Este próximo domingo se estrena una obra de teatro que no dejará indiferente a nadie. “Amén” aúna en su texto a iglesia, homosexualidad, pederastia y pérdida de derechos de un colectivo maltratado por políticas nocivas de la derecha más rancia. “Amén” (que aún no hemos visto) se presenta como un panfleto oral que pretende abrir las heridas sobre una institución “mutiladora” que siempre ha mirado hacia otro lado cuando se le ha pedido (exigido) que expíe sus culpas. “Amén” podría ser un excelente purgatorio. Hablamos hoy con Carlos Be, autor de un teatro visceral, comprometido, abierto en canal y muy dado a golpear en la cabeza y el corazón, sin miramientos. Un dramaturgo que provoca conversaciones muy intensas una vez que sales de la sala tras disfrutar de alguna de sus piezas. Tanto él como su compañía, The Zombie Company, han sido todo un descubrimiento para mí. Nos adentramos, pues, en el universo Be, en su mirada limpia y taladradora…
Antes de nada debemos darte la enhorabuena por ser tan valiente. Un Juan Sin Miedo que escribe un teatro que pega fuerte y directo. ¿Amén nace por una necesidad de denunciar?
Totalmente. El escenario posee un valor como plataforma de expresión que no poseen las tarimas de los políticos y es que lo que suceda en un teatro –al menos en el teatro que nos gusta hacer a la Zombie Company, el que pega fuerte y directo como bien dices– va a ser siempre más real para el público que cualquier mitin político. Y este valor, en el caso concreto de Amén, queremos aprovecharlo para posicionarnos abiertamente en contra de una organización que carga sobre las espaldas con más cadáveres que las dictaduras nazi y comunista juntas, la iglesia católica.
El teatro, como cualquier otra disciplina artística, debería servir para sacar a la luz temas, a priori, poco habituales en escena y al filo de la actualidad (sic) desde hace siglos. Hemos estado buceando en las hemerotecas y encontramos muy pocas obras de teatro que mezclen en su argumento, homosexualidad, iglesia y pederastia. ¿Tanto miedo provoca hablar abiertamente de algo que siempre ha estado ahí?
Creemos que no tenemos miedo porque nos consideramos más cultos, pero la doctrina del divide y vencerás está llegando a su extremo máximo, el aislamiento individual. Estamos acomodados, nos sentimos orgullosos de ser tan prácticos y no queremos que nadie nos quite lo nuestro. Ya no somos tan ignorantes, claro está, pero no nos hemos dado cuenta y nos han capado. Ya no tenemos las voces que debiéramos tener.
Del mismo modo apuntas que en cuestión de derechos el colectivo homosexual no avanza como debería. Obra y gracia de una derecha, la de ahora y las de antes, que maltrata y mira hacia otro lado. ¿Pretendes hacerles expiar su culpa?
En Amén condenamos abiertamente esa derecha y lo hacemos reproduciendo sus propios mensajes. Sin variar una coma, no hace falta. Son atroces de por sí, y es cierto que en Europa occidental estamos a la cabeza en materia de logros e igualdad, pero no nos hemos librado de los mezquinos y sus adocenados, siguen ahí y hay que mantenerse alerta.
Ahondemos en la trama de Amén. Como ya hemos avanzado se trata de una dramaturgia crítica, basada en hechos reales relacionados con lo mencionado anteriormente. Con estos mimbres puede salir una cesta perfecta para despertar conciencias…
La verdad es que son temas bastante recurrentes, aunque a la iglesia católica nunca le había otorgado el protagonismo que tiene en Amén. De una manera u otra, siempre me han interesado las minorías, del ámbito que sean, sus divergencias y las diferencias, y la iglesia católica es uno de los principales órganos de represión de la historia de la humanidad.
¿Es la iglesia la entidad más hipócrita de la historia de la humanidad?
Sin lugar a dudas. Llevamos tan solo dos funciones previas con público pero los testimonios que estamos recogiendo después de la obra son atroces. Un espectador nos contaba que había residido un largo periodo de tiempo en un monasterio y confesaba que en ninguna otra parte había visto la maldad humana que existía entre aquellas paredes y no es de extrañar: son monstruos que para someternos han tratado de amputarnos como personas, y esa ha sido la aportación de la iglesia a la humanidad: la mutilación.
