Corta aquí y corta allá… o Guía para sobrevivir a una Lipo.

 

Pues sí amiguis: ¡He vuelto! Sé que ni la mitad de vosotras me echabais de menos ni os acordáis de quién soy, la verdad que yo a veces tampoco sé quién soy ¿para qué negarlo? Pues nada, que he pensado que ya es hora de ponerme a darle a la tecla y compartir más de mis traumas/historias para no dormir/momentos ridículos, que son el ADN de mi vida.

Durante toda mi vida he sido consciente de mi tendencia a la adicción. Algo me gusta y mi cerebro dice “¡A por todas!”. No penséis en las drogas, cosas tan tontas con “me tengo que leer este truño de serie de libros en las próximas 36 horas” o me da por la repostería, me compro todos los complementos y durante un mes jarto a mis amigos a toda clase de dulces, que yo no como, porque no me gustan. Mi suerte ha sido que, igual que me engancho me desengancho. Mi padre me decía: “Arranque de caballo salvaje y parada de burro zopenco”…

“Yo en modo obsesivo-compulsivo”

Pero con el alcohol ha sido otro cantar, contando con antecedentes familiares de alcoholismo galopante, mi relación con el líquido elemento ha sido y es difícil. Es como el dicho de las pringles: “Cuando haces pop…” Yo no tengo botón de parar, mi cerebro dice “Ohhhhhh dame más” y de ahí la fama que he tengo de borracha campanera. He estado temporadas largas sin beber, pero en el momento que digo “Venga, una caña que no hace mal” vuelvo a por todas.

Pues con estos antecedentes, con una pandemia y actualmente con dos trabajos me he transformado en un ser vago, zampabollos por estrés y más borracha que Sue Ellen, Karen Walker y Patsy juntas. Durante el último año de estrés pandémico y laboral no he ido al gimnasio, me lo he comido y, sobre todo, me lo he bebido (como diría la niña del anuncio de Catalana Occidente) TODO, TODO y TODO.

«Yo en modo: No como entre copas»

La gente no lo ha notado porque una es una profesional, pero más de un día (y de dos) me había bebido el agua de los floreros la noche de antes, y me he tenido que beber dos litros de agua en el trabajo para que no se percataran de mi aliento. Había ganado 7 Kg de grasa, perdido 4 de masa muscular; así que la gente no era consciente de mi cambio de peso, salvo que estaba algo más redondito y mi cintura había pasado de unos ligeros 85 a 93,5 cm. Sí, que no estaba tan gordo, que no me veía tan mal, blablablá; pero yo me sentía anímica y físicamente una mierda, y no sabía cómo salir de esta espiral de culpa, autoflagelación y beber sin fin.

Pues un día, en casa de un amigo, un tercero dijo que se iba a hacer una lipoescultura. Yo pensé “qué exagerado, que estaba muy bien”; pero en ese momento se me encendió la bombilla. ¿Y por qué no debería hacerme yo una si podría ser el revulsivo que necesito para darle un giro a mi vida de decadencia alcohólica? Pues ahí que a los dos días pregunté a las amiguis y conocidos sobre sitios y tras pensarlo no mucho… ¿Os recuerdo “arranque de caballo salvaje”? Me dispuse a llamar a la clínica.

«Huyendo de la tentación, jijijiji»

Para aquellos que están en contra de la cirugía estética, unos pequeños datos. España es el 12º país con más intervenciones anuales en hombres a nivel mundial y el 2º a nivel europeo; aumentando en 2019 (os recuerdo que en el 2020 tuvimos una pandemia) un 7,1% el número de cirugías. Si es tan mala ¿Por qué tanta gente se la hace? No es solo la presión social, es que los hombres queremos sentirnos bien con nosotros mismos y mira, a mí me encantan los hombres con kilos de más; pero en mi cuerpo, cuando me sentaba y notaba la lorza de un palmo doblarse sobre sí misma, pues como que no me hacía tanta gracia.

