Sí, claro, soy verde como el que más. Y claro que quiero ciudades sostenibles. Los tranvías me parecen un estupendo medio de transporte público. Pero es que parece que nos hemos olvidado de que en las ciudades hay personas.
Porque, al final, los raros somos los que salimos a la calle a caminar. Ya sea para pasear o para ir al trabajo o a la compra. Coches, motos, bicicletas, patinadores, corredores… Las ciudades, por pequeñas que sean, están tomadas. Y aquí los raros, de verdad, somos los que no vamos a toda prisa, motorizados, sudando o sobre ruedas…
Sí, claro que la bicicleta es un gran medio de transporte, barato y que no contamina. Por supuesto. Pero tampoco hace falta llenar las aceras de ciclistas que parece que están corriendo un final de etapa del Tour. Un paseo urbano se convierte en un slalom en el que tienes que esquivar ciclistas, corredores y cacas de perro. Los pasos de cebra (también llamados, por algún motivo, pasos de peatones) son esas rayitas blancas ante las que no hace falta pararse. Que digo yo que al ir en bici, en moto o en coche los peatones / traseúntes / viandantes se deben de volver invisibles. O algo.
Viendo que la batalla para convertir las ciudades en lugares para las personas (o people friendly, si lo preferís), creo que un día, en un futuro no muy lejano, tendremos que pedirles a los gobiernos que habiliten reservas urbanas en las que podamos descansar los peatones. Como toda especie en peligro de extinción. Un lugar sin coches, sin motos, sin furgonetas de reparto, sin bicis, sin patinadores, sin runners…
Una especie de santuario en el que, simplemente, poder caminar.
Como ciclista digo que si la administración se currara más lo del carril-bici, otro gallo nos cantaría. A todos.
Como peatón te digo que estoy totalmente de acuerdo contigo y creo, además, que es muy necesario. Pero también te digo que el civismo no lo puede poner la administración, tiene que llevarlo cada uno.