Amiga, en lo que a crearse un personaje y hacer de tu vida una maravillosa ficción se refiere, estamos en pañales.
Muchas y muchos lo intentan y, más que parecerse a lo que siempre han soñado de sí mismos, que diría la Agrado, lo que rozan (por no decir rebasan) es el ridículo más espantoso.
Y, si no, ahí tenemos a Victoria Beckham, que ya no sabe qué más palos tocar para que acabemos reafirmándonos en que su diminuto talento se perdió el día del casting de las Spice Girls, a Ana Obregón, a Belén Esteban, a Carmen Lomana y su morir dignamente atropellada frente al Maxim’s de París, o a Mario Vaquerizo y su lo que ya sabemos todos.
Crearse un personaje y venderlo (o metérselo con embudo a medio mundo guste o no) es relativamente sencillo y da sus réditos, sobre todo si ocupa un nicho disponible en esta sociedad del espectáculo en la que cada una de sus estrellas mediáticas compite por ser la más brillante del firmamento.
El caso es que cuando pensabas que ya nada te podía sorprender y que nadie arriesgaba lo suficiente en pos de esa autenticidad que implica parecerse a lo que uno siempre ha soñado de sí mismo, descubres a Pandemonia y entiendes lo que es llevar un personaje hasta sus últimas consecuencias. Y tu realidad ya no vuelve a ser la misma.
La vida es un juego y hemos venido aquí a jugar. ¡Pasen, vean, diviértanse, y si tienen en mente ser otra persona, háganlo bien o no lo hagan!
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Arte puro!
Oooooh que maravilla!!
La pobre debe sudar como un pollo…
Desde que tengo noticia de ella, no pude pensar en otra cosa…
Yo llevo peor lo del mini agujero que tiene por boca.
Ohhhhhhhh!!!!!
Después de contemplar esta divatroza de Pandemonia, me vuelvo loca sólo de pensar que ya no hace falta pasar por la peluquería nunca más para estar siempre peinada.
Ole sus webarios hinchables.