se esté muriendo. Era algo bastante previsible: en los últimos años los cambios en la forma de relacionarnos unos con otros, la llegada de las grandes compañías de venta online y la crisis se han ido cargando una tras otra las librerías especializadas en temática LGBT+: cayeron la legendaria Oscar Wilde Bookshop de Nueva York y A Different Light en San Francisco, por mencionar solamente dos de las más famosas, y en nuestro vecindario los referentes londinense de Gay’s the Word y parisino de Les Mots à la Bouche subsisten a duras penas. No sé qué tal le estará yendo a Cómplices en Barcelona, pero imagino que estos años tampoco estén siendo para ellos un camino de rosas.

Francamente, es una pena. Amo las librerías y adoro Berkana. Es más, aunque hoy en día se puedan conseguir prácticamente todos los libros del mundo a través de internet, creo que el papel social de Berkana y sus librerías hermanas es insustituible: el valor de una buena libreria va mucho más allá del de los libros que contiene. La comunidad LGBT+ sigue necesitando espacios como Berkana y por eso, aunque mi lado pesimista cree que se trata de una batalla perdida, considero que deberíamos salvar la librería que me ayudó a crecer.

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20 comentarios en “SOS Berkana”

  1. Joder… precioso artículo (sniffff…). Y emotiva historia sobre cómo luchar contra la propia timidez y la hostilidad externa intentando buscar un sitio en el ambiente gay de la ciudad, en aquellos 90 en los que Chueca aún estaba ‘en construcción’.

  2. El post es muy bonito y entiendo tu implicacion emocional. Pero siendo pragmAtico te digo, haciendo de abogado del diablo, que Berkana es un negocio privado, nunca ha sido una ONG. Que cuando ha ido bien, les ha ido bien a ellas, y que si ahora, por mala gestion, por la crisis, por cambios en el perfil de consumo o por lo que quieras el negocio va peor o mal, tendran que chapar y dedicarse a otra cosa. Si, ya se que con los bancos ha sido igual y estamos todos re-pagando lo que nos han robado. Pero un negocio es un negocio, y si no pita…cierra. por lo demas animo a todos los que hoy en dia se dedican al mundo editorial…que cada dia me parece q tienen mas merito.

  3. Entiendo muy bien tu postura, Sr. Abedul, y la comparto casi por completo, salvo por dos detalles, ninguno de los cuales es fríamente objetivo sino que son puramente sentimentales.

    El primero es el agradecimiento. A diferencia de los bancos que mencionas, Berkana y la editorial Egales han sido algo más que un negocio. De acuerdo: han sido principalmente un negocio, sí, pero también han tenido (tienen, cojones, tengo que dejar de hablar como si ya estuvieran muertos) una vocación social que va más allá de las meras ventas, hacen una labor reivindicativa y de normalización importante y crean un espacio social y cultural que no ofrecen, por ejemplo, las tiendas de ropa interior de Chueca. Eso marca una diferencia. Mili Hernández puede caer peor o mejor (a mi personalmente me parece que tiene una personalidad un poco temible y que las relaciones públicas no son precisamente lo suyo), pero es una de las pioneras del movimiento LGBT+ en Madrid y creo que se merece que le devolvamos un poco de lo que nos ha dado. Podría perfectamente haber puesto una tienda de botas Dr. Martens, pero eligió poner una librería y hacer desde ella miltancia activa en una época en que era más necesaria que nunca. Eso se lo agradezco mucho.

    En segundo lugar, la culpa. Estoy convencido de que tú jamás has pirateado una sola canción y de que nunca has leído un libro que no hayas comprado o sacado de una biblioteca, pero no es ese mi caso: yo sí que tengo libros piratas en mi tablet. El hundimiento de Berkana es, en parte, culpa mía y de esa casi insignifcante minoría de piratillas anónimos que en este país consumimos cultura alegremente sin pararnos a considerar las consecuencias económicas que eso tiene para autores, escritores, editores, libreros… de nuevo, el ejemplo que propones de los bancos está pésimamente elegido en este caso.

