The Hole 2. Irreverencia en estado pur(t)o

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Este mes The Hole 2 ha hecho parada en Murcia, en el renovado Teatro Circo de la capital huertana. Seguidos por la estela de la fastuosa primera entrega de este espectáculo, era obligado acudir en la segunda.

Llegas con antelación y tomas asiento, pero no tienes que esperar a la hora marcada. Ya en marcha, Sergio Blanco como telonero del maestro de ceremonias está en modo verborrea. Chispeante (aunque suene a atributo pastoso). Paseando por el público una lengua viperina, retoma el cliché de “la marica mala del cabaret”. Pero nena, con calidad y con tino.

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Y para hacer amena la espera también puedes regodearte en pedir a los camareros tipo efebo torneado que te traen las copichuelas.

Comienza el espectáculo. Un show donde se expone lo provocativo, lo divertido,  el dar la vuelta a lo cotidiano, ensalzando lo frívolo, huero a veces, pero siendo conscientes de ello, sin culpabilidad. Edu Soto (sí nena, El Neng, yo también lo odiaba pero aquí no tiene nada que ver). Maestro de ceremonias en esta noche (van alternando con otros actores), con una aparición en escena bastante singular, plantea una filosofía de vida desde un distinto ángulo. El disfrute del ahora, el CARPE DIEM universal que muy pocos se aplican aunque todos lo parafraseamos y la ironía en torno a las miserias humanas organizan un guion que te llega fresco, envolvente y que te cala, maricón.

Para el que vio la primera toma de esta singular revista (y para el que no), la función estructura en torno a la relación de amor del maestro de ceremonias y una rata. Sí, cari, una rata. Con sus 6 tetas. Y a raíz de esto figuran una serie de números musicales y del artisteo circense, la mayoría sorprendentes y numerosos. Combinando copla, synthpop… con un columpio más alto que el de Heidi o contorsiones y equilibrios que a más de uno nos dolía de lejos. Una caterva de profesionales que imbrican sus destrezas a lo largo de la función con un resultado espectacular.

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Cabe mencionar a la gran Vinila Von Bismark. Irreverente. Impía, como diría Rouco. Hay que verla y saborearla para opinar.

Un ritmo acertado en el que se estructura The Hole 2 en casi 3 horas de duración. Y en el que se tira de la tecnología y lo in. Del feedback total con el público (4ª pared…¿qué coño era eso?). Que todo eso anima y transfiere el sentido puramente ocioso que el show quiere transmitir. Ir a los bajos fondos de la moralina del de a pie y sacar de un tirón de pelos a la políticamente incorrecta que todos llevamos dentro. Y paseando rabos y tetas por doquier (buenos rabos y buenas tetas, oye). Provocador y con buena música, ¿qué más quieres?

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En conclusión, una revista actual, frondosa, divertida y que toca el alma. Para bien.

¿Tendremos The Hole 3?

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