Unos 9000 espectadores en casi 360 representaciones. Esas son las cifras de la tristeza. Los datos con los que culminará una parte de la historia de nuestra escena nacional una vez cierre sus puertas ese templo mínimo, pero a la vez inmenso; La Casa de la Portera en Madrid. Un nuevo concepto, nuevas fórmulas de buscarse la vida, unos modernos, transgresores…llámenlo como quieran. Para mí fue, es y será la lanzadera hacia un teatro con denominación; espectáculo respirado. Pero hay más; exposiciones, cabaret, música…Todo lo que cabe en el imaginario de sus creadores; José Martret y Alberto Puraenvidia. Sus puertas se abrieron con un montaje de Martret, precisamente, y se cierran, en junio, con la misma obra.
Hablamos de Ivan-Off, el causante de las cifras vertiginosas del encabezado de nuestro artículo. Servidor ha tenido la oportunidad de ver este espectáculo de los sentidos o ese festival de emociones (como así lo han llamado algunos espectadores) en dos ocasiones. La primera hace tres años, al principio de los tiempos. La segunda no hace ni un mes. Por lo tanto he podido comprobar la evolución y la grandeza del texto de Antón Chejov y la de sus protagonistas. Nueve personajes que interactúan entre sí y con un público encogido en sus asientos ante tanto derroche de pasión y tristeza. No voy a desvelar nada, que ya no se sepa, de un texto clásico como éste pero sí debo insistir en la capacidad de estos profesionales de hacer que el espectador se estremezca. Es todo tan cercano que a Raúl Tejón, el protagonista, le podemos lamer las lágrimas. Un elenco que nos sumerge en un engranaje perfecto de apatía, desesperación y en muchas ocasiones una ternura casi infantil. Porque este tipo de teatro lo hacen los actores y actrices; sola y exclusivamente y en este caso todos están sobrados de talento. No hay parafernalia ni elementos traidores que nos puedan despistar de lo que se dice y se siente. ¡Qué difícil es hacer lo que hacen!
Así que me quedan dos cosas que decirles antes de terminar este artículo; vayan a ver este Ivan-Off antes de que sea demasiado tarde (repito que se marchan en junio) y gracias a Javier Delgado Tocho, extraordinario protagonista y una de las presencias que más impactan en la obra, por haberme descubierto esas dos habitaciones que son, han sido y serán imborrables para la memoria de los que amamos el teatro.
La casa de la portera está situada en el madrileño barrio de La Latina, a escasos metros del Teatro Pavón, en la Calle Abades nº24, Bajo Derecha.
Pues como que me acabo de emocionar, literalmente. Son ustedes unas perras malditas del desierto azteca.
Yo venía aquí a hablar de arte, de lo importante que está siendo el teatro pese al puto IVA, de como está resistiendo gracias a que no se puede piratear, de como ha salido reforzado cuando ha visto la posibilidad de reforzar la experiencia y el momento…
Pero he visto a Tocho y me he olvidado de todo lo que tenía que decir…
Para que luego digan que las redactoras somos malas. Cuánto amor por el teatreo desprende este post, joder. ¡Enhorabuena @Mocico!
Y por teatreo me refería al teatro, evidentemente. Dedos torpes.
Sisi…Yo también me he hecho muy fan…Del teatro, digo.
Yo veo cielos naranjas.
Pues yo al final no lo he visto :( Excelente artículo. Ya era hora de que alguien hablase en serio en este blog!!
Puedes verlo hasta junio C.
Pingback: Vengan a ver este Ivan-OFF antes de que sea demasiado tarde. « La CASA de la PORTERA