Katy B es como esa amiga modosita que conoces desde el instituto. Del tipo de tía que nunca se manchaba ni se metía en líos, que tenia novio desde los 17 años y que sacaba buenas notas. Encima era guapa. De tan perfecta, hubieras querido odiarla pero era imposible porque el colmo es que se comportaba como un absoluto encanto. Y un día sin darte cuenta descubres que la que tenia todo escrito para ser una esposa fiel y ama de casa ideal, se ha puesto el mundo por montera, sale todas las noches por los clubs y ahora es la más moderna del barrio. Y sigue tan perfecta. Y tan encanto.
A mi tras tres discos como tres soles poca duda me cabe de que esta mujer tiene criterio, olfato para llevar su carrera, tiene talento y sobre todo, tiene clase, elegancia y distinción. Y podía haberse dedicado a los baladones epicos que su éxito le han dado (Crying for no reason lleva la friolera de nueve millones de visionados) . Puede que eso le cueste caro a nivel e ventas y con «Honey» tampoco se convierta en la megaestrella que merece ser, pero ten presente que en unos años, de estas petardas que ahora venden como churros no se acordará nadie mientras que el prestigio de Katy se hace cada vez más y más grande. Como este megatemazo que no tiene nombre
Y ponerse a hacer un disco hecho para la discoteca con esas características ten claro que no está a la mano de cualquiera en estos tiempos de subidones macarras, ritmos que se repiten como una letanía, voces de ardilla y pseudoplagios de supuestos totems que han dejado de brillar muy rápidamente (Hola Avicii! Hola Guetta!!) Y no las tenía todas consigo, porque Katy entregó una canción a un productor distinto a ver lo que resultaba del experimento y se rodeo de un montón de colaboradores ( Major Lazer, Craig David, Four Tet, Floating Points, Kaytranada, Jamie Jones, Mssingno, Hannah Wants y más) podía haber sido un mejunje intragable e insoportable, pero ya le digo yo a la chavala que sus fans no podemos estar más contentos y felices porque sí, funciona. Pero como ocurre muchas veces, no funciona a la primera y parece menos de lo que es; al disco hay que dejarlo sonar y esperar a quedarse con los estribillos, las melodías, las canciones y que crezca y demuestre lo grower que es.
Me gusta especialmente que pese al fondo musical frívolo y divertido, haya hueco para la tristeza en sus letras porque los últimos años para Katy han sido especialmente duros; no solo se ha quedado soltera y sin novio sino que encima se murió su hermano tras un accidente y claro, de alguna manera todos esos momento duros tenían que notarse.
Si estas harto de que los discos de Madonna huelan a «quiero seguir siendo moderna» o que los de Rihanna huelan a «necesito un hit a toda costa» y no la conocías o nunca le has dado una oportunidad, este es el momento, porque «Honey«· entra por méritos propios en la lista de mejores disco del 2016 sin lugar a dudas.