#YoSoyPuta

Hoy voy a meterme en camisas de once varas. En un berenjenal de los que voy a salir escaldado y, probablemente, magullado. Pero me da lo mismo. Si todo el mundo tiene derecho a hablar de lo que quiera, yo también, qué cojones.

La cosa viene por este artículo de @SrtaBlume en la página www.weloversize.com, que podéis leer aquí. Pero este texto no es sólo por eso.

En el siglo XXI estamos de lo más avanzados. O eso nos gusta decir. Claro, que yo soy hombre, blanco, joven y de un país que está en el G20. Así que es fácil hablar de que estamos avanzados. No he nacido mujer. No he nacido negro. No he nacido en África. Eso me da muchas ventajas.

Pero mira, he nacido maricón. Y, aunque nada tiene que ver con lo que pasaba hace 50 años, he sufrido lo mío. He sufrido lo mío por ser maricón. He sufrido insultos, vejaciones, humillaciones y hasta, aunque no llegó a consumarse porque se acercaba una profesora, un intento de violación. Así que sé de lo que hablo cuando hablo de «ser menos que otros por el simple hecho de ser».

Por eso entiendo el feminismo como algo que intenta derribar techos, escaleras y otros impedimentos que imposibilitan a las mujeres ser como los hombres. Y no me refiero a tener pene, no. Me refiero a que puedan actuar con el hedonismo con el que podemos actuar los hombres -sí, incluidos los maricones-, sin las críticas que día a día sienten y que tienen ese tufo a moralina católica.

Pero lo que no entiendo es el feminismos guerrillero. ¿Qué quiero decir con esto? Hablo de esas mujeres que consideran que, como durante muchos años hubo machismo, que ponía a los hombres por encima de las mujeres, ahora es el momento de cambiar las tornas y poner a las mujeres en la parte alta.

Parafraseando a Khaleesi en Juego de Tronos, no hay que colocar a nadie por encima de la escalera, hay que romper la escalera. Y para eso no sirven las guerras, no sirve la incitación al miedo, al odio y a la intolerancia. Porque entonces estamos en las mismas, pero al revés.

Y es por eso que creo que Google le ha hecho un tremendo favor a las mujeres incluyendo una segunda acepción en su definición de «puta». Es la siguiente

Puta Google

Y por este motivo he puesto la palabra «maricón» o «maricones» en múltiples ocasiones en este texto (y no gay, homosexual u otros sinónimos).

Con esta acepción, Google está permitiendo que las mujeres se apropien de la palabra «puta». Pero no para usarla como insulto entre ellas -sí, lo sé, muchas se consideran entre ellas con este calificativo pero siempre con connotaciones despectivas-. si no para apropiárselo como definición por derecho propio para ser libres de hacer lo que quieran con su cuerpo y con su sexo.

«Maricón» es un insulto. Y quienes me lo han llamado en esta vida, así lo han intentado utilizar. La palabra «maricón» me ha hecho mucho daño durante mi época infantil y adolescente. Sin embargo, ahora «maricón» no me da miedo. Ni siquiera me molesta. ¿Por qué? Porque los homosexuales nos hemos apropiado de ella. Si con mis amigos utilizo este apelativo con connotaciones cariñosas, cuando un homófobo quiera insultarme con ella, no me va a afectar del mismo modo. Por supuesto que estará la intencionalidad y el intento de humillar. Eso va a estar siempre. Intolerantes y gente que se cree superior a otros va a haber siempre, hasta que no cambiemos la educación y la forma de criar. Pero puedo hacerle caso omiso y puedo decir «no puedes hacerme daño».

Mujeres, usad la palabra «puta» para definiros. Porque en su segunda acepción de Google no está siendo algo peyorativo. ¿Acaso es malo que una mujer tome la iniciativa en el sexo, se deje conquistar o tenga sexo en la primera cita con gente que no es su pareja? ¿Os parece eso algo insultante? Si no es así ¿por qué «puta» va a ser malo?

#YoSoyPuta. De hecho, me gustaría pedirle a Google que cambiara «mujer» por «persona» en esa segunda acepción (además de quitar lo de despectivo, que yo creo que no tendría que serlo). Porque me gustaría poder decirlo con todas las de la Ley. Me encanta que me seduzcan. Y siempre he dicho que yo no soy fácil, si no que vengo con libro de instrucciones. Me encanta el sexo, los hombres, las pollas y los juguetes sexuales. Me gusta el porno y lo consumo. Me gusta grabarme, hacerme fotos, disfrutar de mi cuerpo. ¿Eso es ser «puta»? Pues lo digo bien alto: YO SOY PUTA:

La militancia, en cualquiera de sus acepciones, suele significar una comunión con unos principios y sólo por eso creerse por encima de los demás. No seamos militantas, en serio. No seamos beligerantes. El humor, la miel, las buenas palabras, el no hacer caso, el vivir la propia vida y el reírse de los que nos intentan hacer de menos son mejores armas que el miedo, el odio y la diferenciación. ¿No queremos ser personas? Pues seámoslo.

