Almodóvar y el frío

Tal vez para hablar de Madres paralelas primero debería aclarar que no soy un Boyero de la vida, que defendí Julieta como una gran película, que perdono los errores de guión del manchego si me trasmite emociones, que una peli como La ley del deseo me cambió la vida o defiendo que sus carteles se han convertido en parte fundamental del arte pop mundial.

Una vez aclarado esto, debo decir que viendo Madres paralelas me pasó lo que nunca me había pasado con el manchego: no hubo un solo fotograma que me conmoviera, ni siquiera que me removiera de la butaca. Un resumen podría ser que me importaba una mierda todo lo que les pasara a las protagonistas.  Me resultó una experiencia tan fría que al salir del cine me tuve que poner el abrigo por no conseguir empatizar con ninguno de los personajes ni con sus vivencias.

Me he pasado estos días analizando las posibles razones de esta gelidez y la primera que se me ocurre no voy a ser el primero que la diga: a Almodóvar le falta calle. La fama y los problemas de salud lo han convertido en un ermitaño que ha perdido toda la frescura y la verdad con la que antes llenaba la pantalla. Daban igual las imperfecciones si al final conseguía eso tan difícil para otros como es la inmediatez de sus pelis, que te llegaban porque había autenticidad y realismo. La desconexión con lo cotidiano es tal que una trama llenica de casus belli, de situaciones extremas que deberían hacer estallar a los personajes, no tiene ni una pelea. Que no es que pretenda yo que las pelis de Pedro se conviertan en un Sálvame de los cines, pero teniendo su filmografia llena de grandes escenas donde los personajes explotan tras mil conflictos, las protagonistas de Madres paralelas parecen nacidas en Suecia de tan civilizadas que son. Tanto, que no resultan humanas, pero a lo mejor esto le beneficia y mete un taquillazo en los países nórdicos y anglosajones, gente que resuelve problemas sin una lágrima.

Pedro se ha hartado de decir que escribió el guión en plena pandemia, que le salió de un tirón y lo hizo en un periquete. Pues déjame que te diga QUE SE NOTA. Porque en Madres Paralelas hay dos pelis en una y nunca acaban de encajar, es como si se hubiera empeñado en montar un puzzle a base de martillazos. Una historia y otra no tienen apenas relación, no se complementan y el único nexo es el personaje masculino con más relevancia de la trama. 

Además la introducción de la trama previa a la maternidad está contada de manera torpe y atropellada y cuando por fin tenemos el nudo, se hace pesado, incluso repetitivo y no se entiende por qué necesitó de dos horas para tan poco conflicto. Por no hablar de ciertas torpezas de novato, que hay momentos donde el montaje parece que se lo han dejado al becario (esa escena tan brusca que empieza con Aitana Sánchez Gijón). Todo esto repercute en las actuaciones, que mira que soy talifán defensor de Pene y me alegré un montón de su premio en Venecia, pero te juro que en varias escenas la vi tan perdida con su personaje como el propio espectador que acaba la peli y no termina de conocer del todo a Janis. Ni siquiera que el director haya dejado algunas escenas donde la actriz se trastabilla (que supongo que habrá sido a propósito) le da mayor verosimilitud a su actuación o al argumento. Tampoco se entiende que pinta el personaje de Aitana (que para mi sorpresa es lo mejor de la funcion) un bombón que ni el director parece saber qué hacer con él. Por cierto que con el momento bollo NO ME CREÍ NADA.


En el pase en el que estuve incluso escuché aplausos (que yo agradecí porque me sacaron de la modorra) y  a lo mejor es un problema mío, porque hay gente a la que esta película les está gustando y no parece postureo. Ahora opina tú.

4 comentarios en “Almodóvar y el frío”

  1. Replicantemiguel

    Pues no estaba seguro sí verla o no, pero creo que me ha dado un ataque de Almodorra… y la dejaré pasar!

  2. Pues yo la vi el domingo y me gustó más que «Julieta», que tampoco es decir mucho.

    ¿Que le falta calle? Sí, y mucho. Ha perdido la frescura de películas anteriores, las primeras escenas entre Penélope-Milena-Aitana en el hospital eran de risa con esas frases tan faltas de… todo. Solo veo esa frescura cuando sale Rossy o en las escenas del pueblo.

