El homoerotismo imperfecto de Wes Hempel

Reconozco que con algunos artistas son muy puntilloso y a otros les perdono todo. Wes Hempel es uno de estos últimos.

Y es que el californiano es un pintor que técnicamente deja bastante que desear, hasta el punto de que no entiendo como ha dado por buena alguna de sus obras y la ha expuesto. Desproporciones corporales, colores plasticos, buenas ideas mal desarrolladas. Fíjate por ejemplo en la cara del angel (sin una pizca de volumen y con pinta de que le ha sentado mal la fabada). Ya te aviso que los rostros y la expresión facial no es su fuerte. O en ese paisaje mustio de fondo en el que no se ha calentado mucho la cabeza (ni los pinceles).

En este caso, valoro más el morro que le echa que sus defectos (más que evidentes) a la hora de rematar bien un cuadro. Buen conocedor del arte clásico de todo el arte cristiano en general, juega a mezclar imágenes arquetípicas de la historia del arte con chulazos y oye, que le queda de lo más resultón.

El tío no engaña y queda claro que sus homenajes siempre son evidentes. Aunque ya quisiera él pintar las atmósferas del interior de las casas como lo hacía Veermer.

 

Lo prefiero cuando, además, es capaz de dotar a sus imágenes de una ironía de lo más estimulante.

 

Son modelos distintos, pero te parecerá que siempre estás viendo al mismo. Rollo universitario norteamericano, fuertote y sanote.

Entrado en cachas, sin un pelo de tonto, de amplios pectorales y culos perfectos en dureza y redondez.

No sé si los elige paticortos o es que tampoco está muy dotado técnicamente para hacer piernas gráciles.

Llámame mal pensado, pero presiento que el bueno de Wes se ha pasado a más de uno de estos modelos por la piedra.

También es muy buen retratando la realidad marica, como esta imagen en la que todos nos podemos identificar, cuando el domingo te levantas de resaca y ves lo que te llevaste a la cama la noche anterior.

Tiene toda una serie de cuadros dedicados a la estatuaria clásica que también merecen la pena que aparezcan aquí.

Venga, otro más, que este mola.

No se corta un pelo y si tiene que enseñar rabo, lo enseña. Que a San Juan escribiendo el Apocalipsis lo ponga de rabo presente no deja de tener un punto irreverente de lo más jugoso.

Venga, otro rabo más por si te has quedado con las ganas (y aquí tienes unos cuantos en la historia del arte)

De toda su extensa obra (no será muy famoso, pero lleva años vendiendo como churros) me quedo con sus cuadros menos evidentes. Esos en los que mezcla a muchachotes con naturaleza en imagenes magnéticas y llenas de misterio. «Magnolias» es mi favorito sin duda.

O cuando se adentra en un surrealismo muy personal, que parece sacado de un códice escrito por un monje hasta el culo de LSD.

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3 comentarios en “El homoerotismo imperfecto de Wes Hempel”

  1. La verdad es que el tío es un chapuzas como pintor y no hay duda de que se lo pasa en grande mientras perpetra sus obras. No creo que le comprase ni una lámina.

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