Bloque de series (Parte 3)

Poco a poco, entre confinamiento y ganas de pasar los ratos de incertidumbre con el deseo de poder tocar a los que tenemos tan cerca y tan lejos, y anhelar un tiempo pasado tan cercano y tan lejano, vamos viendo estrenos de series a través de nuestros televisores. Las distribuidoras ya piensan, como solución, en estrenar sus trabajos cinematográficos a través de streaming, lo que supondrá manejar la idea de la deseada pero aún lejana visita de poder ver lo que queramos en una sala de cine de forma ordenada y sin ningún miedo. Paciencia. Y pensad que, si nos gastábamos antes el dinero en una sala de cine, debemos hacerlo ahora a través de nuestra pequeña pantalla. Si no, no va a existir manera de salvar la cultura por ninguna parte. Lo mismo con la lectura.

La línea invisible (Movistar +)

Mariano Barroso, actual presidente de la Academia de Cine, en su segunda serie para Movistar+ tras la estupenda “El día de mañana”, desea recoger las cenizas (aún calientes) del fuego que generó, durante sesenta años el conflicto independentista vasco, de la mano de la banda terrorista ETA.

En “La línea invisible” desea reflejar el nacimiento del grupo terrorista, según el director, con un trabajo de documentación riguroso, a pesar de las dificultades (como reconocen Álex Monner y Enric Auquer para sus papeles) en recopilar información sobre los referentes reales de sus personajes: los hermanos Etxebarrieta. Seguro que dificultades las hay, y muchas, en desenterrar un pasado reciente de la Historia de España. Querer poner las cosas en su sitio es, ya, todo un mérito y un esfuerzo. Recordemos a este respecto que, Mariano Barroso, (como bien dice él mismo), viene de un cine en el que casi ningún director escribía sus propios guiones. Y aquí, como en la mayoría del retrato que se agarra a la documentación, es necesario sujetarse a una colaboración externa a la del propio director.  En este caso de esta serie, quiere mostrar que la violencia no tiene justificación; pero sí explicación. Luego viene la reflexión.

Si se habla de una serie estricta en cuanto a plasmar la realidad, debería haber sido rodada en euskera, a pesar de que algunos personajes no lo hablaran en la vida real. En este sentido, tampoco la serie “Chernobyl” era hablada en ruso, sino en inglés. Seguramente, atienda más a temas comerciales que a ser consecuente de forma estricta.

Es una serie muy bien ambientada y, sobre todo, excelentemente protagonizada por todos sus actores. A mi entender, la única que me desentona es la gran y joven actriz Anna Castillo. Yo no la veo en este papel de etarra. Así como a un Antonio de la Torre, cuyo papel daba para mucho más. Quizá lo condensado de la serie (hubiera preferido más información, alargando algunos minutos a cada episodio) hace que, irremediablemente, queden muchas cosas por decir. Sobresalen, entre todos, la contundencia en los diálogos de Asier Etxeandia y, mayormente, la impresionante dicción de un estupendo Patrick Criado. Además de, (ya le habíamos visto en “Vida perfecta”), el buen hacer de Enric Auquer.

No sé, de todas formas, lo que hubiera hecho con este material un director vasco. Si la historia de los hechos se nos hubiese aparecido con más fuerza y, por consiguiente, más brutal y cercana. Recordemos que existen documentados por el Gobierno de Euskadi 3500 casos de torturas, desde el año sesenta y tantos hasta el dos mil y pico. Entre lo que era y no era democracia.

Porque se intuyen, en las imágenes de Barroso, cierta tendencia a ser precavido. Si no, lean, por ejemplo, sobre el pasado de Melitón Manzanas. Le falta profundidad, no en la forma, pero sí en el fondo.

Pienso que, todavía, no estamos preparados para que algún director quiera plasmar la época más violenta e infernal de la banda durante la década de los ochenta y noventa. Durante estos veinte años el enfrentamiento con el Estado Español era enérgico. Esa herida está, todavía, demasiado abierta.

ETA llegó a sumar en su totalidad como banda armada, más del 40% de víctimas civiles. La primera víctima mortal fue el 7 de junio de 1968. Desde principios de los años sesenta, aunque la banda no estaba preparada para cometer asesinatos, había empezado a dar sus primeros pasos en la senda de la violencia. En 1961, los etarras intentaron descarrilar un tren de veteranos requetés guipuzcoanos, que habían acudido a San Sebastián a conmemorar el 25 aniversario del alzamiento; sin lograrlo. Entre 1967 y 1968, la banda terrorista se embarcó en una dinámica de espiral frenética de robos y atracos, así como enfrentamientos con las Fuerzas del Orden Público. El 2 de junio de 1968 la dirección de ETA tomó la decisión de comenzar a matar. Y todo esto, en la serie no lo vemos, más que de forma epidérmica.

Queda pendiente que algún valiente se atreva ahora a desentrañar las huellas de esa historia; que podría seguir desde El Proceso de Burgos, a finales de 1970. A partir de ahí, quedaría mucho por contar; pasando por el GAL, levantando acta social por el asesinato de Miguel Ángel Blanco y los innumerables actos de torturas (por ambas partes) y familias quebradas.

Nota: Tres sopranos sobre cinco

El Nudo (Atres Player Premium)

El Nudo ha sido la primera de las series originales de Atres Player Premium. La plataforma apostó por una serie de suspense familiar para enganchar a su audiencia y los nuevos suscriptores. Cuenta los enredos amorosos de dos parejas, cuando la premisa ha sido el fatal desenlace de la mujer de uno de ellos, en un accidente de coche muy intrigante. A partir de ahí, y con las declaraciones a cámara de los personajes (en mi opinión, innecesarias), se empiezan a desempolvar las miserias de todos y cada uno de ellos. El que no está liado con alguien, tiene tiempo para ironizar sobre cualquiera, y la mayor parte del tiempo transcurre con reproches, idas y venidas sobre certezas incumplidas y deseos inciertos. Entre ese “sí es un no”, la cosa se enreda hasta hacerse bastante pesada. Deseando que llegue ese final tan alargado, la trama se sujeta gracias a la incertidumbre, y el trabajo que da respiro a tanta carga emocional, a través de un Miquel Fernández, que siempre está a un suspiro de ser reconocido como un gran actor.

Nota: Dos sopranos y medio sobre cinco

Exit (Filmin). Primera temporada

Ocho episodios para la serie noruega de éxito en su país de origen, que cuenta las vivencias reales de cuatro inversores multimillonarios que dedican su tiempo libre a todo menos a hacer la compra y cuidar de sus mujeres e hijos. La premisa argumental es interesante, pero las extenuantes situaciones al límite que sufren, (más que vivir), estos cuatro asquerosos seres, te hacen distanciarte y, sobre todo, identificarte con esa amoralidad anárquica, llevaba hasta el borde de lo inhumano. La avaricia y el narcisismo en estado puro. El perfil está bien retratado, y con buenas interpretaciones; pero a la base le falta consistencia. Su lenguaje, entre lo insolente y cínico, quiere hacernos ver el desorden y el caos del estado del bienestar de la riqueza a gran escala. Pero se queda ahí y poco más. Taladrando esa conciencia en los cuatro personajes principales, no sabe profundizar en los secundarios. La serie, de todas formas, engancha porque la intriga de la primera temporada es llevada hacia el final con una tensión muy agresiva.

Se la ha comparado con series como “Succession”. Nada más lejos de la realidad. Y la norteamericana es mucho mejor.

Nota: Dos sopranos y medio sobre cinco

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