A Escena: Juan Sebastián Dominguez

En Atroz con Leche nos gusta hacer entrevistas a personas relacionadas con el Arte en toda su extensión.  Hemos hablado con bastantes artistas que han tenido a bien darnos sus opiniones, vivencias e incluso algunos detalles personales que han hecho las delicias de redactores y lectores.

Hoy retomamos esta buena costumbre y nos acercamos a las Artes Escénicas de la mano de uno de esos artistas que, con grandes dosis de trabajo y muchas más de ingenio, es capaz de hechizarnos con la magia del Teatro, entre otras cosas.

Bien, es martes, estamos en agosto y deben ser las seis y media de la tarde. Me encuentro con nuestro protagonista en un coqueto café de la calle de la Puebla, a pocos metros de la Gran Vía que, curiosamente, es propiedad de una gran persona con quien compartí hogar y trabajo durante unos años y aprecio muchísimo. Pero esa es otra historia, que no hemos empezado y ya estoy yéndome por los Cerros de Úbeda. Tras la conversación previa, un par de refrescos y una buena ración de risas empezamos con nuestra entrevista.

Tengo el inmenso placer de presentaros a Juan Sebastian Dominguez. Podría decir que es un gran escenógrafo, pero me quedaría cortísimo. Él es un profesional de las Artes Escénicas en toda su extensión: un Artista Plástico Escénico.

Buenas tardes, Juan ¿Cómo estás?

Buenas Doctor. Un poco inquieto, supongo. Estas cosas siempre hacen aflorar los nervios aunque sea de este modo, tan cercano y cómodo.

Pues no voy a prolongar la espera, vamos a por ello. Primera pregunta. ¿Quién eres, Juan? Háblanos un poco de ti.

Huy que peligro, esa pregunta es muy complicada…. Empezamos mal ¿eh? (risas)… Pues no lo sé, me sigo buscando. Hay veces que siento que soy un mamarracho pintao que se dedica a vivir del mundo de La Farándula y otros momentos no tengo ni idea de quién soy ni por donde tirar. No lo sé, no se quién soy en realidad.

Esa es una respuesta digna de una pregunta tan cabrona como la que te he hecho y la asumo. (risas).  Bien. Al hilo del mundo de La Farándula ¿es algo que has buscado, que has deseado o que te has encontrado?

Es algo que me vino encima. Hasta los 14 años no tenia nada claro, estaba agilipollao como casi todos a esa edad. Pero hubo algo que me cambió la vida y fue encontrarme con el teatro y, a partir de ahí, ya hubo algo que nunca dejó de llamarme. Durante los primeros años lo compaginaba todo con los estudios, pero la cabra siempre tira al monte y fui dejándome llevar hacia el escenario. Yo empecé como actor, después tuve una compañía donde dirigía, montaba, escribía, pintaba y hacía de todo. A medida que fui creciendo busqué mi hueco dentro de la profesión. Pero me vino de casualidad y, como se suele decir: el veneno del teatro mi me invadió y todavía estoy infectado. En resumen: la escena se apoderó de mí, fue un amor a primera vista y también un asunto de supervivencia. Estando en el instituto ya formaba parte de una compañía como actor y, a la vez, yo tenía la mía propia. Luego vino el Pay Pay Teatro, en el que hacíamos cosas muy bizarras y locas recorriendo toda clase de bares, antros, puticlubs y demás allá por los 90’s. Posiblemente fue una de las épocas más maravillosas de mi vida.

En aquellos años se hacían cosas de todos los colores, mucho más que ahora, creo yo.

Si. Hombre, ahora hay tantos formalismos y tanto cuidado para no ofender a nadie que estamos atontados. El fenómeno de los “ofendiditos” es lo peor que nos ha podido llegar y el mundo de las redes otro tanto. Ahora estamos mucho más controlados, desinformados, expuestos y carecemos de una capacidad de autocrítica sana: atacamos de una forma agresiva y casi sangrienta. Pero lo peor es que nos saboteamos a nosotros mismos.

Si es horroroso lo que se cuece en torno nuestro. Pero dejemos eso a un lado y dime ¿Cuáles han sido tus fuentes? ¿Qué o quién te ha inspirado más?

