Estrenamos esta sección con una película de 1979 hoy día considerada una de las joyas del cine español: Arrebato, de Iván Zulueta.
Iván Zulueta fue un excelente pintor y cartelista: suyos son, por ejemplo, los impactantes carteles del primer Almodóvar (quien va a aparecer en esta crónica hoy y me parece que bastante por esa sección), como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón o Entre tinieblas. También realizó muchas exposiciones de su obra pictórica. Sin embargo, la película fue incomprendida en su momento (aunque en Fantasporto se llevó varios premios) y supuso un fracaso comercial estrepitoso; hoy en día, sin embargo, varios críticos la incluyen entre lo mejor del cine español e incluso mundial (They Shoot Pictures, don’t they?).
Y ¿por qué ese cambio de opinión?
Pues por el progresivo agilipollamiento de la sociedad, probablemente.
Básicamente, Arrebato se reeditó en el año 2002 (ese año arrasaron Operación triunfo y El señor de los anillos, no digo nada y lo digo todo) a través de El País y fue eso lo que en parte le catapultó hacia el aura de culto que tiene hoy en día. Porque si algo sabemos es que lo que dice El País y repiten las moelnas es la verdad sagrada, y he conseguido escribir esta última línea sin descojonarme. Pero me ha costado. Es más difícil si además estás bebiendo algo, claro que entonces no podría escribir. Cagüentó, ahora me ha venido sed.
Ya estoy divagando.
El caso es que Arrebato dista muchísimo de ser la obra de arte que la crítica y los cinéfilos aseguran que es. Es fácil ver en Pedro, el cinéfilo atormentado al que interpreta Will More (modelo madrileño de yonki belleza, le hubieran ido mejor las cosas en los noventa) un trasunto del propio Zulueta, quien, según la Wikipedia -y la voy a fusilar aquí, como Héctor del Mar en el pressing catch, sólo que en vez de tíos buenos en speedo aquí tenemos a Eusebio Poncela antes de convertirse en Marisa Paredes- nunca acabó de superar la incomprensión de Arrebato y renunció al cine en favor de su salud mental (a la heroína en cambio creo que no), pero eso no la convierte en una genialidad, ni tampoco el hecho de que en su momento la viesen sólo cuatro espectadores.
Rápido… ¿Eusebio o Marisa?
En primer lugar, el cine (la imagen) como una obesión/adicción que duele, vampiriza y destruye no es una temática especialmente original. Es la evolución natural y trasladada a nuestros días (buenos, los días de algunos de ustedes, porque yo soy mucho más joven) de todas las biografías de artistas devorados y atormentados por su propia creación. Alberto Greco, que llegó al suicidio para crear la obra de arte definitiva, sería el ejemplo más extremo; en un lado menos radical tendríamos a genios víctimas de su propio talento, como Van Gogh, Edgar Allan Poe, Antonin Artaud o Frida Kahlo. Varios de ellos sólo fueron reconocidos tras su fallecimiento; el caso más sangrante es el de Frida Kahlo que, una vez en ultratumba, fue homenajeada en una canción de Marta Sánchez. Pero es que además, amiguitos, Pedro no es un artista, sino un mero aficionado que rueda cosas en Super 8. Arrebato es el camino al infierno y la destrucción de un individuo por su adicción a algo a la que no puede renunciar (el tema de las drogas se muestra abiertamente durante toda la película, pero la auténtica adicción de Pedro es el cine, y son las substancias químicas las que le ayudan a superarla). Soñar es lo que mantiene despierto al protagonista. Y esa batalla entre sueños, ensoñaciones, realidades y obsesiones ya se lleva tratando desde los tiempos de Cervantes y El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Y seguramente habrá ejemplos anteriores y les parezca muy traído por los pelos, pero en ese caso les diré que la sección es mía. Móntense ustedes mismos una y me ponen a parir, pero con enlace aquí.
En su posible intención de demostrar que el cine puro es imagen pura, y que como creador es lo que realmente cuenta, transmitir sólo con la imagen, en la película queda claro que lo que más obsesiona al protagonista (y por extensión se entiende que a Zulueta) es la parte visual. Si no no se entiende que el audio en muchas ocasiones se pueda calificar de una puta mierda. Que si, que el equipo de sonido se le rebotó a medio rodaje, que hubo que rehacer casi toda la pista de audio (y algunos efectos de sonidos SÍ son eficaces en la creación de una atmosfera tensa), pero, quillo, cúrrate un poco más el post-doblaje. Lo explico mejor luego.
Por una parte, una de las características que se elogian del filme es su mezcla de formatos y géneros. Pongámonos pseudointelectuales y clasifiquémoslo como un onírico híbrido de terror en estado puro y drama sobre el proceso de creación artística.
