No siempre las rupturas matrimoniales resultan igualmente traumáticas ni afectan por igual a todos los miembros de la familia. Una vez consumado definitivamente el divorcio entre Bernard Sumner y Peter Hook, New Order ha seguido adelante tras casi 10 años de silencio, pero no cabe duda de que en el reparto de gananciales, Hooky, ausente desde 2007, ha salido peor parado, teniendo que conformarse con defender en directo el “Unknown pleasures” de Joy Division en su gira de 2011, mientras que Bernie, que había venido actuando con New Order a espaldas del bajista, asume la custodia del resto de los miembros, y la enorme responsabilidad de no dilapidar la trayectoria de una de las bandas más influyentes y emblemáticas de la historia de la música contemporánea. Así, tras pasar casi desapercibido su proyecto en solitario con su (otra) banda paralela Bad Lieutenant, el peculiar solista ha salido reforzado recomponiendo al grupo con el oportuno regreso de la teclista Gillian Gilbert, que junto a Stephen Morris y al percusionista Phil Cunningham acompañan a Sumner en esta nueva etapa, mientras que el bajista Tom Chapman se encargará de amoldarse a la alargada sombra de Peter Hook.
Pero situémonos en el momento exacto de este esperadísimo lanzamiento. Los diez años transcurridos desde el aclamado “Waiting for the siren’s call” (2005), el hecho de ser el primer álbum de New Order sin el icónico bajista Peter Hook, la acogida poco entusiasta del incompleto e incomprensible recopilatorio “Total” (2011), o del discreto disco de rarezas “Lost sirens” (2013) siembran inevitablemente las elevadas expectativas puestas en este nuevo trabajo de los de Manchester, que no han escatimado en colaboraciones como las de Iggy Pop, La Roux o Brandon Flowers en el aspecto vocal, o Tom Rowlands (Chemical Brothers), Stuart Price o Richard X en la producción, cuyas aportaciones se reflejan en los mejores momentos de este álbum, que atesora sin duda el material más enérgico y consistente desde “Technique” (1989) y “Republic” (1993).
El primer single “Restless” recuerda gratamente a aquel “Crystal” que inauguraba “Get Ready” (2001), con menor intensidad pero seduciendo por su equilibrio, mayor calidez y su corrección de manual, con un bajo que rememora al mejor Hook, y ofrece ese salto de calidad que lo aleja de la insípida “Hellbent”, aquel lamentable single de relleno que incluyeron en “Total”.
“Music complete” roza lo sublime ahondando poderosamente en las raíces más profundas de la banda, con una producción imponente que inyecta un aire fresco a este proyecto, y su asombroso arsenal de sonidos hace que las diferentes caras que conforman las señas de identidad de New Order aparezcan fielmente reflejadas a lo largo del álbum. Así, la categórica “Singularity”, en la que Tom Rowlands imprime a las bases la fuerza de Chemical Brothers, y que podría haber sido el primer single perfecto, aporta el balance exacto entre guitarras, electrónica y vocalizaciones memorables que tanta gloria les ha reportado. Imposible pasar por alto la soberbia producción del segundo single “Plastic” (con mix de Richard X), que nos teletransporta directamente a la electrónica de Technique. Si en “Tutti Frutti” coquetean con el italodisco para acabar facturando una adictiva pieza electrodisco con teclados vintage de intenso sabor ochentero, el electro funk de “People On The High Line” exhibe un groove muy Haçienda con coros de La Roux que nos atrapa en el Madchester de los 90, mientras que las afiladas guitarras de “The Game” parecen salidas de aquella exitosa experimentación rock que practicaron en “Get Ready” (2001). Dentro de esa línea rockera de más difícil asimilación inmediata, destacan las cuerdas envolventes que adornan con fortuna la sobrecargada producción de “Academic” o “Nothing But A Fool”. Tan sólo “Stray Dog”, semihablada por Iggy Pop, con un sonido más oscuro y una producción algo cargante y desubicada, se reivindica como la única anécdota discordante entre tanta exquisitez.
Y es que el elevado nivel de la mayoría de los temas nos obliga a afinar bien el oído para distinguir esos verdaderos hits atemporales que todo el mundo demandaba en este esperadísimo regreso. Al margen de la ya señalada amable ultracorrección de “Restless”, la atrayente producción de “Plastic”, y la contundencia de “Singularity”, que desde ya pueden reclamarse como clásicos inmediatos de la banda, si tuviera que filtrar nuevas muestras de la esencia más imprescindible de New Order en este manantial de talento, me rindo ante “Unlearn This Hatred”, con bases rabiosas de pura adrenalina disco impregnada de ese aliento épico en la voz de Bernard que nos traslada a su época dorada anterior a “Republic”, y con la sobrecogedora melancolía azucarada de “Superheated”, esa joya pop a dúo con Brandon Flowers, con el estribillo más espléndido y majestuoso que han compuesto desde “Regret”, cerrando el álbum con una sensación de plenitud artística que no se puede aguantar.
Me encanta el to
el toque italodisco de Tutti Frutti, junto a Plastic mis dos favoritas del disco, de momento. Aunque me reconozco profano en la materia New Order. No sé por qué esto me parte el comentario en dos…
Fan absoluto! Del grupo, del redactor y del disco, que creo que es el que deberían haber publicado tras «Technique».
A mí tutti frutti me da un poco de vergüenza ajena :(
Y eso que a todo el mundo le encanta!
«Amor mío!!, Tu sei Tutti Frutti»
Suena de lujo
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