Hace unos meses mi hermana, sabiendo que soy fan, me regaló el comic «La Casa» de Paco Roca. Regalazo teniendo en cuenta que hasta ahora la cosa había variado entre los bombones y las colonias, que no es que me queje, pero «La casa» era de esos regalos que demuestran que de verdad la otra persona te conoce y ha buscado algo que te pueda más que gustar, hacer una caricia en el corazón.
Me pilló con poco tiempo y lo dejé en el montón de los imprescindibles pero para más adelante. Casualmente, a los tres días ingresaron a mi madre en el hospital por un tema delicado de salud. Como ya va teniendo una edad (igual que le pasa a mi padre) cada cierto tiempo van convirtiéndose en habituales los sustos que te recuerdan que, amigo, la vida es efímera,. estamos aquí de paso y en cuanto menos te lo esperes, te quedas huérfano. Para siempre. Sé que es una redundancia y un poco tonto recordarlo porque todos deberíamos saberlo, pero hay que insistir. Cuando te quedas sin padres, es para siempre. En la estancia del hospital tuve mucho tiempo para leer y allí estaba el volumen de La casa, que no tenía ni idea de su argumento hasta que abrí las primeras páginas y no me lo podía creer; la reunión de unos hermanos tras la muerte del padre en la casa familiar que le sirve a uno de ellos para hacer un repaso a sus últimos años, intentar comprender a su padre y reconciliarse, aunque sea un poco, con el pasado.
No sé si es necesario insistir en lo bien que dibuja el señor Roca, que aquí alcanza un preciosismo y una minuciosidad de las que te dejan sin habla. Pero también reconozco que lloré un montón mientras lo leía junto a una cama de hospital, disfrutando de cada trazo, de cada viñeta de una manera casi enfermiza, recreándome en cada color, cada matiz. Y no, el libro no es especialmente sentimentaloide, más bien diría que al contrario; es seco, casi aspero, no queda hueco para convertir la historia que se cuenta en un dramón, Es la crónica amarga de cómo no comprendimos en vida a los que quisimos y a través de sus objetos y sus cosas queridas, debemos comprender una vez muertos ¿Demasiado tarde tal vez? Puede. Pero es que hay gente que ni por esas. Tras acabarlo, no sentí que respondiera a mis preguntas pero si sentí que me quedaba, al menos, un poco más en paz. Al poco tiempo, La Casa recibía el premio al mejor comic nacional del año y sentí que, a veces, de vez en cuando, en ocasiones, en España sabemos valorar a nuestros grandísimos y a nuestros ilustres. Y Paco Roca lo es. Las dos cosas.
Como fueron varias semanas yendo y viniendo al hospital, del mismo montón me dio tiempo a rescatar «También esto pasará«, de Milena Busquets, de nuevo, sin tener ni idea de lo que me iba a encontrar aparte de una novela pequeñita, saber que se está vendiendo como churros y que se ha traducido a varios idiomas. No sabía nada porque intento no leer las contraportadas ni los argumentos para llegar lo más limpio posible a abrir la primera página de un libro. El shock fue morrocotudo. Quiero decir…Sin haberlo planeado ni buscado…¿Otra historia de una hija que trata de lidiar con la reciente muerte de su madre? ¿Estaba la ficción tratando de decirme algo? ¿Señales que me avisaban? Reconozco que me cagué encima, porque por mucho que lo intente ( y llevo años tratando de aplicarme la lección), creo que no me he hecho a la idea y dudo mucho que me la haga algún día…¿Yo sin mi madre? JA. No lo concibo. Hay una tozudez vital que me impide lidiar con un pensamiento tan venenoso pero definitivamente, real e inevitable. En esos días del hospital, entre las lecturas y mi madre al lado durmiendo a base de calmantes, las pesadillas me despertaban a patadas entre sudores. Entonces me acercaba a ella y la besaba sin que se diera cuenta, como si mis besos fueran un antídoto para evitar la cruda realidad, como si se pudiera retrasar lo inevitable, como si la vida no tuviera escrito en cada uno de nosotros un THE END en la frente.
En «También esto pasará» cada uno se consuela como puede y la prota pasará un verano de luto envuelta en alcohol y sexo que, posiblemente, le estén haciendo más daño aún. Sin embargo, tiene suerte. Los ricos y los pijos no sufren igual y al menos ella tiene una casa a la que huir en Cadaqués, ahí es na. Esa prota que seguramente es más que un retrato autobiográfico. Milena es hija de la editora Esther Tusquets y es fácil atar cabos cuando se está leyendo. Ni madre ni hija salen especialmente bien paradas en esta narración que, de nuevo, no da ninguna respuesta, solo nos cuenta el dolor, una pena casi física que a la protagonista le sirve para armar todo un andamiaje de pensamientos y pesares con una mezcla de tristeza infinita ante la perdida pero también de arreglar cuentas con alguien con tan grandes virtudes como grandísimos defectos.Uno no elige a su madre, ni tampoco el momento en que morirá.
¿Que quiero decir con todo esto? No lo sé ni yo. Pues desde luego, lo que no quiero es responder a nada. Ni yo ni la ficción lo hace, pero sí que tengo muy claro que como en tantas otras ocasiones, la ficción me curó y me salvó. Como escribir este post, para el que he esperado muchos meses y poder así hacerlo asépticamente , sin excesivos sentimentalismos baratos. Aunque no sé yo si lo he conseguido.
Mi madre, por cierto ya está muy bien. Y lo intento. Quiero decir, disfrutarla mientras pueda.No sé si haré todo lo que esté en mi mano, seguramente no, pero lo intento como puedo y la vida me deja. Lo malo es que cada vez que lo intento, aumenta mi amor más y más, la quiero más. Hasta el infinito. Hasta donde me es posible humanamente. Lo malo, es que eso hace que tema aún más el desenlace de una vida que no es ficción, es real. Cuando llegué, me quedará la ficción. O con eso me consuelo, porque intuyo que no habrá libro que pueda consolarme.
Ya estoy tardando en leerme «La casa»…
Casi lloro
Pues ya te digo yo que es duro. Y si se te acumula faena con los dos simultáneamente y pronto ya ni te cuento
Mañana me autorregalo La Casa, que ya estoy tardando.
Precioso post. De verdad, emocionante.
Aysss!! Qué panzón de llorar. Que a mi me toca muy de cerca también. Qué maravilla en la síntesis de las emociones.
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