Mira, yo soy gaditano y allí llevamos en la masa de la sangre una forma muy particular de ver la vida, vivimos todo al día y por eso se nos relaciona tanto con La Habana. Nos reímos de nosotros mismos en primer lugar: la sátira y la crítica están totalmente impregnadas en nuestro ADN y así, tras cachondearnos de lo propio, lo hacemos con todo lo demás. Al final le sacamos el punto de humor a las cosas más cruentas y duras, cosa que nos hace carecer de vergüenza y lanzarnos a hacer de todo pasándolo pipa. Pero eso si: por las mañanas me levantaba temprano para ir a clase aunque la resaca fuese de muerte.

Respecto a las fuentes, entre los 16 y los 24 años me encontré en Cádiz con un grupo de gente que venía de Madrid, de Londres, de Berlín, etc.  que se reunían en casa de Juan Bellido y Jesús Morillo, entre otros muchos. Juan se convirtió un poco en mi mentor y contribuyó mucho en la construcción de lo que soy ahora. Ellos formaron parte de lo que se llamó el Nuevo Teatro de Vanguardia de Andalucía a finales de los años 70 con una compañía que se llamaba Carrusel, el equivalente a Els Joglars o Els Comediants. Jesús Morillo, además, venÍa de trabajar con Lindsay Kemp, otro referente. El caso es que allí podías tener de fondo ‘Polyester’ mientras sonaba un disco de Radiohead y dos chicas pintando mientras hacian una performace. Eran momentos muy creativos, o muy raros según para quien. Mijita que tenía una compañía de danza contemporánea y su chico, en la habitación de al lado, componiendo música electrónica y todo así: un caldo de cultivo muy interesante y potente. Es decir, yo tuve la gran suerte de coincidir en Cádiz, una ciudad tan pequeña y apartada de los circuitos culturales, con un grupo de personas muy creativas que me abrieron un mundo increíble lleno de artistas y grupos musicales nuevos, exposiciones raras y cosas así. No puedo dejar pasar el Festival Iberoamericano de Teatro que te permitía ver cosas increíbles del otro lado del mundo durante quince días al año.

La Divina Comedia – Teatro Carrusel

Luego, a nivel escénico, Paco Nieva fue quien me marcó porque hubo un tiempo en que yo no tenía nada claro si tirar hacia la interpretación, la dirección o qué y él me condujo hacia la escenografía mientras estudiaba Filología Hispánica. Yo siempre cogía todas las asignaturas de teatro y allí estaban sus libros, con muchos figurines y bocetos de escenografía y eso me levantó mucho mi interés. Y bueno, después también mucha gente, al final nunca dejas de tener referentes.

Estás respondiendo a otra pregunta antes de ser formulada. No eres autodidacta pues tienes una carrera que incluye al teatro en sus contenidos.

Si, hice Filología Hispánica y luego, en Madrid, Escenografía en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, cuando ya era independiente para podérmelo permitir y, además, de cara a la familia ya tenía una profesión seria, pues la Filología abría las puertas para la docencia. Dar clase es algo que nunca hice profesionalmente aunque me encanta impartirlas siempre que sea de lo mío. También me metía en todos los fregados disponibles en torno al teatro porque ya estaba dentro de aquel mundillo, de modo que, cuando se celebraba el Festival Iberoamericano, me ofrecía para cualquier cosa que hiciera falta: figuración, montar, cargar, descargar, asistía a encuentros, charlas… Aprovechaba todo lo disponible. Además tengo dos másteres, uno en Infoarquitectura y otro en Estudios Avanzados de Teatro porque mi idea es sacarme el doctorado. No sé cuándo, cómo ni donde, pero lo haré. Sigo aprendiendo: tambien estuve en el Centro de Tecnología del Espectáculo estudiando cosas muy técnicas. Creo que quien dice que ya lo sabe todo está muy equivocado.

Hablando de caldos de cultivo ¿Qué ha supuesto El Carnaval para ti?

