¡Hola señoras y señores! ¿Cómo están? ¿Me han echado de menos? ¡Espero que si!, porque, ¡nunca le digas a un Moco-Loco lo contrario! No sabes de lo que somos capaces… podríamos escalar hasta tu cerebro mono-neuronal, pegarle cuatro velones a tu autoestima y dejarte más loca que la Aída Nízar.
Pero bueno, pensamientos killer aparte, esta semana me siento removido y quiero contarle por qué. Seguramente me tengan por un Moco-Loco, marica, mordaz, ácido e irrespetuoso (…y seguro que muchas cosas más), pues he de decir que no van mal encaminadas “hijas de putin” pero bueno, en el fondo, uno tiene su corazoncito y sus sentimientos bien guardaditos en un cofre de hierro en lo más profundo de su ser. (No os diré como llegar a él, pero está oscuro)
Esta semana me han obligado a visionar desde mi fosa nasal la nueva serie de Netflix “Heartstopper” y… ¿Qué puedo decir? ¡Hijo de puta el marica de mi host! ¡Que jartá de llorar! Pero sobre todo, vaya un removimiento de entrañas que tengo toda la semana. Porque, ¿quién de vosotras no ha tenido un “Nick Nelson” en su vida?
Para las que aún no la habéis visto, se trata de una serie de adolescentes pubertosos ingleses que aún no saben ni quién son en este mundo y que empiezan a experimentar con sus cuerpos y sus corazones.
Está basada en la serie de cómics del mismo nombre creados por Alice Oseman y llevados a la pantalla por el director Euros Lyn. La serie es una pequeña joya y la verdad, que la única pega que podemos ponerle es ¡que sea tan corta!
Los personajes están muy bien desarrollados y plasman más o menos, los diferentes colectivos LGTBIQ+. Tenemos al chico gay protagonista (Charlie), su amigue trans (Elle), su amigo hetero friki (Tao), el gordito señora gracioso (Isaac), las amigas bollis (Tara y Darcy) y por supuesto, el chico guapo (Nick). Para descubrir su papel en toda esta historia tendréis que ver la serie.
En fin, una serie de las que hace unos años nos hubiese venido muy bien tener a mano para aclarar nuestras mentes pensantes y darnos cuenta de que lo que nos pasaba no era tan raro.
Pero a lo que yo iba… ¿Quién de todas ustedes no ha sufrido en su vida un “Heartstopper”? (Para las señoras de EGB “Amor de Infarto que te para el corazón”)
Yo recuerdo perfectamente a mi Nick Nelson.
(NOTA: ACTUALMENTE TENGO MARIDO Y CON ÉL TAMBIÉN HE TENIDO MI HEARTSTOPPER PARTICULAR!!! PERO LO QUE OS CUENTO ES PORQUE SOY UN BOCAS Y ME GUSTA COMPARTIR HISTORIAS DE ABUELA CEBOLLETA)
Allá por los dosmiles y pico, me hallaba yo parramboleando por la ciudad de Valencia. Con mi cabello ondulado al viento, paseando por la modernidad y montada en mi aura de artista bohemia. Siempre había sabido que trabajar en lo educativo con niñes era mi sueño y sin saber yo na del mundo docente, me metí a un curso de monitor de tiempo libre. (La señora, payasa)
Por este tiempo yo había tenido mis novias pero tenía la mente muy abierta a todo. Era una moderna de mierda.
Recién salido de una crisis a lo Britney Spears donde mis 3 compañeros de colegio mayor habíamos cortado con nuestras novias a la vez y habíamos hecho actividades hetero inmersivas para salir del bache tales como ver en grupo el “Diario de Bridget Jones” y comprar una botella de 2 litros de Ballantines para perder el conocimiento ahogados en lágrimas y alcohol. Visto con distancia, ¡todo muy Almodovariano!
Pero a lo que íbamos, allí estaba él. Primer día de clase, todos niñitos menos él, dos años menor que yo. Un chico delgaducho, morenico, un poco desvencijao y más soso que la Carmen Papada. Vamos, ¡todo un partidazo! Hoy en día lo pienso y digo, ¿qué coño te pasa localcoño? ¿Estabas cegata o qué?
