Teníamos tantas ganas de ser como los demás, de llevar una vida como los demás o de amar como aman los demás, que se nos olvidó hacerlo distinto para no cometer los mismos errores que cometen ellos.
Me refiero a nosotros.
Me refiero a nosotras.
Maricas, bollos, trans. Todos los que llegamos tarde a esto de amar, porque los demás, los heteros, llevan siglos y generaciones practicando. Y en vez de habernos fijado bien en ellos, tomar nota e ir prevenidos, hemos hecho exactamente lo mismo cometiendo sus mismos errores. Pues menudo plan.
Esta que acabo de contar es una tesis que sobrevuela todo el rato en la novela gráfica «Laura Dean me ha vuelto a dejar», publicada aquí por Ediciones La Cúpula. Una historia de instituto donde la pandilla queer está casi perfectamente integrada en ese microcosmos de picores, hormonas, soledades y desencuentros. Freddy es la prota y,como buena millenial, hace cosas que me matan de la envidia y la admiración por esa generación a la que le damos tanta caña. Por ejemplo, se lleva a la novia a follar a casa de sus padres como si tal cosa..Tampoco tiene miedo a mostrar actitudes cariñosas en público y, siempre fuera del armario, frecuenta fiestas y bares de ambiente con total naturalidad y ojo; sin haber cumplido los dieciocho años. Pero no todo podía ser perfecto y Freddy se ha enamorado de Laura Dern, la tía más guapa, molona y encantadora del instituto y que, casualmente, también es una cabrona. Mantienen una relación tan tóxica, enfermiza y dolorosa, que Freddy está a punto de tirar por el retrete una vida bastante apañadita con buenos padres y buenos amigos. Encima aguanta desplantes, humillaciones públicas y un sin fin de rupturas, que (para colmo de la vergüenza) siempre son por iniciativa de Laura.
Pero puede que el problema no sea de Freddy. Puede que el problema sea de toda la sociedad si a eso lo llamamos «amor tóxico».y no pensamos al instante ¿Qué coño va a ser eso amor? En el propio concepto de la palabra, va implícito que el amor hace bien. Y si te hace sufrir, sentirte desgraciada, o una mierda, no es amor. Repito; NO ES AMOR.
Mariko Tamaki consigue que la historia (en principio sencilla de contar) se llene de sutilezas, detalles, momentos, frases y situaciones que te dejarán helado Y puede que reconozcas que en algún periodo de tu vida, tuviste una relación tóxica y a lo mejor eras tú el intoxicador..Dibuja la historia Rosemary Valero-O’connell, una ilustradora que se vale de blancos, negros y toda la gama de grises que puedas imaginar. Se suman al rosa, el único color que aparece discreto, desparramado en algunas viñetas. El resultado es de una elegancia y una belleza sobria que a la tercera página, te atrapa.
Para mí ha sido una gran sorpresa. Empecé a leer por curiosidad y me atrapó con ganas, me removió todo y me lo leí de un tirón. Una (supuesta) historia pequeña que trasciende los muros del instituto para hacerse universal y que da mucho de sí y mucho en qué pensar. Y si además es una gozada estética ¿A qué estas esperando para echarle un vistazo?
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