Me hago mayor… ¿Y?

El tiempo transcurre, los años se acumulan y quien diga que no pesan miente pero, quién afirma que no importan, miente aún más… ¿Como no va a tener importancia lo sucedido a lo largo de la vida? No es un asunto trivial en absoluto.

Pensad ¿cuántas personas hemos conocido? ¿cuántos amigos hemos hecho? ¿cuantos conservamos? Y conservar no solo vale para aquellos que están hoy día más o menos en nuestra vida cotidiana, también se aplica para los que desaparecieron pero aún permanecen en nosotros, alimentando y cuidándonos el alma con su discreta presencia.

¿Cuántas cosas nos emocionan? ¿cuánta música atesoramos en nuestros auditorios interiores? ¿Y libros? A ver, libros: eso tan antiguo y pesado que ocupa tanto espacio y acumula polvo en sus cantos ¿ninguno, pocos, algunos, bastantes, muchos, muchísimos? Sin olvidar los tebeos, cómics, revistas y otras publicaciones impresas con mas o menos ilustraciones y dibujos.  Cine, teatro con todas esas escenas imborrables, edificantes o demoledoras que han marcado hitos en la vida de todo ser con un mínimo de sensibilidad.

Ah, la sensibilidad. El carrusel de los sentidos, de los estímulos que nos hacen ser, estar, padecer, disfrutar, sentir. ¿Que es sentir? reaccionar a estímulos directos como tocar, ser tocado, acariciar, ser acariciado, palpar, ser palpado, oler, ser olido, observar, ser observado, escuchar, ser escuchado, saborear, ser saboreado y ¿ya está? ¿que hay de los otros estímulos? los estímulos inducidos también cuentan: drogas, alcohol, amor…  ¿Amor? ¿eso es un estímulo o es su consecuencia? Es una cualidad humana, un estado que no puede ser cuantificado. ¿Como se calcula el amor?  Da igual. El amor es el mas intenso de los sentimientos y no se puede obviar.  El amor es el centro de todo.  ¿Tampoco tiene importancia el amor en la masa de la vida?  Ah, claro: el amor no es esa cosa maravillosa e idílica que nos muestran.  El amor puede hacer daño, puede arrasar con todo para terminar desapareciendo como llegó, dejando un vacío estremecedor.  Entonces se aparta, se le quita importancia.  Que error…

Negar la importancia al contenido de la vida es la peor de las traiciones.  Es abominar de lo que una persona ha sido y por pura lógica de lo que se es.

Claro que se echan de menos las energías de antes entre otras cosas, pero no se puede luchar contra el paso del tiempo por muchos parches estéticos que se pongan.  Hay gente con verdadero pánico a envejecer y creen que transformando su cuerpo con toda clase de artificios van a detener lo que ya es patente y terrible: se sienten, se saben viejos y tratan de enmascararlo.

Cada cual es muy dueño de pasar por los quirófanos una o mil veces, pero el interior, el alma, no se puede operar y, a mi juicio, la esencia de estas personas que luchan denodadamente por retroceder está muy deteriorada por no decir destruida.

Me hago mayor, y no le quito importancia, al contrario: siento que toda mi vida me acompaña, que el amor me da energía, que mis vivencias me acorazan, que mis éxitos me apoyan, que mis fracasos me advierten y me hacen estar alerta a sabiendas que me facilitarán la tarea cuando me toque fracasar otra vez. No voy a consentir que todo este absurdo culto idólatra a la juventud que nos rodea impida mi avance. ¿Sabéis que dicen? a los treinta ya eres maduro, a los cuarenta eres jamón curado, a los cincuenta mojama, a los sesenta carroña… Es lamentable pero, afortunadamente, se arregla con el tiempo porque todos los que sostienen tales barbaridades despreciando al resto llegarán a esas edades para tragarse sus palabras.

No pienso deprimirme ni atrincherarme en paraísos pretéritos según cumpla años porque lo que tengo por delante me sigue llamando, me sigue atrayendo y todos quienes habéis formado parte de mi vida estáis conmigo aunque no seáis conscientes de ello.

Me hago mayor y quiero seguir viviendo para serlo aun mas, hasta el fin.

10 comentarios en “Me hago mayor… ¿Y?”

  1. Carmen de Alvear

    Así me gusta! Siempre sacando el lado positivo y de esperanza, como los buenos cristianos! Los que hacen balance objetivo de su vida y ven su fracaso son personajes de Ingmar Bergman…

    1. Carmen, me parece que de buen cristiano tengo poco. Además ¿no se supone que los buenos cristianos vienen a sufrir en esta vida para ganarse el cielo en la siguiente?
      Matices aparte, muchas gracias por tu comentario, has captado muy bien el «mensaje».

      1. Carmen de Alvear

        Rey, no lo has pillado. Estaba siendo mordaz. Estoy muy en desacuerdo con esa «obligación moral» de encontrar el propio pasado estupendo y decir «lo volvería a hacer todo».
        Película de obligado visionado: «Fresas salvajes». Sí, de Ingmar Bergman.

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