Aunque el alcohol y las drogas te están dejando la cabeza fatala, seguro que te acuerdas de que Roland Emmerich…
… famosísimo por hacer películas palomiteras que arrasan en taquilla como Independence Day, iba a dedicarle una película a «·Stonewall». Chica, fue salir el trailer y menuda se armó, que el colectivo cuando lo vio se puso con un ataque de nervios, pidiendo que le hicieramos el boikot cualquier persona humana, transexual o gaylesbiana.
Pero yo soy muy de ver las cosas por mis propios ojos y juzgar (que luego te dicen que son 22 cms y no llega ni a la media europea). Pues ya la he visto. Y maldito el momento. Conforme transcurría el metraje, iba renaciendo la poligonera rabiosa que hay dentro de mí (y también fuera, claro) y no le metí fuego a la butaca, al director, al reproductor y hasta a la vecina porque no tenía un cocktail molotov a mano, pero no sería por falta de ganas. ¡Ay si me encuentro a Emmerich por la calle lo arrastro de los pelos! Me puse de tan mala hostia que en esta entrada se me va a notar, así que agárrate las extensiones que vengo insultona y malhablada. Más, quiero decir,.
Pese a estar ya en el 2016, el dire y su guionista cometen un error tan tremendo como poner a un chavalote rubiales cero pluma, discreto, versátil, buena gente y amigo de sus amigos como protagonista. El elegido es Jeremy Irvine;
Blandito, aspirante a estrella, más soso que un bocadillo de berberechos, respetable y… hetero. No hará sentir incómoda a tu madre o a tu cuñao si la ven contigo. Porque de eso se trata; de que los heteros conozcan los acontecimientos del famoso local llamado Stonewall pero bien masticadito, inofensivo y sin que la visión de una loca con peluca le impida ver lo que aquello significó. Pero no lo consigue.
Que no habría ningún problema si estuviera bien metido en el argumento, pero no; metido con calzador, con una historia de papá maloso que lo echa de casa más requetevista que un drama de Belén Esteban en la sobremesa. Lo peor, lo más indignante es que las revueltas son un simple accesorio que no duran ni quince minutos en total ¿Por qué la llamó Stonewall entonces? Tan claro vio que estaba rodando una enorme mierda y fue el único anzuelo para llevarse un poco de taquilla?
El resto de argumento es una historia telefilmera con cero profundidad, personajes planos y anedóticos que ni picha ni cortan, rodada sin ganas y como aburriéndose de la historia que tienen entre manos. Con razón. Suma además amoríos contados de manera tan superficial y pobre que es imposible empatizar, locas que ayudan al blanquito, pero locas al fin al cabo y casi al final del argumento, un discurso del niño rubio en plan «Soy homosexual,pero no me confundias con una maricona loca que se enamora de mamarrachas» con el que se me cayó la pepitilla al suelo muriendo en el vil gres. Por mucho que le he hecho la respiración boca-pepitilla, aún no se ha recuperado. Roland se ha justificado con un…
Y mira Roland, no. A mí no me engañas.Lo que has hecho es desvirtuar la historia de mala manera y convertir al chaval, no solo en parte de la historia, sino en protagonista de las revueltas. La prueba es que el niño es el primero que tira un ladrillo y que inicia los enfrentamientos con la policía. Lo demuestro con una imagen:
Y chica, te preguntarás qué tiene de malo (tú que a veces eres tan larga para lo que te conviene) y yo, animosamente, te lo aclaro; al hacer al niño blanquito el héroe de Stonewall, vuelve a tergiversar y mentir sobre lo que allí ocurrió, robándoles el protagonismo a los que de verdad lo tuvieron; travestis latinos y negros, lo más bajo de la sociedad que por medio de esta acción casi heroica nos pusieron a todo gay, bollo o transexual en el camino de baldosas amarillas que lleva al orgullo. Es un poco como darles la razón a las malfolladas amargadas esas que dicen » que está mal que en el desfile del orgullo gay se vean adefesios con pluma y tacones porque da mala imagen del colectivo«. Anda y que te follen, chatal!! Y mira mona (por no decirte cacho puta); cuando tú aún andabas dentro del armario y solo salías para rebañar algún triste prepucio, los adefesios con pluma y tacones ya se habían pegado hostias por ti, demostrando tener bastante más huevos que tú, que vas de machito cero pluma e integrado. Así que, un respeto. Justo el que jamás le voy a tener a Roland por habernos regalado este bodrio.
En definitiva, esto es la película resumidamente. Hay denuncia de la corrupción policial de la época (pero contada tan malamente que casi le da más importancia que a la propia revuelta en sí), la calle Christopher sale divinamente fotografiada y poco más. Bueno sí; un final con familia blanquita saludando a la manifestación que da tanta vergüenza ajena que dan ganas de suicidarse con un taconazo en la yugular. Así que le voy a dar mi máxima calificación mierdera:
SUBLIME
Pues habrá que no ir a verla.
Si es que son ganas de sufrir. Sabiendo quien la dirigía… Por lo menos ya sabes qué peli ponerte si algún día tienes la tensión baja.