Esto, queridos, es una frase del ínclito Manuel Fraga cuando era Ministro de Gobernación en 1976, a quien varios de vosotros habréis tenido la suerte de no conocer más que en su (larguísima) decadencia, bien cargadita de mensajes y deposiciones fascistas en cualquier caso.
Se ha escrito tanto y tan bien sobre por qué manifestarse, este y otros años, que presiento que no voy a dar ningún argumento original y, desde luego, nunca mejor escrito de lo que vengo leyendo estos días, pero es importantísimo que sepamos una cosa.
Las conquistas que se han producido durante los últimos veinte años han costado mucho, y se han pagado muy caras muchas veces. Yo mismo, que me tengo por persona joven, he asistido de adulto al cierre de una discoteca con estampida de los asistentes porque nos esperaban nazis con bates de beisbol en la puerta, y también –entre otras lindezas que se acaban diluyendo de puro cotidianas-a que me hicieran pintadas homófobas en el pupitre… ¡de la fa-cul-tad de Publicidad!.
No lo olvido. He sido testigo también al fenómeno maravilloso de pasar de una serie con “gais” en la tele, a que ahora esa sexualidad pueda no ser parte necesariamente esencial de una serie en prime time, a los besos y abrazos sin reparo en las calles de algunas ciudades ante gestos atónitos y sonrisas cómplices. El matrimonio homosexual, (y no la pareja de hecho ni el contrato civil-se llama matrimonio), a leyes de transexualidad integral…
¿Sabéis la maravilla que supone que ya muchos de nosotros podamos besarnos en la calle y protestar si hay agresiones? ¿Lo importante que es que la homofobia pase a ser parte del debate público, si bien precisamente a veces por su dificultad para erradicarla?
Mucho esfuerzo. Muchos años. Mucha piel a tiras. Debemos manifestarnos, no sólo por el acertadísimo lema de este año (por los que no pueden hacerlo), sino por el inmenso trabajo que queda por hacer y, por supuesto, como un homenaje a todos los que se han partido la cara por las conquistas de hoy. Hasta la más trivial es importante.
La manifestación en la que reivindicamos el orgullo de pertenecer a esta estirpe es una renovación poderosa del compromiso con nosotros mismos, con la sociedad que queremos y con nuestra libertad.
A los más jóvenes os hablo, desde aquéllos que hemos vivido en varias épocas: no nos olvidemos de que todo es reversible, que vivimos tiempos oscuros retrógrados y que DEBEMOS salir a grita bien alto y a dejar MUY claro que NO DAREMOS NI UN PASO ATRÁS.
La calle es (y será) NUESTRA.
B-R-A-V-O
No puedo estar más de acuerdo!! :)
Muy requetebien dicho!
Bravisimo! pero no debemos olvidar también manfestarnos en nuestra vida cotidiana.