Los pezones y yo

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Flor de Pavimento

Pues como cantaba Peret: «a mi los pezones, ni fú ni fá» Es más, no me ponen ni que me los retuerzan como si me estuvieran dando cuerda y empezase a bailar como una gitana descosida, ni hacerlo. No le encuentro la gracia, ya ves tú qué cosas. Es más (y me repito) ver unos pezones como timbres de castillo, pues como que no; es más :cada vez que veo al Papuchi de LQSAV sin camiseta, me entra un repelús, que bien lo sabes tú maricarmen. Asi que lo mío con los pezones, es menos que más.

Anécdota pezonera: Cuando era yo mozuela, y mocita, y regaba geranios en un patio andaluz, una vez, en Caños de Meca, me lié con un maromo de cuerpo entero, que desde el minuto uno pedía que le retorciera sus protuberancias mamarias, que cuál dos salchichas del día podía sostener, sin ningún tipo de inclinación dos abrigos de pana mojados. Tras varios minutos dale que te pega al díal y no coger ninguna emisora, me di la vuelta y me fui nadando cual Ariel despechada porque aquellos dos frankfurt salientes no me ponían nada, y lo de abajo, era más una salchichita de aperitivo que otra cosa.

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El Científico Loco

Mi relación con mis pezones solía ser esta: sabía que tenía dos. Eso era todo. Allá por 2008, sin embargo, tuve un conato de crisis de mediana edad. Necesitaba un cambio. Lo lógico en esos casos es comprarse un coche nuevo, o echarse un amante veinte años más joven, pero yo no conduzco y no tengo ni el cuerpo ni el dinero adecuados para atraer a un pimpollo.
Así que me puse un piercing en el pezon izquierdo.
Dolió la hostia, pero tras ponérmelo estuve empalmado todo el puto día. Desde entonces mi pezon perforado se convirtió en símbolo de mi vida sexual: algo que me daba más de un quebradero de cabeza, doloroso en ocasiones, pero fuente de morbos y excitación.
Tengo mi punto fetichista y el aro de mi tetilla era recordatorio constante de mi lado salvaje, guerrero, no convencional.
Llegó un día, no hace mucho, que tuve que quitármelo. El tejido de mi pezon había crecido demasiado, desplazando hacia afuera el metal hasta el punto de que colgaba solo de un poco de piel. Decidí sacármelo limpiamente antes de esperar a que se me cayera a lo bestia.
Echo de menos mi piercing. Es como si hubiera perdido mi mojo. Creo que volveré a ponerme uno, ya sea en el mismo sitio una vez se me haya curado bien o en el pezon derecho. Pero si lo hago en el derecho y vuelve a pasarme lo mismo, será una pena. Como decía al principio, pezones solo tengo dos. ..
pezon2                             ( A falta de dos…¡Cuatro! Dos por costado)

Flanny

Yo con los pezones es que mira, ni fu ni fa. Debe ser que los tengo muy sensibles y en seguida me molestan Y hacerlo… Pues como me pasa a mí eso, pienso siempre que los gemidos y gruñiditos son demasiado en plan actor porno y no me los creo. Vamos, que están en el menú, pero que para mí es como chupar un cartón. Cero sensualidad.

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C del Palote

Pues a mi si me chupan despacito los botones pero con fruición, me pueden producir hasta orgasmos. Y siempre pienso: «vaya pobres desgraciados esos que dicen que no sienten nada al hacerlo con ellos…». Otra cosa es que te los estrujen o te los dejen sangrantes, que ahí ya mira no, porque es como todo, hay que saber hacerlo. Yo lo comparo a las mamadas, «sin dientes por favor». Y también os digo que he encontrado hombres que se vuelven locos viéndote disfrutar con tus pezones, que seguro que Freud tendría algo que decir al respecto.

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El Perro de Toni

No es que me parezcan un detalle sin importancia, ni mucho menos. Los pezones tienen que ser armónicos con el conjunto. Unos pezones desmesuradamente grandes me dan bastante asco. También dan pereza esos pezones diminutos como cabezas de alfiler que tienes que rebuscar entre los pelos. De todos modos, no tengo demasiada fijación con los pezones. Ni con los míos (lo único que no soporto es que me los muerdan o que me los chupen como si fuese a salir leche materna) ni con los de los demás. Los pezones que más me gustan de todo el mundo son los de mi marido, porque con el mínimo roce ya se ponen duros. Me encanta el tacto que tienen, aunque mi marido no me deja que se los toque demasiado, porque los tiene extremadamente sensibles.

