Es bien sabido que, en la época Isabelina en Inglaterra, el antisemitismo y el racismo en general estaban a la orden del día, y esto influenciaba a los escritores de la época, de manera que dichos comportamientos se reproducían en sus obras
Buen ejemplo de ello son las tragedias del autor más famoso de Inglaterra, William Shakespeare, pero, ¿Era Shakespeare antisemita o racista? ¿O tan solo una víctima de la época que estaba viviendo? Intentaré aportar algo de luz a dicha cuestión en las próximas líneas.
Si nos aproximamos a Otelo, observamos para empezar que es una de las primeras obras de teatro en las que el protagonista es de raza negra, algo que debió provocar que algunas autoridades de la época se rasgasen las vestiduras en su representación. Shakespeare no trata el problema del islam en la obra, pero Otelo es un personaje sumamente aislado en la sociedad en la que vive, y su matrimonio con Desdémona no es solo una cuestión de amor, sino de estatus, al casarse con una mujer blanca. Otelo es víctima de la envidia que siente su sirviente Yago por él, que no es otra cosa más que racismo puro y duro, un odio exacerbado que el sirviente irá demostrando a lo largo de la obra.
De hecho, el odio que Yago siente hacia Otelo nunca se explica en la obra, así que hemos de deducir que es una cuestión de racismo, que sienten también otros personajes de la obra, como el padre de Desdémona. ¿Es esta tragedia una humillación del protagonista, sostenida por el autor? ¿Es la humillación de Shylock en El Mercader de Venecia la humillación de un judío? No podemos saberlo a ciencia cierta, pero todo indica que sí, que Shakespeare sostenía un sentimiento racista en sus obras que podía pasar inadvertido a primera vista.
De nuevo, si echamos un vistazo al juicio de Shylock, la forma en que la corte le trata, y le quita todas sus posesiones podría ser considerado casi como antisemitismo, algo que era muy común en el periodo isabelino en Inglaterra.
La biblia de los cristianos no les permitía hacer dinero del dinero, es decir, la usura, ni ser prestamistas, algo que la biblia de los judíos sí permitía, y así los judíos en sus guetos eran prestamistas no sólo porque les estaba permitido, sino porque prácticamente era lo único que podían hacer para sobrevivir. Todo esto generaba un sentimiento de recelo y odio en la población en general, lo que provocaba episodios de violencia hacia los judíos en toda Europa, pero sobre todo en Inglaterra.
También, volviendo a El Mercader de Venecia, es curioso que la figura del villano es un judío, a pesar de que Antonio, un hombre de bien, le desprecia abiertamente y le insulta de varias maneras, porque es miedo lo que estos personajes sienten, miedo a lo diferente, porque es miedo lo que Yago siente hacia “El Moro de Venecia”, no puede entender cómo un hombre de su condición puede tener una posición tan respetable en la Venecia blanca. Yago desprecia a Otelo porque siente envidia hacia él, y porque no puede entender su éxito.
Pero no es sólo racismo el tema a tratar aquí. Hablemos también de sexismo, por ejemplo. Esto es algo que aparece en todas sus obras, la forma en que la mujer es tratada por los personajes masculinos. Todas eran sumisas de los hombres, como Desdémona a su padre y posteriormente a Otelo, u Ofelia a su padre y a Hamlet. Cuando veo las muertes de estos personajes, viene a mi mente la imagen de María Magdalena, y el director de cine Lars Von Trier. Creo que lo que este director retrata en sus películas son “Marías Magdalenas”.
Ésta fue salvada por Jesús de ser lapidada, pero nadie salvó a los personajes del autor en cuestión de una muerte fatal. En películas como Bailando en la oscuridad, Rompiendo las olas, Dogville o Nimphomaniac, todas son mujeres, todas despreciadas, maltratadas por la sociedad. Hay casi un sentimiento morboso en el director cuando escribía el guion de sus películas, y así lo hay en Shakespeare, por ejemplo,cuando Otelo insulta y maltrata verbalmente a Desdémona, al saber que al parecer ésta le ha engañado con otro hombre. Ella no entiende por qué le está tratando así, pero tampoco reacciona y se defiende. Permanece impasible ante los insultos y ruega que cesen.
