Estoy en plena resaca de London Grammar. El trío británico ha conseguido lo que pocos discos al año hacen; que me quede a vivir en su música. Gracias a internet a Spotify y demás, vivimos en un mundo donde los discos como vienen se van y pocos albumes aguantan más de cinco escuchas en el reproductor. El trayecto a ese viaje no ha sido fácil por dos razones fundamentales en una primera escucha; «Truth is a beautiful thing» resulta largo (demasiado largo) y monocorde (canciones aparentemente demasiado parecidas).
Pero por circunstancias de la vida, necesitaba un disco que poner de fondo, que me acompañara y que no fuera demasiado histriónico, movido o chillón, así que con un poco de decepción, lo he dejado sonar como música de fondo para acompañarme sin darle más importancia. La sorpresa ha sido que tras dos semanas, no me lo quito de encima ni con aceite hirviendo y tengo muy clara cual es la razón: la voz de Hannah Reid .
Entrar al segundo disco de los británicos es conocer de lleno y a fondo una de las voces más personales, ricas, potentes, únicas, diferentes, enormes y grandiosas que la actualidad nos regala. En algunas canciones te quedas con la melodía, en otras con el estribillo, en otras por sus bases y yo en London Grammar me quedo a vivir por esa voz capaz de parecer tan distinta y con tantos matices solo en una canción. De los agudos a los graves, de los falsetes a los suspiros, del rollete travistón al resacoso, me parece prodigioso lo que esta tía es capaz de trasmitir con sus cuerdas vocales. Un ejemplo claro es Wild Eyed
Es cierto que a veces echo de menos que se pongan más bailongos porque las posibilidades son infinitas visto lo que son capaces de hacer las remezclas. Escucha esto (pero escuchala entera para que entiendas lo que quiero decirte) y baila o muere:
También es cierto que muy revolucionario no es que sea lo que hacen y que corren un serio riesgo de que sea la música ideal para que le regales a una tía moderna o que suene en la sala de espera del dentista, pero mientras, no pienso dejar de disfrutar de una voz y una música que se me ha clavado en las meninges y no me deja escuchar otra cosa. No te resistas tú tampoco y no les des una oportunidad; debes darles varias para empezar a valorarlos como merecen.