Pues ahí tengo una relación amor-odio con el Carnaval. Cuando vivía allí me quejaba mucho porque, a nivel institucional, se le da mucho valor en detrimento de otras manifestaciones culturales de la ciudad. Tiene su lógica porque es una fuente importantísima de negocio que mueve muchísimo la economía local. Por otro lado, en el transcurso del cambio de ‘color’ del gobierno, todo lo que tuviese que ver con teatro, danza, etc. que no fuese Typical Spanish lo dejaron morir. Por eso yo estaba harto de que todo girase en torno al Carnaval y el resto no contase con un mínimo apoyo.

Después, con el tiempo, me he reconciliado y he tomado de nuevo el punto viendo el gran valor que tiene. Ahora soy adicto, que no fanático, ojo. A mi me gusta mucho mas el carnaval de la calle, hace un par de años, me tocó hacer la dirección artística del Pregón del Carnaval cuando Las Niñas De Cádiz fueron las pregoneras. Allí tuve la suerte de ir a una de las semifinales del Falla y aluciné. Me pareció una de las cosas más increíbles del mundo. Hay mucha calidad pero, además, es una experiencia brutal. Comentando con otros compañeros decíamos que tiene que ser lo más parecido a lo que se vivía en un coliseo romano, donde el público interactúa con el espectáculo de una forma impresionante.

Bueno, ahora vamos a por tu trayectoria, que es muy amplia e incluso internacional.

Oh yeah (risas)

Tengo que hacer dos preguntas obligadas. La primera ¿Cuál consideras tu mejor proyecto?

Mmmmm…. Es difícil porque hay varios.  A fecha de hoy y en España te diré dos: ‘Salomé’ en Mérida por lo que implica hacer una pedazo de ópera en un teatro romano con ese montaje bestial en semejante entorno y, después, una cosa que hice en el María Guerrero con Ernesto Caballero que se llamó ‘Jardiel: un escritor de ida y vuelta’. Eso fue brutal porque últimamente estamos en la tendencia del vestuario de calle, ropa contemporánea, escenografía casi minimalista y, claro, hacer un Jardiel fiel a la época, cuarentamil cambios, disfraces, sombreros, vestuario de tarde, de noche, incluso para dormir. Una locura.

Fuera de España me quedo con Billy Elliot’ en Perú donde me tocó hacer toda la escenografía y fue algo precioso porque tuve que contar con las carencias y dificultades técnicas del lugar: un teatro sin foso, que no tiene motores con medios casi inexistentes me hizo resolver un musical como este a la antigua, y fue muy muy bonito.

Luego hay otra obra, en Lima también que, en su extrema sencillez, supuso un reto enorme. Se titula ‘Pulmones’ y es de un autor británico llamado Duncan MacMillan. Todo transcurre en un escenario vacío donde solo hay un recuadro de cinta verde en el suelo y una pareja se plantea si es conveniente traer un niño al mundo tal como están ahora las cosas. No hay absolutamente nada más. Parece sencillo pero el trabajo de simplificar, reducir y eliminar todo lo adyacente fue complicadísimo y maravilloso al mismo tiempo.

Y ahora viene la segunda ¿Cuál ha sido la peor?

Ufff, hay varias pero, entre ellas quizás una que hice al aire libre con mapping. Fue hace unos doce años, cuando esta técnica no estaba tan desarrollada como ahora, y fue un infierno. Me volví loco haciendo un decorado cambiante que se proyectaba sobre los paramentos y fachadas del entorno.  Aunque fue al aire libre y en verano, cuando no llovía hacia viento o uno de los proyectores se fundía dejando la mitad de la escenografía apagada. Otras veces se descompensaban las imágenes y quedaba todo descabalado. Es decir, algo que hoy día se hace dedicando unas horas de programación en aquel momento costó meses con un resultado desastroso. Prefiero no recordar el nombre de la obra, no te digo más…

Supongo que tienes algunas cosas que te gustaría mucho hacer ¿Cuál es tu sueño dorado?

Pues me encantaría hacer más musicales de gran formato. Por ejemplo, me encantaría hacer ‘Wicked’ que es uno de mis favoritos. También una versión nueva de ‘Mary Poppins’, que lo adoro. También me encantaría seguir haciendo óperas y acceder de una vez al Teatro Real que aún no lo he pisado a ese nivel y es el único gran teatro en el que no he trabajado. Luego está Lorca, que para mí es un fetiche absoluto y aún no he hecho nada suyo.

De tus trabajos pasados ¿volverías a hacer alguno con verdadero gusto?