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MM

No hay pezones sensibles (o insensibles) sino manos inexpertas.Y más que manos, labios…¿Por qué la gente  cuanto piensa en darle gusto a los pezones piensa en «retorcerlos»? ¿Es que estamos locos? Tú cuando piensas en «polla»…¿Piensas en retorcerla? A que no? Piensas en chuperretearla, comértela con pasión y mimo y en darle placer hasta que la otra persona se retuerza; pues con los pezones, lo mismo. Durante años pasé sin pena ni gloria por ellos hasta que un amante como Dios manda, les dio lo suyo y empecé a disfrutarlos como una parcela más de mi sexualidad  Hasta hoy. Hoy puedo decir que unos labios expertos han conseguido que me corra solo trabajandome un pezón ¡Chúpate esa! (nunca mejor dicho). Por supuesto, hallo tanto placer en dar como en recibir. Me gustan grandes pero no escandalosos y si un tío los tiene como homenaje a la lenteja o rollo botón me parecen el antimorbo más grande del mundo; entra en mi clasificación de no-follables. Pero ¡Ay! como lleves un buen traje y a través de la camisa se insinúe la protuberancia pezonil…¡¡Muero del morbo!! Por último; me pongo a pensar y creo que nada hay tan chulo, artístico, bello, erótico y merendable que un buen y potente pezón de oso con muuuucho de pelo alrededor…¡¡Póngame media docena!!

 

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Mr. Fluffer

Yo soy muy de pezones. Quien me conoce lo sabe. Pero también sabe que no todo el mundo sabe manejar el asunto de igual forma. Una cosa muy, muy, muy importante en el tema de jugar con las mamellas es que, sobre todo, hay un claro indicador de si el señor que pone las tetas disfruta: su cara y sus gemidos. Aquí se debe diferenciar entre gemidos de dolor y gemidos de placer. No, que me muerdas los pezones como si tuvieras que arrancarlos por vida o muerte no es placentero. Sí, que juegues con ellos, ejerzas algo de presión con la lengua, des un mordisquito que otro y juegues con la humedad derivada y el aire que sale de tus pulmones es placentero. Y de aquí, amigos, sale una conclusión gratuita pero que seguro que compráis: quien sabe comer polla sabe trabajar pezón, y viceversa.

PD; En esta entrada hay al menos una foto real de uno de nuestros redactores. Al lector le queda decidir cual y de quién.

3 comentarios en “Los pezones y yo”

  1. Un post realmente curioso, a tenor de los variados e interesantes y testimonios de las distintas ursulinas participantes.

    Si os sirve de consuelo, los pezones masculinos también son uno de los grandes olvidados en los preliminares de la heterosexualidad. Desconozco los rituales de preapareamiento gay (más allá de algún tocamiento de bragueta o por encima del leather que he podido presenciar en alguna discoteca con amigos), pero lo cierto es que en el sexo hetero, queridas mías, los preliminares casi siempre constituyen un calentamiento enfocado a la mujer (en cuyos pezones y pechos se concentra gran parte de este ritual), ya que el hombre se calienta mucho más rápido. Pero cuando la mujer entra en el juego, son los besos y la felación (en el mejor de los casos) los grandes protagonistas, dejando un poco de lado a los pezones y otras partes invisibles, y sólo a petición del interesado suelen entretenerse fugazmente en esta parte de la anatomía. Como mucho lo habréis visto en alguna película.

  2. Meg (@mejugenia)

    Estoy con MM: No hay pezones sensibles (o insensibles) sino manos y labios inexpertos. Y aunque mi maromo es bastante bueno en ello, no he encontrado aún hombre que me haga sentir tan bien como con J. Lástima que aquéllo no fuera a más.

    El pezón que se ve aquí es del redactor Sr. Skyzos, si no me equivoco…

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