Mi primer concierto en la pandemia

El pasado 12 de septiembre pude asistir a mi primer concierto propiamente dicho en el tiempo que viene durando esta locura que estamos viviendo, y en muy buena compañía. Tuvo lugar al aire libre y en un espacio sorprendente llamado El Bosque Sonoro: un verdadero oasis arbolado en medio de la estepa aragonesa, situado en un meandro del río Huerva a su paso por la localidad de Mozota, a unos 25 km de Zaragoza.

Hacerlo en este formato permitió reunir a 800 personas, siempre dentro de las normas establecidas, y lo hicieron bien porque consiguieron tenernos a todos medianamente cómodos y bien servidos. Todo pudo ser gracias al inmenso trabajo de Desafinado ProduccionesLas Armas, que son un grupo zaragozano de profesionales de las escenas artísticas dedicados a la organización de eventos, quienes han luchado sin descanso para que conciertos como este sean posibles.

Asistir, sentado, al concierto de una banda como León Benavente resulta realmente extraño. Hasta hace unos meses no podíamos concebir algo así: los conciertos son para gozarlos de pie, saltando y bailando con cada tema, pero tocaba esto o nada.

La llegada me recordó mucho a la de los festivales que tanto he echado de menos: el aparcamiento en unos campos de labor cercanos, con su polvareda, y luego el acceso al recinto haciendo una larga cola entre los árboles del margen del río. En el punto de control lo habitual: revisión de tickets y toma de temperatura (35,3: fallecido dos horas antes mínimo)

Con cada entrada teníamos asignado el asiento, por parejas, y allí nos fuimos colocando. Los prolegómenos fueron largos porque dar acceso, chequear y acomodar a tanta gente llevó bastante tiempo. Me sorprendió que, de música ambiente, pusieran al completo el Autobahn de Kraftwerk entre otras maravillas.

León Benavente consiguió cerrar con este concierto la gira de presentación de su último álbum Vamos a Volvernos Locos, y no es poca cosa teniendo en cuenta las circunstancias actuales, que son de todo menos propicias para cualquier tipo de actividades culturales. Si, la música es cultura aunque mucha gente  piense que es un simple producto perecedero y gratuito. La verdad es que hicieron un trabajo impecable y, desde luego, lo dieron todo con una calidad musical, sonora y visual que bien podía mirar por encima del hombro a las mejores producciones de bandas internacionales.

Pero vamos al tema. Una vez bien untados de repelente para mosquitos y con unas cervezas en las manos comenzó el espectáculo. El escenario tenía de fondo un muro de árboles que reflejaban de manera hipnótica toda la luminotecnia. Tras la introducción por parte de Radio 3, salieron los cuatro leones y comenzaron a tocar los acordes de ‘Siempre hacia adelante’. Después vino ‘Cuatro monos’ y fue con ese temazo cuando nos dimos cuenta de la calidad tanto de sonido como de luces, todo un locurón maravilloso que nos arrollaba como un tifón.

Supongo que sabéis quienes son León Benavente pero, por si acaso, os contaré que son un grupo formado en 2012 por cuatro músicos de largo recorrido. Vienen del entorno de Nacho Vegas y bandas como Schwarz o Tachenko. Abraham Boba es el vigués de los pelos disparatados y las gafas de pasta negra que canta como la madre que lo parió además de tocar la farfisa. Eduardo Baos maneja las teclas y el bajo. Es el maño del grupo y, en cierto modo, el culpable de que este cierre de gira se haya celebrado en Mozota donde, además, tienen actualmente el cuartel general y han construido la maravilla de disco que ha propiciado este concierto. Luis Rodríguez es un asturiano que hace el amor con su guitarra y César Verdú es un mago murciano que nos enloquece con la batería.

Si alguna vez habéis visto a Abraham Boba en directo entenderéis que lo califique como un pedazo de DIVÓN que se mete al público en el bolsillo con su actitud, su rollazo seductor y, sobre todo, con esa voz que muy pocos cantantes pueden alcanzar.

Con su ya característica manera de cantar recitando fué desgranando los temas mientras la intensidad crecía sin fin alcanzando puntos de verdadero hechizo. Una pena no poder bailar y saltar como merece un espectáculo de semejante calibre. Debo decir que, en algunos momentos, sentí que El Aviador Dro flotaba entre ellos. A mí juicio, Abraham tiene ese toque provocador y subversivo tan propio de los radiactivos y quizás es por eso que me enganchan tanto. Cuando terminaron de tocar ‘Ayer salí’ intentaron cerrar la actuación tras una hora larga de magia pero, como es natural, no se lo permitimos y conseguimos que nos regalaran tres bolas extra.

Volvieron al escenario y tocaron ‘La canción del daño’ seguida de ‘Ser Brigada’ y cuando estaban en plena ‘Gloria’ se produjo un problema técnico que solucionaron enseguida. Retomaron el tema desde el principio y se despidieron del público volviéndonos locos a todos (dentro de la contención que nos había sido impuesta). Salí de allí completamente afónico y encantado de los nervios.

No puedo más que felicitar a León Benavente por ser y sonar así, a Desafinado Producciones y Las Armas por haber hecho posible un concierto de tal calibre y a Radio 3 por seguir apoyando la música una vez más. Ah, podéis escucharlo enterito aquí.

Nos vemos en el próximo concierto, que espero sea muy pronto.

Fotos en directo: Mónika Bendecida.

2 comentarios en “Mi primer concierto en la pandemia”

  1. Yo lo siento, pero me he retirado de ser fans. Los veo incapaces de sorprenderme en disco y en concierto. Y lo dice quién se los ha visto en directo al menos doce veces y escuchó sus discos hasta la extenuación. Y eso no quita para que valore sus conciertazos, peeeeeero…

  2. No todo nos debe gustar por igual, menudo aburrimiento sería.
    Si es cierto que están un poco estancados, pero en directo son tremendos y se trata de eso: de un conciertazo. Además, el primero en todo este tiempo.

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