Desaparecido el efecto sorpresa de su embriagador debut de 2010 “Star of Love”, y salvada con dignidad la prueba del segundo álbum con el ferviente y cohesionado “Cave Rave” (2013), la vuelta de Crystal Fighters con su tercer álbum “Everything Is My Family” (Zirkulo / 2016) no deja en absoluto indiferente, reivindicándose como un disco de consolidación y de búsqueda, con una calculada alternancia de su característico sonido fresco, bailable y luminoso con otra línea más experimental, serena y vacilante, que le resta la solidez que reclaman sus momentos más brillantes, que son muchos. Entre el abrumador arsenal de influencias bien ensambladas del que hacen gala los londinenses, que les han convertido en un venerado referente indie y festivalero, parecen decantarse especialmente por la efervescencia de los beats tropicales y la sobrecarga de coros tribales que acaparan gran parte del álbum, junto con curiosos ejercicios de folk e indie rock en detrimento del techno, la psicodelia, y esa actitud punk de sus inicios, menos presentes en esta tercera entrega.
La línea más radiante y adrenalínica que exploran magistralmente en este álbum se inicia con la espléndida “Yellow Sun”, un excitante grower que estalla en un estribillo irresistible (“Dancing on the yellow yellow yellow yellow sun”). Como salidas de la misma cubeta de clonación, el tropicalismo arrebatador de “Good Girls” y sus efectivos silbidos se acaba desbordando definitivamente en el hipercomercial primer single “All Night”, con grandiosos coros étnicos y ese estribillo tan festivo “party all night / party all day / hey hey”, que te transporta mentalmente a una danza tribal en medio de la selva. Tres temas hipermelódicos, alegres y ardorosamente bailables que no eluden la radiofórmula y encajan a la perfección en ese bucle de buenrrollismo que empapa muchos de los reclamos publicitarios veraniegos. Continúan con esa línea luminosa en “Ways I Can’t Tell”, esta vez con una electrónica más épica y desbocada que recupera esa sacudida techno que se echaba en falta desde desde “Xtatic Truth”, o en “Living The Dream”, un medio tiempo cálido de bases más contenidas pero igualmente comprometido con los coros y melodías que aportan su inconfundible sello de aroma etno-pop.
Semejante explosividad étnica, derroche de jovialidad y exhibición melódica encuentra su contrapunto más experimental, explorativo y divergente en una serie de temas donde sondean –con desigual fortuna– otras inquietudes sonoras de la banda. Así, tras el extravagante intro hablado de “Simplecito” (donde, a modo de mantra vital, nos invitan a entregarnos a esta experiencia sensorial), encontramos a unos Crystal Fighters menos reconocibles pero altamente interesantes en la edulcorada “In Your Arms”, que coquetea con el R&B más melódico y adolescente sin renunciar a un sutil toque étnico, o en la elegante y sensual “Live For You”, en la que parecen jugar a sonar como The Weknd. Sin embargo, resultan demasiado especulativos en “The Moondog”, donde los iniciales méritos de la estrofa acaban arruinados por las sombras del estribillo y la extraña deriva ‘opera rock’ del final del tema, y directamente soporíferos en la guitarrera “Fly East” con unos aires heavies que no hay por dónde cogerla.
Sin embargo, como queriendo compensar el irritante desacierto producido por estos devaneos estilísticos, preparan una agradable sorpresa final sumergiéndonos en la atmósfera de paz de “Lay Low”, un maravilloso broche si aceptas dejarte llevar por ese delicioso aire gospel de los coros, demostrándonos que si se lo proponen, pueden seguir facturando himnos corales que se acerquen a la magia de “At Home”.
Crystal Fighters presentarán su tercer disco en una gira por 6 ciudades españolas. Actuarán en A Coruña, Donostia, Barcelona, Granada, Valencia y Madrid, del 3 al 11 de diciembre. Entradas aquí.
Joder, menudo cambio de sonido!! Esto es evolución y lo demás tonterías.
So cool!
En estos tiempos que corren, que un álbum tenga al menos 3 canciones con indiscutible potencial -lo que en tiempos de ‘vinilo’ era- para ser single, es una bendición sonora cosas como esta ofrenda pop de las Crystal Fighters. Tampoco va a ser el mejor disco del año, no nos engañemos, pero va a estar dentro del top 10 que elegirán esos que llaman ‘Prensa Especializada’.
Pues yo estoy un poco hasta el coño de tanto tropicalismo. Parece un poco la BSO de una película de yanquis en Hawaii, de las de serie Z.