Como veis ya hemos pasado por la parte “trauma e historias para no dormir” ahora toca MOMENTOS RIDÍCULOS. Pues bien, la experiencia en la clínica ha tenido sus momentos. Lo primero, contaros que las imágenes de meterte un tubo y chuparte la grasa de antaño a lo bruto han pasado al recuerdo. Ahora la técnica es menos agresiva, a menos que necesites una reducción muy potente. Hablando con la médico por teléfono, me dijo (tras 4 fotos en calzoncillos, sin sexting de por medio) que según mis especificaciones: 72 Kg, 1,60 e IMC 28,13 (sí, soy tamaño enanito de jardín) que encajaba en el perfil para ser candidato a un lipoláser.

¿Qué es el lipoláser? Es una técnica en la que el cirujano realiza una pequeña incisión en la zona a tratar, se introduce una cánula que atraviesa la grasa para diluir y absorber la grasa. Se hace uso de energía láser que permite licuar las células grasas sin deteriorar el resto de tejidos. Supone menos molestias para el paciente y no conlleva grandes cicatrices.

“Yo a punto de hacerme la lipoescultura”.

A mí me iban a hacer 2 zonas: abdomen (panza) y flancos (asas del amor). Básicamente la cirugía consta de dos incisiones de 2 mm a los lados del abdomen y otra en la espalda. Datos objetivos:

Tiempo de cirugía: 1h/zona.

Tiempo de recuperación: 4 semanas.

Coste: 24XX€ aprox más test de PCR para COVID (120€ extra gracias a la pandemia) con un 3% de descuento por pago al completo, total: 2517€.

Condiciones pre-operación: 2 semanas SIN BEBER ALCOHOL!!!! y varias pruebas analíticas para ver que está todo normal. Con estos datos no me lo pensé. ¿Qué mejor manera de dejar de beber que gastarme 2500€? hay mejor forma de hacer algo, que te duela el bolsillo.

Día -15: EL INICIO. En menos de 72h desde que me puse en contacto ya había pagado y tenía cita para la operación en 15 días. Reconozco que ese día fue mi despedida del alcohol. Me pedí un japonés y me bebí una botella de vino blanco así como si nada. Adiós, líquido elemento.

«Last drink»

Día -14: ANALÍTICAS. Pues nada, voy a que me saquen sangre, yo pensando, “espero que el hígado no reviente”. Me siento con otra energía, es como si mi cerebro hubiera apretado un botón de reinicio y no tengo las ganas locas de beber que me han acompañado los últimos meses. Esa noche gana la loca de la IDA las elecciones y me voy corriendo a dormir a la cama antes de abrirme una botella de vino por cabreo.

“Yo en modo emocionalmente estable”

Días -13 a -10: VELOCIDAD DE CRUCERO. Durante los siguientes días aguanto sin problema, empiezo a hacer dieta sana, apunto lo que como en la app que me hace seguimiento, cuento calorías y empiezo a desinflarme como un globo. Además, a partir del tercer día empiezo a notar la piel más hidratada en vez de el cartón-piedra que tienes tras una resaca.

“Primeras impresiones”

El día -10: PRIMERA INTERACCIÓN SOCIAL. toca ir al Barbanarama a ver “Rupaul’s Drag Race”. La verdad que es el primer momento social en meses en los que me pido agua con gas y me atrevo a pedirme una cerveza 0,0 (puag). No es tan divertido ver el capítulo con los amigos (queridos heteros, “Rupaul’s…” es como ver un partido de una de esas ligas de fútbol que os gustan tanto) con un agua con gas, pero es lo que toca.

