Ocurrió en el metro de Nueva York tras un concierto de Robyn en MSG. Un puñado de fans que ya venían calientes del evento, alguien sube el volumen de un reproductor y de pronto bailan y cantan el Dacing on my Own, en un momento tan espontáneo como precioso. Ojo que no desafinan, que tiene un mérito con ese final del estribillo bien arriba.
Algo que sólo puede suceder en una ciudad como Nueva York (con uno de los metros más cutres del mundo, por cier). En la escena que pone los pelos de punta, también destacan esos que en vez de disfrutar del momento, prefieren perderse la magia porque están muy ocupados retrasmitiendo a las redes sociales la magia de la que podían disfrutar pero se pierden.