Black Mirror es una serie terrible a la par que fascinante, sobre los horrores en los que puede derivar el excesivo e inadecuado uso de la tecnología en nuestra sociedad, en un futuro muy cercano a nuestro tiempo. Por supuesto, eso es algo que sólo se percibe, pues nunca se menciona el año en el que suceden las historias, por lo que no usa el formato de una serie futurista.
Abejas dron que liban flores para sustituir a las que murieron por el cambio climático, odio en las redes sociales que provoca la muerte de personas reales, gobiernos que espían a sus ciudadanos hasta las últimas consecuencias, niños a los que les implantan un filtro para no ver las imágenes violentas, máquinas para ver recuerdos, personas que definen su estatus social según los “likes” que reciben, o simplemente un homenaje a Start Treck espeluznante.
Esta serie británica fue creada por Charlie Brooker en 2012, y ganó el Premio Emmy Internacional en la categoría de mejor película para televisión/miniserie. En los años sucesivos, se crearon más temporadas, y los derechos de emisión fueron adquiridas por una conocida plataforma digital . Hay que decir que Black Mirror no es una serie lineal, ninguno de los capítulos tiene relación entre sí, y se centran sobre todo en el aspecto virtual de la tecnología, de una manera bastante cruel. Brooker juega con la mente del espectador destruyendo los iconos clásicos (el héroe, la chica guapa) y convirtiéndolos en algo horrible, que destruye todas las expectativas de un final feliz. No obstante hay algunos capítulos que tienen un final aceptablemente feliz.
Lo que más me asusta de esta serie, es que algunas de las cosas que suceden en los diferentes capítulos, ya están sucediendo. Hablemos por ejemplo del customized service o servicio personalizado. Hoy en día, buscamos, por ejemplo, zapatos en google, y al día siguiente, cuando estás mirando la programación de la televisión, se intercalan anuncios de zapatos. Cuando caminas por la calle, digamos, por ejemplo en tu barrio, te aparecen mensajes para escribir referencias sobre restaurantes, teterías, sitios en los que has comido o tomado un café. Es mi opinión que el hecho de que una maldita máquina sepa tanto acerca de tus gustos, o de los sitios en los que has estado, es propio de un estado totalitario, en el que la privacidad ha desaparecido por completo (De hecho podríamos hablar del reciente escándalo de Facebook o, hace unos años, del espionaje a Europa de la NSA en E.E.U.U).
Creo que todo esto afecta a la identidad del individuo y a su propia autoestima. La gente finge en las redes sociales ser alguien que no es real, están obsesionados con tener seguidores y por recibir “likes”. De hecho es un espejo de su propio ego, mostrando lo maravilloso/a que es su novio/novia, o sus últimas vacaciones. Siguiendo con el análisis de la serie, sus capítulos hablan de una increíble falta de comunicación (algo que ya sucede, como las páginas para encontrar pareja que han proliferado de forma asombrosa en la última década), o la crueldad del ser humano en un mundo totalmente deshumanizado.
La gente cree que controla la tecnología, cuando en realidad son víctimas de esta misma, que les controla a ellos. En uno de los capítulos, podemos ver cómo la gente obesa es brutalmente discriminada, riéndose de ellos en shows televisivos, y destinados a realizar trabajos de limpieza, como único estatus social posible.
Los músicos de éxito son elegidos en concursos prefabricados de T.v. que son más bien “realities” que otra cosa. Los anuncios de T.v. ya de hoy en día, venden cosas que no son reales. No, amigo no, no vas a conseguir a “la chica guapa” por comprarte el coche, ni una familia perfecta y maravillosa por contratar el Wi-Fi. También se muestra la increíble represión del individuo, donde la gente que no actúa según unos patrones establecidos son discriminados, marginados, tratados con desprecio y frivolidad. La serie no necesita de efectos especiales para expresar todo esto, y eso la hace una serie original y diferente del resto de series que hablan sobre el futuro. Observemos de nuevo el presente. La gente ve las películas en sus ordenadores, se está perdiendo, en mi opinión, poco a poco, el gusto por ir al cine.
Otra de las cosas que se aproxima a nuestras vidas, es la llegada de robots al mundo laboral, especialmente en las fábricas. Es evidente que esto va a crear un incremento en la tasa de desempleo. Lo que se suponía que iba a proporcionarnos más tiempo de ocio, es previsible que nos produzca más sufrimiento que otra cosa. Hay precedentes en la literatura británica, como un mundo feliz, una “utopía” de Aldous Huxley, donde la tecnología reproductiva se ha desarrollado hasta el punto de crear cultivos humanos, donde la gente está predeterminada genéticamente a realizar un trabajo concreto. En 1984, por el contrario una distopía de un mundo totalitario, el sexo es eliminado, y la gente es constantemente vigilada por una pantalla instalada en sus propios habitáculos. También hay precedentes en el cine, véase por ejemplo Blade Runner, de Rydley Scott, donde los replicantes (seres humanos artificiales) trabajan en la colonización de otros planetas, lo que se describe como “colonias del mundo exterior”. En la publicidad de estas colonias, se define como “la oportunidad de comenzar de nuevo, en un mundo lleno de oportunidades”.
El otro día, mientras estaba en el médico, una enfermera me dijo (no sé si será verdad o no ), que en China hay robots programados para atender a la gente, tal y como hacen los médicos. Si cuando me pongo enfermo he de ser atendido por un robot, prefiero volver a la época de las cabinas telefónicas.