En efecto, el patriarcado domina la sociedad por completo y sin resistencia por aquella época, hasta donde mi entender alcanza. Por todo esto, vemos evidencias de racismo, antisemitismo y sexismo en las obras de Shakespeare, expresado en el comportamiento de sus personajes. Tanto si era consciente o no de todo esto, nunca lo sabremos. Ahora vivimos en un mundo globalizado en el que el sexismo está a la orden del día, y donde existen otras formas de esclavitud que huelga mencionar. Algunos dicen que los tiempos cambian para no cambiar. Yo prefiero decir que los traumas se superan, pero las cicatrices permanecen.
Hola:
Cuando lei tu entrada no pude evitar recordar una ida de pinza de Paul B.Preciado que ví en «Orlando, mi biografía política». Paul confiesa que tanteó el nombre de Orlando para sustituir su deadname, pero lamenta que Virginia Woolf emplazase a este personaje dentro de un contexto de clase (la noble) y colonialista, por lo que lo desechó. ¿Y? Quiero decir que pensar deconstructivamente puede que esté muy bien en el siglo XXI, pero también hay que pensar con la perspectiva e intención del que hizo la pieza artística el siglo anterior.
A Paul se le escurre entre las neuronas que parte de la obra critica el régimen de primogenitura y heteropatriarcado que impidió a Vita acceder a su título y posesiones; Virginia acaba esbozando, no sólo un tierno retrato de su amante, sino también un discurso feminista bastante duro (pocas cosas cambiaron desde la dorada albión de 1600 a la de 1900 o más allá…). No, Virginia no hizo la obra pensando en tí, Paul…Pero en este siglo, poco puede investigarse ya. (Yo obligaría a su lectura a esas «feministas» que gritan que mujer se nacen, cagándose en todos los muertos de Simone de Beauvoir, arrogándose ciertos privilegios por literalmente «su coño moreno» frente a los parias que genera su discurso exclusivista). El deconstructivismo tiene estas pequeñas incongruencias, ya…
Y todo esto lo digo porque…igual podemos caer en el discurso de relativismo antropológico con Shakespeare …de nuevo. Ojalá en el futuro nos reconozcan como los energúmenos que nos zampábamos proteína animal, dejábamos a nuestros hijos enchufados a las pantallas del móvil y llenábamos de mierda nuestro propio planeta. Ojalá. Pero el discurso que en la época de Shakespeare era «lo normal» ahora nos resulta atroz (sin leche). Si ni siquiera las mujeres podían actuar…
Como documento histórico las obras de Shakespeare son un reflejo del mundo que intentó representar (un relflejo sobre todo de sus estereotipos y prejuicios). Y no niego su genialidad, pero estaba tan atrapado en su época como nosotros en la nuestra. Puedo vivir con eso. Puedo vivir con el negro de Cela incluso con los negros de Ana Rosa Quintana. Puedo vivir con los cuentos de Roah Dahl en los que los villanos, villanas, villanes eran representados como seres grotescos, gordos, con defectos físicos. Que anda que lo de reescribirlos para que no fueran tan discriminatorios de los cuerpos «diversos» tiene cojones también, acabáramos.
En definitiva, creo que aún puedo separar el hecho histórico de la ficción, y no creerme que la segunda es la primera. Tienen algo, pero de ahí a que la suplanten… ¿De verdad en esta época nos hemos vuelto tan comodones que adaptamos la obra a nuestra realidad y no hacemos el esfuerzo en comprender las condiciones históricas, sociales, políticas, económicas y culturales de su producción?
Tu post me hace pensar en el derecho moral de criticar una obra, en lo relativo de los prejuicios y en las condiciones de producción del arte. Sip, sugestivo.