Sorprende que en una sala como Boite en la que, según cálculos personales, hay espacio para unas 250 personas de forma holgada sólo hubiera congregadas el sábado cerca de 90 para ver a un artista tan en el umbral de la consagración como es Algora. Y más aún cuando se trataba de presentar el que es su álbum más brillante hasta la fecha, el más maduro, el más palpable y lúcido.
Escribo esto no como reproche, sino con estupefacción e incredulidad. Si de una ciudad de más de 3 millones de habitantes un nombre como el de Algora no consigue reclutar para su actuación ni a 100 personas (repito que son estimaciones propias, soy un poco malo para las cuentas) es que, definitivamente, se ha perdido el interés por la cultura de calidad.
Quizá haya que responsabilizar del pequeño descalabro a la escasez de promoción, quizá fuera un concierto más bien dedicado a quienes aportaron su granito de arena en el crowdfunding que permitió que Folclore del rascacielos se materializara. Quizá sea que, como digo, la gente, una vez más, no aprecie el mérito de una propuesta única, sincera y de una galopante calidad.
Estupefacción e incredulidad aparte, que provienen de la visión parcial de un admirador de su propuesta, Algora dio un recital en el que demostró sentirse por fin seguro sobre la tarima, con un manejo ya notable de la atmósfera y de los tiempos y recibiendo con más apertura que nunca ese feedback tan veraz y sentido que siempre le devuelven los asistentes a sus conciertos.
Una propuesta reducida, no más íntima, pero sí más desnuda, más neta, con el peso mejor distribuido y con el viento de cara, formada por Raúl Querido a los teclados, Paco al bajo y un Víctor Algora con un perfil rockabilly al que la guitarra parecía sentarle mejor que nunca. Una línea de batalla de tres figuras sólidas que dieron cuerpo a los temas más “accesibles” del nuevo disco y a los clásicos más conocidos como Muerdealmohadas, Terrorismo o La era punk.
Una actuación que, no obstante, reclamaba más presencia y volumen de esos teclados extraterrestres que tanto matizan, acentúan y singularizan el disco, y de esa guitarra que pasó bastante desapercibida y para la cual se estuvo pidiendo más potencia al personal técnico, potencia que se desplegó, finalmente, en todo su esplendor con el solo acústico de Baloncesto que despidió la cita, posiblemente el momento más emocionante de la noche.
En resumen, una puesta en escena de frente, con un Algora menos arropado, pero más valiente, justo en el momento en que ha empezado a mirar a la cara a su público, a postrarse delante de él y a hacer suya la demanda de una mayor interacción, de más calidad, con esos fans que tan bien parecen entenderle.
Yo no le conocia hasta que este verano me entere que es el compositor de la archiperfecta Baloncesto. Por lo mismo te dire que ni me he enterado q daba este concierto hasts el sabado x la tarde gracias a ver fotosde algun igger que iba. Promocion? Inexistente! Una lastima porque me habria encsntado ir. Pero si te enteras cob media hora de antelacion, ws imposible.
archiperfecta… qué gran definición de ‘Baloncesto’.
Gracias. Feliz dia!!
Bonita y emotiva crónica. Me alegro que resaltes la falta de promoción. Me enteré el sábado por la mañana, unas horas antes del concierto, y parece que no fui el único. Aunque no entraba precisamente en mis planes presenciar en directo la defensa de este nuevo galimatías. Pocas veces he visto abarrotados los conciertos de Algora, recuerdo algunos en la sala Juglar o Costello, e incluso en el Orgullo, con bastante poca gente, en los que disfrutamos de momentos inolvidables. Le hemos visto hasta embarazados de 7 meses, así que no soy sospechoso de no haber amado a este artista como nadie.
Y otra reflexión más que apuntas con gran acierto… (quizás) haya empezado a mirar a la cara a su público demasiado tarde.
Lo has clavado…
DJ Farrow, es cierto que quizá Algora sea menos multitudinario de lo que creemos los que admiramos su música, pero, no sé, parece que flota en el aire esa mayor atención que está recibiendo su trabajo y que se confirma con este último disco. Encontrar que algo tan sólido y de innegable calidad no encuentre la respuesta «suficiente» contraría un poco.
Su público lleva desde sus inicios mirándole a los ojos y agradeciéndole que le ponga letra a muchas de sus emociones, es hora de recoger esa empatía como se merece.
No entendí la falta de afluencia de público (No se, a mi es que claro, si me llegan las promociones, que no fueron pocas pero quizás al no haber una discográfica potente detrás es complicado llegar a más gente) . Quizás no soy imparcial porque somos amigos, pero me parece que se merece un mejor hueco en el panorama musical español porque es bueno, muy bueno.
Lo es. Y en muy poco tendrá lo que se merece.
Pues sí, va a ser entonces la falta de promoción.
Pensaba que era en el último número de Shangay donde aparecía la entrevista que ha ido anunciando en sus redes sociales, pero he comprobado que aún no ha salido. Creo que, de haberse publicado antes del concierto, habría ayudado mucho a su difusión.
Unos cuantos carteles por la calle también hubieran contribuido…
Por eso digo que, al haberse focalizado la promoción casi exclusivamente en sus redes sociales, parecía un recital más bien consagrado a sus seguidores más directos que, probablemente, sean los que han participado del crowdfunding.
No creo para nada que sea su mejor disco. Su obra cumbre (por temazos, por letras, por arreglos musicales..) es sin duda «Verbena» y me pelearé a dentelladas con quién ose decir lo contrario.
Verbena es una preciosidad, tan bueno como este. Pero conecto más con el tono de Folclore, que es, en mi opinión, más directo, menos redundante en algunas cosas y más homogéneo en su concepto.
A mí me encantó Galimatías, pero creo que me quedaría con su primer disco, por la espontaneidad y la sencillez e inocencia propias de una primera obra. Sonaba todo muy nuevo, muy limpio, muy moderno. Verbena es un gran disco, solo por La Era Punk, Cipriana y Nutrias ya se merece un puesto destacado, pero a mí el concepto más folk de Galimatías me gustó mucho. Y este disco es una maravilla pero de fácil digestión, lo que te lleva a un empacho rápido.
Pues a mí de «Galimatías» precisamente lo que me tiraba para atrás es que me parecia muy enrevesadísimo en música, letras y concepto. Va,os, que lo de «limpio» ni de coña.
La limpieza de la que hablo es de Planes de Verano. Galimatías es eso, un galimatías. Pero tiene tres de sus mejores canciones (para mí), Cráneo Roto, El traje de bombillas y Escornabois