Para creer en alguna de las cosas que nos han querido inculcar desde pequeños primero deberían poner a secar sus estigmas… ¿Has perdido la fe, si es que alguna vez la has tenido?
Me dan tanta grima… Conmigo lo tendrían complicado. No soy ningún lumbrera pero tampoco un ignorante y lo que siento difícilmente podrán modificarlo. Ah, y sí que una vez estuve bajo la influencia de su fe, pero la mentira cayó por su propio peso la vigilia del día de la comunión, durante el acto de la confesión, la primera confesión. Aún recuerdo con asco la insistencia de aquel sacerdote por mis pecados y el pavor en las caras de los niños sentados en los bancos al salir del confesionario.
Tu teatro es pura víscera, hasta las comedias están llenas de preguntas y mensajes subliminales para el público. Uno sale de las funciones con ganas de hablar y profundizar en lo que se ha visto. ¿Cuándo te pones a escribir piensas en eso de manera premeditada?
De hecho es el motor para escribir: la necesidad de la puesta en común, de una asamblea en torno a un tema, de dar y recibir en una comunión verdadera como la que ofrece el acto teatral. Si no tienes en cuenta el diálogo con el público, no escribirás más que pajas mentales, textos fallidos y demagogias incapaces de hacer pestañear a un solo espectador. Tampoco digo que haya que darles los meneos que damos en general con las obras de la Zombie Company, pero ahí ya entramos en nuestro sello profesional y la implicación sobre el escenario.
Recuerdo el estreno del montaje de tu texto Añicos y todavía soy capaz de saborear la angustia de los personajes…
Añicos es un gran drama pero hay que saber que en los ensayos prevalece muy buen rollo, algo que hay que potenciar desde la dirección pues, de no ser así, los actores no se permitirían explorar los recovecos en los que se adentran sus personajes con la libertad con la que lo hicieron, por ejemplo en esta obra en concreto, David González, Carlos López, Sara Moraleda y Raquel Pérez.
¿Escribir sobre temas tan espinosos e intensos como el maltrato en Peceras o la propia pederastia en Amén o Añicos no te deja agotado?
Me pone. Nada de agotado, me pone y me da más cuerda para seguir. Hay poca gente que suba a escena los rincones oscuros que todos poseemos y que no son pocos, así que hay que seguir adelante con esos temas y más.
¿Eres capaz de salir ileso de tu propia escritura?
Iba a decirte que sí pero, después de Amén, no sé yo… Tienes que verla para saber a qué me refiero, no quiero hacer ningún spoiler.
Para seguir en la brecha sin perder la ilusión, con una cultura herida de muerte, hay que echarle muchos huevos…
Sí, se los echamos: muchos huevos y mucho ingenio, algo que escasea y que afortunadamente se escapa del control de aquéllos que todo quieren cotizarlo.
Por eso tu faceta como programador. ¿Qué tal la experiencia en este sentido?
Muy satisfactoria porque me permite conocer y acercarme a muchos artistas que admiro, además de darles la oportunidad de exhibir su talento, claro. Llevo poco como programador, arranqué a principios de este año con Selectos Puraenvidia, la hermana pequeña de La Casa de la Portera y La Pensión de las Pulgas, pero confío en suplir la inexperiencia con el cariño y creo que, de momento, no se me da mal. Así voy aprendiendo para el día que la compañía abra en Madrid su Casa Zombie, o Casa Be, comoquiera que se llame, un objetivo nuestro a largo plazo.
¿Cuándo, cómo y en qué confesionario estrenamos Amén?
Este domingo 20 de diciembre en el Café del Kosako. Coincidimos con las elecciones generales, así que ya sabéis: primero a votar y luego al teatro, que no se diga que no vamos a la una a por el cambio.
Amén de Carlos Be
con Carlos López y Jorge Yumar
Dirección musical – Mirko Jumilla
Diseño de sonido – Alejandro Remeseiro
Entrenamiento actoral – Fran Arráez
Cartel y fotografía – Javier Alonso, Jan Pisarik y Esther Ríos
20 y 21 de diciembre y 10, 11, 17, 18, 25 y 31 de enero
Café del Kosako (Alfonso VI, 4 – Madrid)
Entrada: 10 euros
Cómo reservar: http://carlosbe.blogspot.com.es/p/como-reservar.html