Pues mira, dos clases juntos y un par de dinámicas de grupo y «amigos forever». No nos despegaban ni con espátula. La verdad que nunca había sentido algo así por nadie y eso que 2 semanas antes estaba en una habitación con 3 maromos llorando mientas que veíamos una peli. Yo pensaba, ¿esto es tener un amigo de verdad?
Pues bueno Moco-Loco, no ibas mal encaminado, pero claro, como no eres intensito ni nada, allá que sigues tu pico y pala, pico y pala y ¡puff! De repente un día sales de fiesta, agarras la menopea del siglo y al día siguiente amaneces en la cama al lado de “tu mejor amigo”. Sin saber muy bien qué ha pasado y con un dolor de cabeza brutal piensas… ¿Y mi cubata? ¡Coño! ¡Alcohólica de mierda! ¡Céntrate! Todo va bien hasta que te das en cuenta que estás en cueros y él también.
Entonces, por un momento, te erizas y pierdes el aliento. Amiga, ¡aquí tienes tu “heartstopper”!
Disfruta del momento, del recuerdo dulce de ese último cubata de la noche, (calentorro porque no quedaba hielo) y esa canción de verbena que bailaste hasta la muerte sin pestañear ni un segundo.
Disfruta de todo esto porque la magia de las mejores películas es tan fugaz como ese tren en el que te montaste junto a él, en silencio, con tus gafas de sol cual Pantoja al salir de prisión y paralizado sin saber qué decir porque en tu mente se mezclan las explosiones de los fuegos artificiales con la vergüenza y la culpa de haber traspasado la delgada línea que separa la amistad del amor. Y por cierto, a todo eso añade que no sabías ¡que podías ser maricón! Porque recuerden ustedes que hace 2 semanas lloraba por una hippie de bellas artes que me había dejado para liarse con mi mejor amigo.
¡Madre mía! Vaya un momentazo. Difícil de olvidar cuanto menos. ¿Y después? … Pues como dice el gran Mocojandro Sanz “después de ti no hay nada”. Después del cielo llega el infierno y todo se va desmoronando. En mi caso, la historia no tuvo un final feliz (lo siento por las maricas que cagan unicornios), pues mi Nick no quiso dar el paso de seguir adelante en algo nuevo que no controlábamos. El huracán de emociones desencadenó una turbia niebla de mensajes de texto cargados de esperanzas y reproches a partes iguales. Y aquella amistad fraguada entre dos jóvenes mentes dulces e inocentes cayó en el olvido dando paso a la nada.
Años inciertos de silencio y añoranza tratando de olvidar un amor que nunca había sentido. Un amor adolescente y puro que rara vez volverá.
Es triste, pero aprendemos de los errores y aunque volvemos a enamorarnos nunca llegamos a entregarnos de esa manera de nuevo en nuestras vidas. Casi como dos funcionarias asesinas huyendo de la policía con unas perlas ensangrentadas.
Después, el tiempo sigue pasando. Y la vida es muy caprichosa. Hace que te reencuentres con tus fantasmas y que sigas lidiando con ellos hasta dominarlos.
Hasta aquí la historia de mi primer romance desordenadamente ordenado y el epílogo de otras tantas que aún llegarán.
Gracias por acompañarme en este episodio remember de ¡Exta si, exta no! No seáis muy malas conmigo cerdas, que es cierto que lo pasé muy mal y sobre todo, ¡nunca digáis que no a un Heartstopper!. Porque aunque duele, puede ser que os reporte la mayor felicidad de vuestras vidas.
Por cierto, mi Heartstopper de hoy en día tampoco está nada mal. Y sinceramente, creo que he ganado mucho con el cambio. Yo siempre diré: “¡Te lo perdiste perra!”
Hasta pronto. Moco-Besis verdes para todes.
«No está nada mál» como definición de marido.
Menos mal que era más bonico que nah
Ya sabes lo que dicen: Si te gustó la primera temporada te encantará la segunda…