#Yosoyputa. Y a mucha honra. Y me encantaría que en 10 años, la palabra «puta» fuera tan asumida como lo es «maricón» entre el mundo homosexual (obviamente, no en la facción militanta, que es por donde me vana llover hostias).

Por eso me uno al movimiento de @SrtaBlume y de @WeloverSize. Soy una puta. Y me encanta serlo.

Y otro día hablaremos de la desexualización de las palabras, que creo que ahí nos vamos a llevar un poco mejor.

[Nota del autor: en estos momentos me encuentro en una relación monógama que me aporta todo lo que necesito y quiero y, por tanto, no me aplico la segunda acepción de la palabra «puta» según Google. Comento esto para que no vengan tampoco con las «incoherencias». Pero he sido y, si mi relación falla, volveré a ser puta, porque considero que no estoy haciendo nada malo, puesto que siempre, en mis relaciones afectivo-sexuales, ha habido consentimiento mutuo, algo que considero que es lo imprescindible para que se dé una relación de cualquier tipo]

10 comentarios en “#YoSoyPuta”

  1. Lo siento mi queridísimo Flany, pero no puedo estar más en desacuerdo contigo y con este post. Creo que no hay que deslegitimizar la lucha feminista bajo ningún concepto y han de ser ELLAS las que impongan sus condiciones .

    Nosotros, a pesar de llevar lo nuestro bajo nuestras espaldas, no somos los que hemos de decir con que apelativos, términos o acepciones han de sentirse cómodas (a mí la palabra maricon me sigue molestando según quien la diga y el contexto en el que se utilice y te puedo asegurar que a ti te puede llegar a pasar lo mismo).

    Pides que no sean «militantas» y en líneas generales que no sean «radicales»…creo que aunque el movimiento este de #yosoyputa lo hayan empezado mujeres (desconozco si ha sido sólo en Twitter o es un movimiento más global) han de ser ellas las que determinen el calado del mismo y han de ser ellas las que decidan si se lo apropian o no.

    Creo además que , al igual que en otros movimientos, hay personas que tienen un posicionamiento más extremo. A mí me parece bien. También se consideraba unas radicales a las mujeres que promulgaban el sufragio universal y mira tú por dónde ahora está más que normalizado.

    Se pide a las mujeres que no sean tan extremistas, pero en dos décadas hay más mujeres asesinadas por violencia de género que en cinco décadas de terrorismo de ETA. No hay una incorporación real de las mujeres en el mundo del trabajo (los salarios son desproporcionados respecto al de los hombres y apenas hay mujeres en los puestos directivos). La igualdad en las tareas domésticas y otros hábitos diarios brilla por sus ausencia….así que por favor no deslegiticemos una lucha que ha de tener más relevancia que nunca (acaso no reclamamos nosotros lo mismo desde nuestro «colectivo» a pesar de haber obtenido grandes avances los últimos años?).

    Precisamente hay este fin de semana en Madrid una manifestación (7N para más señas) en contra de la violencia machista que no ha contado con el apoyo del partido en el gobierno (el PP para más señas) ni con el de ciudadanos. Si para algo TAN BÁSICO no se cuenta con el apoyo de las instituciones apaga y vamonos porque es cuando el hastag #yosoyfeministayradical se hace bastante más necesario que el de #yosoyputa.

    De verdad que entiendo tu punto de vista y creo además que lo haces con la mejor de las intenciones, pero sinceramente dejemos que sean ellas las que decidan estas cosas y simplemente mostrémosles nuestro apoyo incondicional.

    1. Flanagan McPhee

      Estimado Sr. Dondón,

      Entiendo lo que dices pero creo que no me has entendido o no me he expresado bien. En ningún momento digo a las mujeres lo que tienen o no que hacer. Sólo corroboro un punto de vista que ha expuesto una mujer y le doy un ejemplo que puede ayudar. Nada más. La palabra «maricón» claro que molesta, por la intencionalidad, pero poco a poco va perdiendo su poder gracias a la apropiación de los propios afectados, valga la redundancia.