    1. No he pretendido decir que ellos hayan robado como los bancos. He querido decir que un negocio que no funciona quiebra y cierra, y no como los bancos que quiebran y los pagamos entre todos.
      Indudablemente en su momento, y durante muchos años, han sido pioneros en ese tipo de negocio en España y mas aun en Madrid. Pero raro es que eso estire tantos años…..cuantas tiendas de discos minortarias, de segunda mano, de rarezas…se han ido al traste? Cuantas librerias chiquititas, especializadas y con encanto siguen abiertas aun ante monstruos comerciales como amazon, la fnac y similares?… Mucha gente da por hecho que si la educacion basica es gratuita en nuestro pais deben serlo tambien todos los estimulos culturales para mantenerla espabilada. Y no…es de pago porque mueve una industria de la que vive mucha gente. …tambien hay gente q se sigue colando en el transporte publico. Pero como dije en mis primeras lineas…estoy haciendo de acigado del diablo. Yo tambien lamento que cierre un local asi. Lo mismo que sigo sin entender todas las barbaridades que dijeron cuando los dueños del cafe comercial cerraron…y tapizaron las ventanas de postit muchos q estaban horas con un unici cafe solo y chupando wifi, q era gratuita. ( Por cierto, los del conercial tuvieron una idea excelente de un banci solidario de cafes…uno lo dejaba pagado y si alguien no podia permitirselo, se lo ponian gratis) De cualquier modo comparto muy bien tus emociones en este tema.

  4. Estamos de acuerdo, entiendo lo que dices, y en el fondo yo también tengo un abogado del diablo muy fuerte en mi interior. De hecho, tengo la impresión de que las colectas, los crowfundings y todo este tipo de iniciativas solo prolongan la agonía posponiendo lo inevitable. Pero hijo, a veces incluso un Científico Loco se deja llevar por el sentimentalismo… ;-)

    1. Y esa es una parte importantisima de lo que nos gusta de tu caracter, asi que si hace falta montamos algo ( legal y decente) pa brindar y celebrarlo. Besotes.

  5. Yo por ejemplo quería comentar una par de cosas (llevo todo el día pensando en si escribir este comentario o no, que no soy quien para criticar la forma de llevar el negocio de nadie), con respecto a esto. Estoy muy triste por lo que sucede con Berkana y creo que se merecen toda nuestra ayuda, pero hay varios puntos que se tienen que poner sobre la mesa, porque si no es pan para hoy y hambre para mañana:

    1. Creo que deberían adaptar el negocio a las nuevas sensibilidades. Por ejemplo:
    a. Promoverse con algún concurso literario que compilase en ebooks los ganadores y se vendieran a bajo coste.
    b. Crear una comunidad de gente que compartiera los mismos intereses. Su página de Facebook está como escaparate, pero no interactuan con la gente que comenta. Tampoco tienen un botón de venta.
    2. Ahora ya no vale con tener una página web con tienda online, hay que moverla, y por moverla me refiero a:
    a. No es responsive: no se puede comprar desde el móvil, con lo que están perdiendo el 50% de las posibilidades de venta.
    b. La experiencia de usuario, el registro, el formato de las ventanas y demás, es mucho más baja que las de su competencia.
    c. Cobran gastos de envío en todos los casos. Creo que deberían plantear algún tipo de “Gastos de envío gratis” para pedidos de cierto importe. Fastidia, pero la gente es superagarrada con este tema.
    d. No permite el login con Facebook o con otras redes sociales.
    e. Por lo que he visto su página de noticias no está indexada para mejorar su SEO. Con lo que no existen en Google. De hecho si buscas por “Libros de temática gay” no están en la primera página. Y ya sabes lo que se dice: ¿Cuál es el mejor sitio para esconder un cadáver y que no lo encuentre nadie? A partir de la segunda página de Google.
    3. Ayer, con la campaña de ayuda, escuché una frase en un café del barrio, cito textual, no son palabras mías: “Yo es que a Berkana no voy, porque la dependienta me trató como si fuera un sargento de la guardia civil”. Y eso lo hemos vivido bastantes personas. Yo no, que soy de Valladolid y estamos acostumbrados a que nos traten mal en el comercio, pero ese sentir general no te lo puedes permitir.

    Creo que ser librero en este momento, como tantos y tantos otros negocios “amenazados” por internet no pasa solo por despachar libros. Tienes que vender libros. Tienes que dar ese plus añadido que no tiene la venta fría de Amazon. Si no se ponen las pilas me temo que la campaña de sensibilización que están haciendo al año que viene no les va a servir de nada.