Terror.
¿Seguro?
¿Nunca han escuchado el concepto “comedia involuntaria”?
Pues aquí se aplica perfectamente. Hay varias escenas que -ya sin ser pseudointelectuales- llevan al despolle más absoluto. Una de las más notorias es cuando aparece el personaje de Gloria (Helena Fernán-Gómez. ¿Alguien sabía que el genio de “¡A la mierda!” tuvo una hija actriz?), encarnando a… no se sabe qué. ¿Un transexual? ¿Una pilingui? No queda muy claro la función de este personaje. Probablemente era meter un interludio cómico entre tanto drama (coff, coff) y tensión (awwwwn… ¿cuál es la onomatopeya de ls bostezos?). Y de no ser este el objetivo, lo consiguieron sin querer. Porque a la actriz, y a causa del problema con el sonido mencionado antes, la dobla Pedro Almodóvar.
La dobla Pedro Almodóvar.
La dobla Pedro Almodóvar cuando era más conocido como cantante que como director.
La dobla Pedro Almodóvar poniendo su voz de imitar a mujeres en las canciones de Almodóvar&MacNamara.
Y se supone que esas escenas son climáticas y reveladoras y uno ha de tomárselas en serio. Como cuando Mel Gibson sacaba al Diablo en La pasión de Cristo. O como cuando jugando al Atmosfear te ponías a jugar con los graves y agudos y ponerle al Gatekeeper voz de pitufo.
No es éste el único problema de “Arrebato” con las voces. La narración de Will More acompaña en voiceover toda la cinta – por cierto, si el guión es tan genial y las imágenes tan poderosas, ¿qué necesidad había de TANTA voz en off y flashbacks? ¿Eh, eh?- y, lamentablemente, al actor le faltan registros y tonos para emocionar o tensar. Carece de la grandiosidad (y de los matices) que requiere una voz que va a dominar toda la película. En ese sentido, fracasa igual que Rubén Ochandiano en la por lo demás notable Los abrazos rotos (2009), de Almodóvar, que comparte algún que otro punto de conexión con Arrebato. La escena casi final de Marta (Marta Fernández Muro) está fatalmente doblada, con menos sincronía que cuando servidor intenta bailar sexy. La gran cagada aquí es que además justo esa escena es un primer plano prolongado de la actriz, y uno se pregunta si no podrían haber usado algo de lo que ya estaba rodado para insertar planos que disminuyeran un error que salpica ridículo por todas partes.
Lo de la mezcla de formatos tampoco es tan convincente ni tan poderosa como la cinefilia asegura. Los vídeos que rueda Pedro no son imágenes especialmente evocadoras ni emocionantes. Tampoco perturbadoras ni intrigantes, ni siquiera estéticamente hermosas. Parecen vídeos colocados al tuntún sin propósito narrativo ni efecto dramático. González Iñarritu tomó muy buena nota y lleva desde “Amores perros” metiéndosela doblada al mundo.
Respecto a la dirección de actores… vamos a perdonarles teniendo en cuenta que la mayoría de ellos estaban empezando y después han sido grandes, varios de ellos incluso convirtiéndose en chicas Almodóvar, como Cecilia Roth o actrices respetadas, como Eusebio Poncela. Will More es una cara mona con cierto carisma, pero no un actor. Sin embargo, las actuaciones de Fernández Muro o la (para mí desconocida) Carmen Giralt son de vergüenza ajena, y lo dice alguien que es fan de Sandra Bullock. De hecho cuentan que Megan Fox y Yola Berrocal eran fans de la película y se informaron de en qué escuela habían aprendido intepretación las actrices de Arrebato.
-Marisa, ¿ a que parecemos Telma y Louise?
-¿¿QUIÉNES??
-Uy, nada… es que estamos en una obra TAN avanzada a su tiempo…
En resumen, vean Arrebato si quieren ver una obra bastante fallida sobre el material del que están hecho los sueños. No funciona ni como drama, ni como cinta de terror, ni como reflexión sobre el proceso artístico, ni tiene imágenes especialmente potentes ni evocadoras. ¡Se aburrirán pero les servirá para ligarse a muchas modernas hipsters y también a críticos de cine gordos!
Uy, la tengo regalada hace tiempo en DVD, pero aún no ha caído! Procederé debidamente.
Se me han quitado todas las ganas de ver esta «obra cumbre» que ya de si me daba bastante pereza…
La vi en un cine de Bcn en 2002 cuando su reestreno y no podía creerme la tomadura de pelo que estaba viendo.
El cartel de Pepi, Luci Bom no es de Zulueta, es de Ceesepe.
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