      Con respecto a que no sean «radicales», sólo intento explicar que si el feminismo aboga por la puesta en superioridad de las mujeres por encima de los hombres, va a ser lo mismo, pero con otro color. La única manera es acabar con esa escala. Me hablas del Sufragio Universal, pero eso fue positivo porque lo que consiguió fue la igualdad. Cualquier movimiento que vaya a favor de la igualdad es positivo. Cualquiera que quiera darle la vuelta a la tortilla, no.

      En cuanto a la violencia de género y demás que hablas, comprendo perfectamente lo que dices, pero ahí es donde ha de entrar la educación tanto gubernamental como familiar, que no se está dando, desde mi punto de vista, con toda fuerza y en todos los ámbitos.

      El hashtag #YoSoyPuta no pretende decir eso y que se acabe ahí. Es sólo una herramienta más que, encima de positiva, creo yo, es útil para acabar con vejaciones constantes que emitimos (todos) en muchos ámbitos de la vida.

      El «militantismo» no lo aguanto en ninguna de sus vertientes porque he estado en varios sitios «militantes», tanto dentro como pegado a ellos y, sí, puede que ahí haya pecado un poco de exceso de subjetividad. Pero en el resto del texto no sólo es que lo haga con buena intención, es que considero que es un movimiento que, seguido, sería mucho más útil de lo que a priori parece.

      Por supuesto que tienen y siempre tendrán mi apoyo, pero el feminismo del terror y el odio no lo va a tener nunca, porque precisamente eso es lo que he sufrido durante mi infancia y adolescencia: gente que se creía superior a mí porque a ellos les gustaban las mujeres y a mí no. Y por eso mismo no voy a apoyar un movimiento que pone a los que tienen pene por debajo de quienes tienen vagina. Mi conciencia no me lo permite.

      Pero vamos, que este es un blog colaborativo y es normal que hayan opiniones enfrentadas. Si pensáramos todos lo mismo seríamos un partido de derechas.

  2. Pues yo también lo siento pero el post destila una condescendencia pelín hiriente.
    ¿De verdad hay feministas que abogan por la superioridad? Cuantas? Yo no conozco a ninguna, entre otras cosas porque la manera de llamarlas debería ser «hembristas»…Y si hay alguna ( que estará loca del coño, me temo)…¿De verdad se puede tomar como ejemplo?
    Con más de cuarenta mujeres muertas este año, con una de las mayores empresas españolas (El Corte Ingles) pillada pagándole más a los hombres que a las mujeres, con un repunte del machismo entre los más jovenes, con la nueva ley del aborto…
    Yo creo que las mujeres poco beligerantes son para lo que debían, y lo que menos necesitan es que les digan que tienen o que no tienen que hacer. Yo soy muy de opinar de estos temas pero cada vez, menos ( espero). Que hagan y deshagan lo que les salga del chichi y que los tíos lo respetemos. Y lo dice alguien quien reivindica a todas horas la palabra maricón.

    1. Flanagan McPhee

      MM, yo no creo para nada que sea condescendiente. Y considero que estáis mezclando churras con merinas, con todo el respeto del mundo. Feministas que abogan por la superioridad hay chorrocientas mil. Y cada vez, el mensaje va calando más. Y es preocupante. Y tienes un ejemplo muy claro en Twitter que no voy a nombrar porque si se nombra, es que todo va a por ella y pobrecita que es una víctima. Y no. Es la cabeza de un movimiento que le apoya y le defiende diga lo que diga y haga lo que haga. Y no es sólo por Twitter. Tiene ya columnas en medios de comunicación «serios». Que es lo problemático.

      Creo que son poco beligerantes para lo que deberían, es cierto. Pero esta es sólo una de las mil maneras que hay además de esta. Lo único que manifiesto es que el término «puta» está siendo más temido por las mujeres que nadie. Cuando es una forma de adoptarlo y que juegue a su favor.

      Todo el resto de actuaciones no están exentas. Esta es una más. Como los lazos en el pecho, como los anuncios, como… Como mil cosas en aras a conseguir la igualdad. Una cosa no quita la otra.

      1. Sé a quién te refieres y yo en la vida la he leído abogar por la superioridad de la mujer. Pero a lo mejor es que se me ha pasao algún tuit o no la leo bien, Otra cosa es que esté de acuerdo con algunas de las cosas que le he leído.

        1. Flanagan McPhee

          Bueno, sólo con el desprecio a los hombres y la asunción de «potencialidad» de todos nosotros, muy por la igualdad no está esta señora. Pero hay más cosas: replies, menciones genéricas sobre comentarios, deshabilitar una opinión por el simple hecho de estar hecha por un tío,… Y eso probablemente en ella sea una forma de ganar pasta, pero en las que la siguen es donde radica el problema.

