«Heartstopper»: nostalgia de lo que no fue

No te fíes de lo que cuentan de «Heartstopper«, la nueva serie de Netflix de la que todo el mundo habla porque no tiene nada de original,  ni de novedoso, ni de revolucionario, ni los actores son un descubrimiento,. Es una historia de amor de unos adolescentes en un instituto como hemos visto cienes y cienes de veces, donde hay tonteo, se conocen, luego vienen las dudas y por fin llega al amor. Ya se sabe; chico conoce a chica, chico pierde a chica, chico recupera a chica…¿No era así?  Pues va a ser que no. Porque la novedad es que es la primera vez que vemos que la pareja prota son un chico y otro chico. Estamos en 2022. Repito; hemos tenido que espera a 2022 para ver algo parecido a esto:

Seguro que hubo otras pelis y otras series antes pero pocas han alcanzado tanta trascendencia y habría que preguntarse la razón que ha hecho que tíos con canas en los güevos se emocionen y hablen maravillas de una serie de quinceañeros que no deja de ser una historia de lo más normal donde todo el rato esperas una tragedia o un megadrama y resulta que no. Por cierto que no es una serie original porque está basada en un cómic de Alice Oseman.

 

«Normal». Esa puta palabra odiosa que significa cero porque no hay nada ni nadie en el mundo que sea «normal» pero es ideal para que te discriminen y te digan que tú no lo eres. Tal vez deberíamos usar la palabra «habitual» para ser más certeros. Y esa serie retrata justo lo que no tuvimos muchos de manera habitual en nuestra vidas cuando fuimos adolescentes y el instituto era un campo de batalla. Aunque peque de egocéntrico, me pongo de ejemplo porque seguro que muchos se identificarán con lo que cuento: yo no tuve noviete y ni una puta posibilidad porque me aterraba que alguien  se enterara de mi condición, como si la pluma no fuera estigma suficiente para que un día sí y otro también tuviera que aguantar alguna broma chusca, alguna hostia, algún encerrarme en los vestuarios del gimnasio.

Pero hubiera sido tan bonito poder amar y ser amado, realizarme como persona como veía a mis compañeros hacer porque en cada excursión o cada viaje salía una pareja nueva y me moría de envidia de verlos besarse, disfrutar, mostrarse naturales delante de todo el mundo como yo nunca pude. Ojalá hubiera tenido esos besos en vez de hostias, esos principios torpes donde aprendes con la edad y no cuando ya tenía cerca de veinte años y arrastraba mil traumas que tuve que ir quitándome de encima y de hecho, dudo que haya conseguido quitármelos del todo a estas alturas que ya he vivido mucho más de la mitad de mi vida. Hubiera dado todos mis ahorros por pasar las noches enviando mensajes de amor, viviendo la emoción de una llamada, el descubrimiento de la sexualidad y la sensualidad que me hubiera hecho una persona como el resto y así no creer que durante muchos años yo, por ser marica, no merecía enamorarme ni tendría ni esa posibilidad. Me veía maldito, averiado, imperfecto e indigno para que se enamoraran de mí y por eso cuando llegó el momento tarde muchísimo en asumirlo y en creerlo, haciéndolo más tortuoso y complicado que al resto de gente  que era «normal». 

Que yo llegara a creer que no merecía enamorarme (ni intentarlo) era también «normal» porque no tuve ningún referente, ni tuve una serie, un comic o un libro donde pudiera verme reflejado con mis ansias, mis deseos o mis traumas para comprobar que había otros como yo y sentirme mucho menos solo, menos raro y más «normal». Por eso aunque yo no lo haya vivido, me alegró tantísimo que haya una generación de adolescentes actuales que sí puedan disfrutarlo y sentir que alguien, en una plataforma, les está dando voz. Se sentirán mucho menos solos y aunque no se enamoren (ya les enseñará la vida que el amor no es ni mucho menos ni la salvación ni la panacea) comprenderán que ellos sí son dignos de ser amados y se querrán un poquito más. Al menos se querrán más de lo que yo lo hice.

Por eso, cuando por fin creíamos que ya lo estábamos consiguiendo y que otras generaciones no tendrían que aguantar lo que sufrimos nosotros, llega esta nueva ola de mierda facha que pretende de nuevo quitar nuestra presencia de sitios (los institutos y colegios) donde hace tanto bien, sea en Rusia o sea en España con el puto pin parental, o sea en Florida donde recientemente se ha prohibido que un profesor pueda siquiera usar la palabra «gay«. No te engañes que no es que piensen que se contagia; saben que sin referentes un adolescente se sentirá mucho peor y más solo y tal vez coquetee con la idea del suicidio. Gente que suele ser de los que se llaman «provida» y por eso se muestran beligerantes con el aborto, pero si ese niño llega a nacer y resulta que les sale gay, hacen todo lo posible por joderle la vida y si ya de paso se suicida, ese trabajo que les ahorran.

Reconozco que he llorado mucho sobre todo en el capítulo final con ese Nick diciendo frases tan gloriosas y bonicas que yo nunca escuché, por eso tal vez no lloraba tanto por ellos como por el adolescente que fui y me queda la sensación de que me robaron unos años donde más bonico y tierno era vivir y enamorarse. Está bien que disfrutemos de esta serie «normal» los que nunca pudimos disfrutar de algo parecido . Pero mejor estaría que no tratáramos como algo «normal» lo que en pleno siglo XXI sigue siendo una excepción. Así que tengo malas noticias; o luchamos con uñas y dientes porque se sigan viendo series parecidas, salimos del armario, defendemos nuestros derechos, nos colectivizamos (si Ayuso lo odia es que es lo que hay que hacer) o en  pocos años es posible que volvamos al punto de partida, de regreso al oscurantismo de sentir nostalgia por lo que nunca tuvimos. Que eso ocurra o no, está en nuestra manos. 

