Hace unos días un desconocido me contactó a través de las redes sociales, empezó a decir que si le gustaban mis fotos, blablablá y yo siendo educado mantuve una conversación ligera pero manteniendo la distancia. En el momento en el que se me insinuó, le dije con buen tono, que lo sentía pero que no estaba interesado; a lo cual, él me respondió que me pagaría si me dejaba hacer una mamada. Sí, yo lo flipé, y la verdad que me puse hecho una hidra para decirle que quién se creía que era y lo mandé a paseo.
Comenté este suceso en la redacción y la verdad que hubo (además de mucha coña) bastante discusión sobre la prostitución. Algunos de mis compañeros dijeron que en algún momento habían cobrado o habían pagado por tener sexo con otras personas mientras que otros estaban en contra de la prostitución. Y la verdad que es un tema muy controvertido y con lo bocazas que soy no me puedo resistir a comentarlo.
Yo siempre me he considerado un acérrimo defensor de la regulación de la prostitución, siempre que se haga desde el ejercicio de la LIBERTAD individual. Aunque mucha gente dice que eso no existe o que no es posible, pienso que hay gente que lo hace porque no tiene otra forma de subsistencia o porque les gusta o qué voy yo a saber, pero no están en manos de redes de prostitución que les obligan en contra de su libertad.
Creo que si la prostitución estuviese regulada con sus cuotas de autónomos cotizando a la seguridad social, con su seguro médico, etc. la vida de l@s trabajadores sexuales sería mucho mejor, sin tanta marginación y clandestinidad. Pero claro, topamos con la falsa moral de la sociedad de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Muchos dicen que es asqueroso y luego se van de tapadillo a pagar por servicios sexuales. ¿Cómo es posible que haya tantos puticlubs en España y anuncios en carteles a plena vista en las carreteras o en los principales periódicos si no es con la connivencia de la propia sociedad?
Tengo que reconocer, que tras este suceso me he dado cuenta de que aún tengo prejuicios, sobretodo cuando se me insinúa que sea yo el que se prostituya. ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Qué sentiría? ¿Está bien para otros pero no para mí? Además, dentro de mi torre de cristal de superioridad moral, me he dado de bruces cuando soy consciente de que soy un consumidor de material pornográfico. ¿No estoy validando un modelo de sexo de pago indirectamente? Porque amig@s, ver una peli, una revista porno, un show en directo también es colaborar con el modelo de trabajadores sexuales.
¿Cuántos de vosotros conocéis a gente que haga uso de los servicios de un/una profresional?
Creo que ya es hora que se trate este tema con honestidad, sin la doble moral que contamina este tema y dejando oír a los principales implicad@s, que suelen ser l@s que menos se les deja expresar qué quieren o qué sienten. ¿Habéis pagado? ¿Os han pagado? ¿Qué habríais hecho en mi lugar? Se abre la veda para que me pongáis a parir. ¡Besis!
Pues a mí tu postura me parece muy razonable
A mí también me parece razonable!! :)
Si en realidad nadie es consumidor de prostitución…Hasta que un día te ves con 65 años, dinero en la cartera, muchas ganas de follar y nadie que voluntariamente quiera echarte un polvo…
Entonces, todo cambia.
El tema del prejuicio e incluso la deseabilidad social es el eje de este tema. El aumento de calidad de vida de l@s trabajadores del sexo en países con regulación es notable.
Me gusta como piensas respecto a este tema. Lamentablemente las mafias de tratas dificultan mucho el ejercicio, y las políticas de derechas son las q impiden la regularización a la par que se homenajean con volquetes de putas. Y ya del sector masculino ….Es aún más complicado. En fin …Deberíamos luchar por la mejora de este colectivo tan estigmatizado.