A ver, si es por repetir sin más pues he llegado a hacer tres veces la misma obra aunque siempre con diferencias, pues la dirección cambiaba y había que adaptarse. Pero de entre todas escojo ‘Rigoletto’. Lo hice siendo todavía ayudante de Miguel Crespi en A Coruña. Es mi ópera favorita y siempre estoy con la cosa de quiero hacer mi Rigoletto.

De los teatros donde has trabajado ¿en cuál has disfrutado más?

El María Guerrero sin duda. Por todo: el teatro en sí, los departamentos, los interiores, el equipo. El Valle-Inclán también. Y luego La Central Lechera en Cádiz, pero porque es mi casa y voy con los ojos cerrados sin tener que mirar nada.

¿Qué obra no volverías a hacer jamás en los días de tu vida?

Lo tengo clarísimo, una obra que se llama…. ¿tengo que decirlo? (risas). Es que en esta profesión te encuentras con todo tipo de personas y algunas es mejor dejarlas al margen en todos los aspectos. Cuando trabajas por ejemplo, en vestuario, tienes aparejada una labor casi psicológica muy importante, pues un actor debe sentirse totalmente seguro en escena y el vestuario es fundamental. Pues una vez di con una directora que me lo hizo pasar realmente mal. No sólo a mí, además. Es un secreto a voces en la profesión que esta señora maltrata sistemáticamente a los equipos, desde el elenco al último utilero y, claro, la obra que hice con ella está en mis infiernos. Pero prefiero no mencionarla. Al margen, jamás volvería a trabajar con esta directora.
Pero, por las obras en sí, creo que no tengo ninguna tachada. He hecho cosas muy difíciles como ‘DioS K’ de Antonio Rojano en El Matadero, que era un texto muy complicado más por la necesidad de procesar todo lo que transmite en esa obra que por el texto en si, pero no es algo que me haya llevado al aborrecimiento.

Te encantan los retos.

Naturalmente, si no sería un funcionario de la Administración Pública y no estaría haciendo esto.

Tenemos que hablar del panorama artístico. Parece que sale del agujero pero ¿cómo lo ves? hablando de un futuro próximo.

Pues creo que la profesión se está recuperando tras el parón radical del momento pandemia. Ahora hay un pequeño boom de nuevos ámbitos como el Espacio Delicias este con las carpas, tambien se hacen producciones en lugares poco habituales como la carpa de Espacio Raro en Ifema también. Pero, por otro lado, noto que la profesión está cada vez más devaluada. Es decir: veo que hay mucho movimiento con nuevas producciones pero, a los profesionales que los hacen posible, se les trata mal laboralmente y se les paga peor. Durante la pandemia todo el mundo se volcó a ver series, cine, obras de teatro y conciertos en streaming como jamás antes, sin tener en cuenta el enorme trabajo de los profesionales que lo han dieron todo para que eso pudiera existir, y que no han sido reconocidos siquiera moralmente. La sociedad no les da su merecido reconocimiento a los Cómicos o Titriteros como se nos llama en términos despectivos. No se presta ninguna atención al valor social de nuestra labor y mucho menos en una situación tan extrema como fue el gran confinamiento de la pandemia.

Abundando en el tema empresa, es por todos conocido que se compone de una especie de estados feudales que abarcan o acaparan la mayoría de los ámbitos y medios principales donde, además, es muy difícil acceder y trabajar con cierta libertad sin, digamos, vender el alma. No te mojes mucho si quieres pero ¿Qué nos puedes contar desde tu experiencia?

La verdad es que no he tenido más que una experiencia con una de esas ‘empresas’. Fue surrealista por un lado y completamente inaceptable por otro. Decliné educadamente tras una llamada de lo más inquietante en la que se me ofreció un cheque en blanco y se acabó. Por otro lado, yo entiendo que cuando eres una productora privada trabajes con quien te dé la gana porque, al final, formas un equipo a la medida y siempre procuras trabajar con él.

