Por fín está en las librerías la tercera novela de Francisco Javier Olivas y, como era previsible, no me ha defraudado en absoluto.
El olvido de todos no es una obra larga, pues ni siquiera alcanza las 200 páginas. Narra una historia miles de veces sucedida en forma, pero muy especial en esencia, que se desarrolla de un modo tan intenso que se puede leer en una sola tirada. La cantidad y calidad de información que transmite, con una fluidez y realismo enormes, sitúa al lector al borde del grito de impotencia, de rabia e indignación, alcanzando unos niveles de crudeza realmente duros.
La trama se desarrolla en torno a las vivencias del protagonista, Diego, en momentos y lugares concretos de su vida, pero con 55 años de diferencia entre sí. Como es natural, voy a procurar no desvelar datos importantes, pero debo decir que El olvido de todos, a pesar de mostrarnos una parte de los años de mayor oscuridad de la historia reciente de España, permite resquicios por los que se cuela la luz, el deseo, la esperanza, la posibilidad de amar e incluso la ternura entre dos hombres. Motivo suficiente para que os invite a conocerle.
Diego muestra la profunda herida que arrastra durante toda su vida, un dolor que no cesa, una tristeza que no se mitiga y que se recrudece por un suceso simple, accidental, que casi carecería de importancia en otro escenario que no fuera el de la vida del protagonista. Tambien deja patente cuan profundo puede ser el terror y cómo marca a las personas hasta convertirse en una carga inmensa, tan espesa que ahoga incluso el lamento. Todo es silencio, introspección. Prisión construida por otros, pero conservada y refortificada por él mismo dentro de una soledad sin fin, con unos agravantes que lo hacen todo aún más triste: la costumbre, el hábito a la derrota completa.
Los espacios donde se desarrollan los acontecimientos -alguno ficticio, pero muy bien traido a la realidad- me resultan muy cercanos por tener la mitad de mi sangre arraigada en esas tierras, un factor que aumenta mi conmoción. Los hechos son aún más emotivos, pues he tenido conocimiento de algunos de ellos por boca de personas que ya no están y por escritos que han procurado dejar constancia de su existencia.
El trabajo de documentación de Fran es impecable, no puedo calificarlo de otra manera. Y esta obra, como muchas que giran en torno a la ignominia que sufrieron millones de personas en nuestro país, se hace muy necesaria y oportuna, pues nos pone sobre aviso de lo que nos acecha muy de cerca. No pudo llegar en mejor momento, así como todas las que versan sobre la misma parte de la historia que tantos indeseables desean enterrar en las mismas cunetas donde yacen las víctimas de sus, en muchos casos, antepasados.
Y he aqui el doble homenaje: a las víctimas del genocidio franquista y a las vidas queer que no pudieron ser.
Por último, debo comentar que toda la obra está iluminada por la luz de uno de los astros más importantes e influyentes de nuestro universo artístico, dejo a vuestra perspicacia descubrir de quien se trata. Tambien dejo a las mentes lectoras de las palabras de Fran extraer sus propias conclusiones, aunque voy a compartir la mía y es que el silencio lleva al olvido y, todo esto, a la repetición de los peores hechos de la historia.
Sobre el autor ya hemos dado algunos datos en otros artículos. Nació en Pinos-Puente, un bonito lugar de la Vega de Granada hace no muchos años. Es Biólogo Marino y tambien Psicólogo General Sanitario. Combina ambas profesiones/actividades siempre que le resulta posible, pues acude a centros de enseñanza secundaria para hablar de LGTBIfobia principalmente. Ha publicado El Tercer Lobo y La Memoria Prestada, de los que ya hablamos largamente y consideramos muy importantes para la educación y concienciación contra la violencia hacia las personas LGTBIQ en todos sus ámbitos.
El libro ha sido editado por Esdrújula Ediciones y la portada es de Daniel Cabrera Podéis encontrarlo en vuestras librerías habituales y en la propia página de la editorial.
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