    ¿Que hace películas pensando en el mercado internacional? Seguro. Todos sus tics están ahí: el rojo Almodóvar, sus libros en los estantes, los planos, la geometría en los estampados…

    ¿Que cualquier cosa que haga sigue siendo interesante? También, aunque no emocione. Otra cosa es que conectes, porque, por más que lo intento ni entiendo la asepsia de Kubrick ni me emociona el cine de Woody Allen; por ejemplo.

    Yo salí con una lagrimilla por el final, y la interpretación de Penélope, imagino, que es más de matices que en películas anteriores (incluso, a pesar de lo incómodo que es el «momento bollo», lo puedo entender en la trama de la historia).

    Estoy totalmente de acuerdo que el guión está para darle dos o tres vueltas antes de haber empezado a rodar, pero también me parece casi un milagro que este señor, a su edad y con sus achaques, siga rodando.

    No es el Almodóvar de la movida, ni el de los 80, incluso ni el de los dramas costumbristas. Es otro, pero lo viene siendo desde «Hable con ella».

    Otra cuestión es que sea tu/mi/nuestro Almodóvar.

  3. A ver… Un poquito de por aquí, un poquito de por allá…y la mayoría de las críticas coinciden en:
    – Completa desconexión de las dos tramas.
    – Diálogos irreales. La única que parece convincente es Pe (pero por el trabajo que le echa), y le sigue Milena. Aitana brilla en momentos puntuales. Esto también enlaza con la sensación de «frío» de los personajes. Ya van dos, recordad «La voz humana»…
    – La irrelevancia de algunos personajes llega a cotas increíbles como el de Arturo (muy desaprovechado el actor) o el de la madre de Ana, aunque conociendo a Almodóvar se agradece que no acabe con ella cuando ya no le interesa por la directa (arrollada por un tren o cayendo por el hueco de un ascensor). Rossy todavía la estoy ubicando en la película y supongo que esa tarea me durará el resto de mi vida…
    Dicho lo cual hay algunas quejas «accesorias»:
    -La memoria histórica. Si ya la denuncia social era un tema en el que renqueaba Almodóvar (la mala educación, amantes pasajeros…)… este tema…pero bueno, «has hecho el intento» como diría Carmen Farala.
    -El tema trans. O sea, que echáis de menos la mención trans, pero cuando veis a Daniela la echáis de más ¿Pero en qué quedamos, maricones?
    -El vestuario. Aceptemos el empaque de la madre de Ana, vale. O que Janis de baja maternal lleve puesto un Dior (hija, que ahorró mucho para la baja, ¿Acaso no puede comprarse un capricho?). Lo que no aceptamos es que Ana luzca un miu miu con un sueldo de 500eur o Julieta luzca un Cortefiel en el pueblo. Aquí tenemos un problema con quién lleve el vestuario, tan desconectado de la cotidianidad como el mismo Almodóvar…
    – Música. No es ni de lejos el mejor trabajo de Alberto Iglesias. Period.
    -La manada. Hay quien considera accesoria e injustificada está alusión velada para justificar la trama de Ana. Eso es porque no conoce de dónde saca Almodóvar la «inspiración».
    – Lesbianismo. No quiero parecer lesbofófobo por criticar esta trama, pero también me pinta poco. Supongo que es una manera de provocar el «conflicto» (¡Ja!) final en la escena de la cocina (¡Ja, ja!) apelando a un arranque de celos de Ana. Es cierto que en el tema bollo, sobre todo en la cama, Pe parecía tensa.

    En definitiva, el tiempo -y no Carlos Boyero- pondrá en su sitio a esta película, en ciertos aspectos mejores a Julieta es estructura, pero peores en otros (transmisión de emociones y sobre todo, naturalidad, y mirad que hablo de Julieta, ojo…).
    De todos modos, no perdáis la oportunidad de un visionado para que podáis juzgar por vosotros mismos.

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