12 comentarios en “«Heartstopper»: nostalgia de lo que no fue”

  1. Gracias por tu reseña y los comentarios que has anclado a tu propia vida que fue la de muchos allá por los años 80 ,en mi caso al menos , cuando , desde mi jaula de cristal veía pasar la vida y maldecía en silencio que aquella vida con sus misterios y emociones pasara de mi simplemente porque era diferente.
    Referentes. Eso es lo que eché de menos todos aquellos años . Y miedo a no haber desarrollado una sexualidad relajada y desinhibida . Siento que perdí mucho por el camino pero gracias a mí tesón y mi deseo de ser amado y amar a alguien que hoy puedo girar la cabeza y tener al hombre de mi vida a escasos centímetros de la mía como desde hace casi 25 años . No pude tener una adolescencia como los protagonistas de esta serie pero puedo sentarme con mi sobrino y verla los dos juntos porque quien sabe si algún día él , aparte de a mí , necesitará más referentes .

    Gracias otra vez por recomendarnos esta serie.

  2. los celos, el romantizar el control, la posesión, el querer mandar sobre otra persona, etc. todo esto también sigue estando presente en esta historia y nadie va a dedicarse a decir la verdad, toda la verdad, para perder visitas y seguidores a su página o a su cuenta en redes sociales. pues eso. todo lo que hay en cualquier relación monógama y tóxica está muy bien retratado. y deberíamos poner el foco en esto, porque no se trata de democratizar las relaciones tóxicas y decir «ay, mira qué bien, los hombres gays tienen derecho a verse reflejadas en ellas». y lo peor es que haya personas, tengan la edad que tengan, que leen el cómic y ven la serie y toman estas relaciones como el modelo a seguir. así que no, ninguna nostalgia me da a mí lo que se cuenta en esta historia [agradéceme que te he regalado al menos una visita a tu página)

    1. Puesss… No se qué pensará el autor, pero con «visitas regaladas» como éstas, yo casi preferiría ahorro en tráfico de datos y comentarios. ¿Seguro que hablamos de la misma serie?

    2. Señor Meninges

      Pero, pero… Tu no has visto Heartstoppers… Con 15 años que quieres? Que se monten un bukakke? Se vayan de chill y tema? Así no perpetúan el cliché de la monógamia? Dildos tienen que salir? Joder…

    3. Pero ¿Esta señora quien es? ¿Quién la ha traído?
      Me da grima y pena a partes iguales.

  3. Nacida Samantha

    Si que da la serie de si, si..
    Me parto con lo de al salir de clase y se ha escrito un crimen.
    Puede que sea flojita, pero me parece que os ha enganchado bastante y la habéis visto hasta el final y os ha tocado la patatita un poquito… eso ya es algo, no?
    Los gays necesitamos estar en ese tipo de historias también, en las que nada pasa y todo fluye fácilmente. Aunque no seamos protagonistas. Aunq seamos los más sosos del insti y no representemos a nadie.
    Quiza las uñas y dientes a veces hay que guardarlas un poco. El cine es atemporal y esta historia se verá en 5 y 10 años y quizás hable de otra manera.
    Yo no la he visto aún. Pero caerá.. Gracias por el post guapetón

  4. Yo la vi con mi hijo y de su panda fue el único que pudo «presumir» que la había visto con su madre. Así que nos queda todavía un buen trecho, y mucho miedo a retroceder. Así que disfrutemos de este regalico de serie

  5. La tengo en mi lista de visionados. A ver, os confieso que cuando empecé a ver las portaditas de los libros en el Carrefour me dieron arcadas, porque mi vida, nuestra vida nunca fue tan edulcorada como un pastiche adolescente. Quizás ahora pueda ser crítico y reflexivo con toda esa nostalgia de lo que no pudo ser, porque bueno, el tema hetero es también una impostura/presión social (y no os creáis que se lo pasan bien del todo, no) pero en aquel tiempo la envidia por una vida «normal», o sea lo suficientemente aceptada para no temer cada día de tu vida podía más. La posibilidad de que la historia suceda en el mundo real es lo que todavía le escuece a ese residuo autocompasivo de mi adolescencia que todavía anda gimiendo por las esquinas «no es justo, no es justo…» y que creía haber matado a base de polvos, pero no. Ahí sigue. Igual no es un caso aislado.
    No sé si querría esto a mis cuarenta y tantos. A mis 16, firmaba encantado.¿Por qué no poder haber vivido en los mundos de Yupi-Ana Obregón? Ahora soy más escéptico y abierto al menú, pero también tolero que la gente busque ese modelo sentimental de la serie…u OTRO.
    Por cierto, que las series son fundamentalmente ficción y la mayoría se basan en unas premisas sobre las relaciones entre las personas bastante majaras. No ser crítico con ello es otro error. Pero pasaba también en Melrose Place (lo que echo de menos que mi comunidad de vecinos no tenga una piscina para reventarla con explosivos…)
    Cómo suelo decir, la mejor venganza es ser feliz (a pesar de todo lo demás)

  6. «pero también tolero que la gente busque ese modelo sentimental de la serie…u OTRO»
    Cambiad «tolero» por «respeto» y fetén. Este tema también ha espoleado al homófobo interiorizado que hay en mí, el muy hijoputa sigue vivito y coleando. Hay días en los que uno se parece a Legión de los Xmen…

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