Citas atroces: eco… eco… eco…

Hace tiempo que no paso por aquí, será que he estado muy ocupado reordenando mi armario a lo Mary Condon o haciéndome las cejas con hilo que es lo más … lo que más duele, para qué vamos a engañarnos.

El caso es que recordando esta miniserie de Citas atroces, que si no has leído, ya deberías Carmeluchi: así te entretienes en el trabajo, que sé que nos lees en horario laboral cuando tu jefe está mirando a Cuenca, y no precisamente a la que tu quisieras.

El caso es que nunca hablé del Hombre Cueva. Y no querida, no es que sea un hombre así como prehistórico, rudo, con pelos hasta en el paladar (que también) sino de un espécimen con una oquedad tan grande que aquello hacía eco… literalmente; que yo pensaba «alguien está haciendo ruido desde el otro lado» y no, era el «fenómeno acústico en que se produce la repetición de un sonido al chocar las ondas sonoras contra un obstáculo y reflejarse hasta llegar al lugar donde se ha emitido». Pues tal cual….

El caso es que tras mensaje arriba y abajo, se presentó en casa con una mochila tipo bolsa del gimnasio, pero en tamaño familiar, que ya me dije yo… Uy ¿este qué viene para quedarse? Y no, venía con todo su kit señorita pepis de accesorios y complementos que parecía una vendedora de Avón pero del lado oscuro. Y digo oscuro, por la predominancia del negro en el color de los accesorios, no porque me parezca mal, que yo soy muy abierta (no como el susodicho) y tan liberal como una convención de Vox.

El caso, que como el maromo me gustaba pues me dije, pues venga, vamos al lío…. Y chica, qué trabajera!! eso no era follar, era montar toda una sección de Ikea!! Que si cuerdas por aquí, que si el nudo triple por aquí, que si uno corredizo por allá, espera que tengo un esguince en el gemelo, ahora ponte esto, quítate aquello, no mejor engánchate esto por aquí…. Vamos, que estaba en un cruce de Bricomanía y Cámbiame, no te digo más.

Y claro en ese momento, cuando me vi en el espejo con el arnés puesto entendí eso de: Expectativas/Realidad

Esto es lo que yo esperaba ver….

Y a lo que me parecía más era a esto…

Pero bueno, no pasa nada, se ponen unas velitas para camuflar el espectáculo y vamos al lío… Pues no, aún hay más. Que si vete poniendo los guantes… Largos, a lo Rita Hayword, pero de latex.

Y qué quieres que te diga, aquello no había manera de que entrara, se me pegaba a los pelos de los brazos y un dolor!! Vamos que desde entonces parezco una modelo asiática, sin pelos en ambas extremidades. Así que no pasa nada, que el chico venía preparado con Polvos de Talco (si es que estaba en todo)

Venga, pues ya tenemos el kit: vestuario, accesorios y complementos; vamos al lío! O eso pensaba yo, pues no, porque antes había que hacer el numero introductorio: Papi papi, papi chulo, papi papi papi ven a mi… Pues si querida amiga, que yo tenía que ser su papi, y él que me llamaba señor, si señor…. A todo, que yo le decía: Quieres un café, una menta poleo…. y me contestaba «señor, si señor!!» así como muy a lo legionario. Y claro, la primera vez pegué un respingo que por poco no me quedo muerta del susto, ya luego, le fui bajando el tono, pero de vez en cuando me soltaba unos gritos que me dejaba al borde del infarto.

Así que puestos con el outfit adecuado y con las indicaciones pertinentes, ahí que me voy al tema… Pero no! Lo que hace el señor es darse la vuelta, abrir entre cachas y… ancha es Castilla! aquello era como asomarse a ver si viene el metro: una oquedad… una oscuridad… una profundidad… Y me dice: «Empieza, soy todo tuyo, hasta el infinito y más allá»

Así que con mi poca experiencia en estos menesteres, y por no quedar mal, pues me acordé de cuando en navidades hago la masa de los pestiños, y ahí que me puse a darle en plan coreografía de Fama a Bailar:

El caso es que pasado un buen rato y con una dislocación de hombros me di cuenta de que había perdido el apple watch y claro, ahora cada vez que el muchacho se tira un pedo, Siri le dice el tiempo que va a hacer en Cuenca.

Tras media hora de puños fuera, como Marzinguer Z, me dije a ver, esto está muy bien, pero yo estoy sudando la gota gorda con el plástico este de invernadero almeriense y ni me lo paso bien ni nada, mientras tú estás que llevas media hora en caída libre por una montaña rusa; ven que te voy a meter otra cosa…. y oye, como si nada, aquello era como el badajo de una campana, que hacía hueco por todo el contorno… Normal, si por ahí entraba el Titanic de canto!

Así que con las mismas, me dije bueno, pues nada seguiremos dándole a la masa madre a ver si fermenta y por lo menos se va satisfecho. Media hora más de Kick boxing, con lo poco que me gusta a mi un gimnasio!

Y se fué, ya te digo que si se fue. Cuando lo estimó oportuno, se levantó, recogió pulcramente todos sus accesorios y me dijo, ha sido estupendo, dentro de un mes tengo hueco (cuánta ironía) si te apetece otra sesión hablamos… Y yo pensaba, cariño, tengo los brazos como  Popeye del ejercicio que acabo de hacer. Mañana no voy poder ni tocar las palmas  sin que me duela hasta las pestañas, va a ser que no, que esto cari, no me compensa, y aquí el único que lo pasa bien eres tu… y encima a ver cómo me quito yo estos guantes sin hacerme la depilación láser… Que no.

 

 

 

 

5 comentarios en “Citas atroces: eco… eco… eco…”

  1. Que me muero de la risa, maricón!!
    He de decir que me pasó algo muy muy parecido, pero yo no aguanté tanto. Cuando vi todo el muestrario que traía y la media hora que tardó en sacarlo, ya estaba aburrido y lo mandé pa casa. Vamos, prefiero mil veces montar un mueble de Ikea.

  2. Ay, que me meo viva…
    Parece ser que muchos hemos dado con gente de esta que te pide que le metas el tresillo, la mesa del comedor, los candelabros, lo 120 tomos del Espasa Calpe y la alfombra grande enrollada mientras le azotas, le insultas, le escupes….
    Oye, que a mí me parece fantástico que sean así, pero no va conmigo y, verdaderamente, el único que disfruta de estas movidas es el «sujeto pasivo».
    No olvidéis, queridas: quien manda en una relación de este tipo siempre es el «sumiso».
    De nada.

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