  3. FakePlasticBoy

    Entiendo el tono y la intención del post, Flanagan. Muy bien argumentado. Lo que pasa es que, en lo que a terminología se refiere, se da de bruces con mi forma de entender el poder del lenguaje.
    Maricón o puta son sustantivos que muchos sectores de la sociedad utilizan con una intención peyorativa, despectiva, ofensiva. Apropiarse de esos términos nos hace asumir las connotaciones negativas a las que van asociados, por lo menos hasta que la RAE cambie sus definiciones.
    Yo no me llamo a mí mismo maricón porque no me identifico con los matices del significado que le dan quienes lo usaron contra mí.
    En resumen, no sé si cuando asumimos un insulto como propio estamos liberándonos de su carga ofensiva o estamos claudicando ante el enemigo.

    1. Flanagan McPhee

      Yo creo que no (es obvio, porque así lo expongo), que no claudicamos si no que ayudamos a que no sea tan doloroso. Te repito que era mi «mote» en el colegio y lo he pasado mal. No de llegar a suicidarme, pero sí de hundirme en más de una depresión (estás hablando con un niño que con 9 años estaba de psicólogo en psicólogo porque sus padres querían quitarle el mariconismo de encima). Asumirlo y usarlo en mi día a día y como apelativo «cariñoso» me ha ayudado muchísimo a quitarle poder a la palabra. Por descontado -como también insisto en el texto- está la intencionalidad de quien lo dice, pero ya es un 50% menos hiriente. Sólo es eso.

      Y, de momento, la RAE no se ha pronunciado con «puta». Está sólo en Google.

  4. A mí llamadme burro, bestia y cateto, pero creo que hay que ser beligerantes, y mucho, en el mundo de las ideas.

    Y esto es así porque, lo queramos o no, vivimos en una batalla ideológica. Siempre me dicen que exagero en esto, y así nos va. Lo repito, hay una guerra ideológica, y uno de los dos bandos se niega a admitirlo, y por eso parece que vamos marcha atrás en cuestiones como el machismo. El otro bando no se anda con chiquitas, pregúntenselo a los obispos, tertulianos e ideólogos neoliberales varios.

    El apropiarse de un insulto, darle la vuelta, despojarlo de su connotación hiriente y normalizarlo es un acto de guerrilla social perfectamente válido y extremadamente útil. El caso de la palabra «maricón», que se hereda directamente del movimiento queer anglosajón, es un ejemplo perfecto. Unos muchachos beligerantes de la teoría queer demostraron que la maniobra subversiva de darle la vuelta a una palabra puede cambiar todo un marco conceptual. No es nada nuevo, ya estaba inventado: la derecha lleva haciéndolo desde los años 50 del pasado siglo. ¿O es que a nadie más que a mí le extraña que los partidos de derecha europeos sean «populares»? Como decía antes, es una guerra de palabras en la que parece que nos da reparo meternos. Grave error.

    #YoSotPuta tampoco es nuevo. Desde 2011 el SlutWalk, iniciado en Canadá y actualmente muy potente en Londres (donde los y las putas toman Trafalgar Square en junio) reivindica en manifestación la desvictimización de la palabra «slut» (zorrón, puta) y el derecho de la mujer a estar en plena posesión de su sexualidad.

    Por lo que doy todo mi apoyo al #YoSoyPuta, pero al contrario que Flanagan McPhee yo digo: seamos militantes, seamos radicales, estemos convencidos. Yo Soy Puta, putísima.

  5. Amigo McPhee, te he leído y te he entendido, tienes toda la razón, el lenguaje está vivo, y tanto se pueden crear palabras nuevas como cambiar el significado de las antiguas, y nosotras mismas podemos darle la vuelta, como en el #yosoyputa o cuando tu dices maricón, y convertirlo en una herramienta más de nuestro éxito. Aplaudo la inteligencia con que se ha desactivado el odio que había dentro de la palabra maricón, y si te sirve de algo, yo creo el puta ya va por ese camino.
    También creo que es cierto que hay muchísimas «feministas» cuyo objetivo es instaurar una especie de dominación femenina, y no están sólo en Twitter, también las hay en otras redes, y en la calle (que las he oído con estos oídos, no me lo ha contado nadie), que es lo peor de todo, porque dañan la imagen del conjunto con una propuesta que pone tanto odio como el que quita…
    En fin, que yo creo que el mensaje es correcto y el tono más. Pero hay gente que diga uno lo que diga sólo lee lo que quiere leer.

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