Silvia Pérez Cruz hace magia en directo

Y no es que sea una famosa prestidigitadora no; es que lo que hace esta mujer con la música de su voz no es de este mundo y se le podría llamar magia cósmico vocal o algo. Acompañada de Raúl Fernández Miró, el otro autor del disco «granada» llevan más de un año recorriéndose y pateando escenarios y está claro que si siguen de gira, será por algo.

Y ese algo es…No sé cómo llamarlo que no sea magia, porque se presentan en el escenario solo ella y solo él acompañados de una guitarra y DIOSMÍODEMIVIDAYDEMICORAZÓN…El ambiente casi religioso, como si de una epifanía se tratase es de los que   vas a disfrutar pocas, muy pocas veces en tu vida. Un público congelado en el tiempo y en el espacio del que apenas se escucha una respiración mientras Silvia saca una voz que está más allá de la vida, de la muerte, de lo humano y de lo divino y Raúl acompaña con la guitarra, unas veces la española y otras la eléctrica, dando el contrapunto justo mínimo, casi inapreciable, minimalista, a la voz de Silvia.

Evidentemente es una apuesta arriesgada pero se saben caballo ganador y se nota.  El éxtasis musical es comparable a lo que pocas veces he presenciado; puede que algún concierto de flamenco, las voces búlgaras, un coro de hombres cantando en la catedral de Atenas y poco más…»granada» es un disco de versiones pero la capacidad de estos dos de hacerlas suyas, propias, es increíble. Como increíble es la capacidad de Silvia para parecer que ha nacido en Brasil, Francia, Galicia, Andalucía y cantar sus músicas como si las hubiera mamado allí mismo.

Produce además mucho gustirrinín que el teatro donde la vi estuviera lleno a reventar. Es algo que me reconcilia con mis congéneres. Si después de dos discos, ya ha conseguido este nivel de reconocimiento, es que queda esperanza en este país, en la música y en que no todo es Belén Esteban y Paquirrín, por mucho que intenten hacernos creer que es así.

Si tienes la oportunidad de verlos antes de que acaben ni se te ocurra perdértelos. Sí, ya sé que me llamarán exagerao y blablabla, pero pocos, en poquísimos conciertos de mi vida he visto a tanta gente llorar (y me incluyo). Fue con esta canción ( aunque el vídeo no consiga trasmitir ni una pizca de la emoción embargante que se produce):