“Me encanta tomar agua con gas”

Día -8: EMPIEZA EL MARTIRIO. Me llaman y que resulta que ha salido un parámetro alterado; y claro, yo pensando: el hígado… ¡Pues no! Resulta que lo tengo tan bien entrenado que salía perfecto, y para mi sorpresa lo que tenía “mal” era la coagulación. Aquí, como uno es un sabiondo, pues resulta que miro en las guías de actuación y veo que en algunas está en el límite y en otras lo sobrepasa en dos parámetros pero por lo mínimo, es decir, UNA POLLADA, pero que me querían repetir la analítica.

Día -7: EL HORROR. Ya he perdido 1,5 Kg y tengo la piel como el culito de un bebé. Me repiten la analítica y como una es “lista” me tomo la noche de antes un suplemento de Vitamina K para subir la coagulación (analíticas a mí, ¡JA!).

Pues me llaman a la hora de comer y me dicen que la analítica ha vuelto a salir mal y que me vaya corriendo a mi médico de cabecera que la hemoglobina y las plaquetas están mal. Yo acojonado “¿Cirrosis, leucemia, …?” Entro en paranoia y me voy a dar clase.

“Siendo estoico y tomándome las cosas con calma”

Temiendo mi recaída en los brazos de Baco, entre asustado y enfadado. Juro que durante esas horas ningún alumno fue maltratado, humillado o salió llorando de clase por haber dicho cualquier tontería (otra cosa es que lo pensara o tuviera ganas).

Tras las clases, recibo otra llamada de la clínica. Que los médicos han hablado; que me tome 3 días antes de la operación un suplemento de Vitamina K (el que ya había tomado, que ellos no sabían); que me repiten el día antes de la operación la analítica y si va todo bien, a quirófano. Y yo histérica diciendo “¿Y la hemoglobina y mis plaquetas?” Y me sueltan, “pero si está todo bien”. Bueno, casi me como a la pobre médica por teléfono del susto que me habían pegado, que habían leído mal la analítica. Ufff, adiós leucemia, cirrosis, y los mil millones de escenarios apocalípticos en los que me iba a morir y me lanzaba al vicio y a la perdición de cabeza. ¿Os he dicho que soy un poco hipocondriaco y me va el drama?

«1, 2, 3, yo me calmaré…»

Día -4: ARG! Voy a que me hagan la prueba de PCR. Les pego la bronca con el susto que me habían pegado, que se habían pasado de conservadores, que estaba en los límites de coagulación y que esos valores son la MEDIA de la población, pero podría ser que yo me saliera de manera normal de esos valores y no pasaba nada.  El chico muy atento me dice, espera que voy a hablar con la médica. Pues nada, vuelve diciendo que me tome la Vitamina K y nada de analítica y directamente a quirófano. ¡Yujuuuuuu, por una vez me sale bien cabrearme! Solo espero que no me pongan tetas en el quirófano en modo venganza…

Día -3: MÍ LERDA SER. Me voy a visitar a la familia el finde antes de operarme, mantengo la compostura a pesar de las tentaciones múltiples y TONTA de mí, no se me ocurre nada mejor que irme a comprar bermudas.

«MariConsejo: NO SEAS YO, sé más espabilada.»

Los últimos días pasan tan feliz, con mi dieta, mi agua con gas, alguna tónica zero ocasional y eso sí, litros de café y Coca Cola zero. ¿Os pensabais que no me quedaban adicciones y me iba a convertir en Teresa de Calcula?

«Mí, en versión feliz»

EL DíA L (de Lipo): Tras 2 semanas sin beber ni una gota de alcohol, haber perdido 3,2 Kg, 4 cm de barriga, con una piel sonrosada como hace meses que no tenía y con una sonrisa de loca, me propongo a pasar definitivamente por quirófano…

¡Caris, esto es como un culebrón, así que tendréis que estar atentas al siguiente capítulo! ¡Besis!

 

4 comentarios en “Corta aquí y corta allá… o Guía para sobrevivir a una Lipo.”

  1. También falta que complete lo de «irme a comprar bermudas»
    Yo he ido al super a hacer acopio de palomitas para microondas al punto de sal. ¡¡Qué emoción!!

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