A mi me molesta mucho más cuando se trata de productoras públicas que se nutren de dinero también público. Estas productoras deberían dar oportunidades a todos los profesionales que se quieran presentar y no es así. Entonces, creo que no puede ser que un mismo equipo: escenografía, sastrería, iluminación, etc. haga siempre todas las producciones de un mismo director de un teatro público sin dar oportunidades a gente nueva. Esta profesión tiene una dinámica un poco envenenada y es que cuanto más trabajas más se te conoce y viceversa. Esto hace que acceder al círculo sea muy complicado para profesionales nuevos. Pero ojo: salir de ese tiovivo es también muy fácil porque, por ejemplo, dejas de trabajar un año y, literalmente, desapareces. Es decir, moralmente creo que, en las productoras publicas, debe darse una rotación para que todos los profesionales puedan tener una oportunidad.

Cambiamos un poco de foco ¿Quién es tu actriz/actor fetiche?

Me gusta mucho Carmen Machi. Trabajé una vez con ella y me encantó y eso que me costó dar con el punto. Muy profesional. Luego hay otras menos conocidas como es Mona Martinez, que debería estar en los altares de todas las producciones actuales y futuras. Es absolutamente camaleónica con una presencia rotunda en el escenario y no está entre las grandes figuras cuando debería.
De actores, me encanta Pepe Viyuela. Es un actor de quien apenas se conoce el bis dramático y es de lo mejor que he conocido, incluida su familia, pues tanto su mujer Elena como sus hijos Samuel y Camila son actores también. He trabajado con todos menos con Elena y tengo que resaltar su profesionalidad, su humildad, el inmenso respeto que tienen por todos los profesionales que trabajan con ellos y lo agradecidos que son por y para todo. El contrapunto a cualquier divismo absurdo.
Otro actor que me gusta mucho es Francesco Carril, que protagonizo ‘El bar que se tragó a todos los españoles’. Me parece un actor buenísimo. Y luego Miguel Palenzuela que era un actor muy interesante porque te sentabas con él y te contaba toda la historia del teatro, como una enciclopedia andante. Además te decía «espera un momento, que entro en escena» decía su texto y, al salir, continuaba contando la historia que fuese. Maravilloso.

Ahora voy a decirte una serie de palabras y tú tienes que responder lo primero que te venga a la mente. ¿Preparado?

Tu verás, como yo no me enrollo (risas)…

Ana Torroja.

Cualquier tiempo pasado fue mejor.

Drag Race España.

Progresa adecuadamente.

Manteca Colorá.

El paraíso, Cádiz, Barbate, mi tierra.

Bob Pop.

Ministro de Cultura.

Lola Flores.

Diosa Absoluta. Bomba Gitana.

José Luis Moreno.

Next.

La Veneno.

Sobrevalorada pero necesaria.

El Teatro Real.

Coto Privado de Caza. Debería abrirse más la calle. Tiene una imagen elitista de lugar inalcanzable e inexpugnable que deben eliminar.

I.D.A.

Uuuuffffff….. Un peligro con patas.

Eduardo Casanova.

Me gusta lo que hace, creo que tiene algo interesante que decir aunque bebe de fuentes que no tienen mucho que rascar, el primero: John Waters -siempre he dicho que Eduardo seria el hijo que hubieran tenido Divine y Waters– Lo veo difícil pero, si mantiene los pies sobre la tierra, puede hacer cosas muy interesantes.

Llegamos al final con la última pregunta. ¿Alguna vez te has planteado mandarlo todo a paseo y largarte a tu tierra a vender chumbos por las playas con una moto y un canasto?

Si, siempre, infinitas veces. En cada momento de crisis, vaya. Lo que pasa es que esta profesión es muy bonita y, si alguna vez de verdad me fuese para mi tierra, seguramente terminaría haciendo algo parecido a lo que Juan Bellido y Jesús Morillo crearon.

Pues ya hemos terminado, querido. Tengo que decir que ha sido un gustazo escuchar todo lo que has compartido con nosotros y espero sinceramente que hayas estado cómodo.
Te deseamos lo mejor y esperamos que esos sueños se hagan todos realidad.
Mil gracias de nuevo.

4 comentarios en “A Escena: Juan Sebastián Dominguez”

  1. Me falta un spin off de la entrevista donde cuente las cosas que hacían en Pay Pay Teatro.

  2. Como dijo Rosa de España: este señor me gusta mas que comer cordero con los dedos.

    Ahi lo dejo.

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