    1. Lo has clavado. Irrebatible, si señor!! Casi se me cae la tuerca del pircing con lo de ‘despachar no es vender’.

  6. Totalmente de acuerdo. Cuando les iba divinamente te trataban fatal, con displicencia y no pocas veces mala educación. Ahora salen compungidas en los medios…

    1. Realmente,me sorprenden todos estos comentarios negativos hacia la forma de comportarse de Mili. No sé si será que yo he tenido suerte,pero a mí me ha tratado siempre como un marqués…Desconcertado me hallo.

  7. Rafa Monleon

    El crowfunding está para financiar proyectos concretos que difícilmente encontrarían inversión en el mercado… Utilizar ese instrumento para pagar el alquiler de tu negocio es un disparate, además de una huida hacia adelante que solo alarga la agonía… Lo que estas señoras necesitan son socios que inviertan en su negocio y que hagan frente a los gastos de la empresa con vistas a conseguir beneficios en el futuro… Pedir limosna cuando estás con el agua al cuello no soluciona nada y éticamente es un despropósito…

  8. El Científico Loco

    Jaja me ha encantado lo de «soy de Valladolid y estoy acostumbrado a que me traten mal en el comercio». ¡Es tan cierto! Yo soy segoviano trasplantado a Santander y me ocurre lo mismo: apenas me fijo en esas cosas. En mi experiencia cotidiana, lo normal es llegar a la cafetería donde desayuno TODOS los días y que la camarera que me atiende siempre me mire con cara de perro y me pregunte que qué coño quiero. Mili, en comparación con el tendero medio santanderino, es la dulzura hecha carne. Cómo somos los de Castilla la Vieja…

    Estoy de acuerdo con vosotros. Si el dinero que consiga Berkana se emplea solo en pagar el alquiler, esto va a ser pan para hoy y hambre para mañana. Deberían dinamizar el modelo de negocio y contratar a alguien experto en mercado online. Pero eso lo tienen que hacer ellas. Nosotros solo podemos echar una mano puntualmente…

  9. Cuando cualquier comercio pequeño, familiar o de barrio desaparece y es sustituido por una sucursal de una megacorporación que te vende lo mismo en tu ciudad que en Dublín, pues da bastante pena. Y si ya eres de los que lo llora en la intimidad o por postureo en redes sociales (que no consideró que sea el caso del autor del post) hay que preguntarse qué has hecho para apoyar a ese negocio, porque igual no has entrado nunca pero te gusta que haga tu calle más bonita o distinta al resto, y del aire pues no vive la gente, además de mirar si desde las instituciones públicas se podría apoyar mejor al pequeño comercio y en especial a los que trabajan con cultura; el hecho de que finiquitaran los alquileres de renta antigua fue la última estocada para miles de negocios que daban vida a las calles.

    A mí, por mi trabajo, me resulta muy triste que las librerías independientes desaparezcan y mas cuando han basado su estructura en la diferenciación y especialización, en tener un catálogo de fondo variado y cuidado, cosa que las cadenas de librerías no hacen, pues desde hace años se han ido convirtiendo en un carrefour de libros; os lo digo por experiencia que trabajo en uno de esos mercados de libros donde a los de arriba solo les interesa la cantidad y las ventas y no la relación de un librero con un lector que puede ser una de las más bonitas cuando se da el caso.

    El caso, es que está librería tendrá que mejorar cosas como bien apunta Hilde y deberá seguir fidelizando a sus clientes, a la vez que hacer nuevos, para poder seguir siendo un puente que conecte un libro con un lector y también soy de la opinión que pedir ayuda para pagar el alquiler es una huida hacia adelante.

    Por mi parte lo único que puedo hacer es acercarme y comprarles algunos libros, aunque tenga ahora en casa casi más libros por leer que leídos, y con ese pequeño gesto mostrar mi apoyo a una forma de vida cuya existencia se ve cada día más amenazada.

  10. ¡Cuánta verdad hay en la introducción de este post! En pleno 2010 así lo viví yo. El hecho de pasar por delante de la puerta ya era un reto

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