Veneno: vida y muerte de un icono

Este domingo la pareja de cineastas y dramaturgos conocidos como los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo) han estrenado en la plataforma A3 Player PREMIUM el primer capítulo de la serie que intenta recrear la vida de Cristina Ortiz, la Veneno.

Y es que «Veneno: vida y muerte de un icono», basada en la biografía que escribió Valeria Vegas en los últimos meses de vida de la de Adra, llega con una contextualización cultural, social y visual totalmente acertada. En el primer capítulo se vive una combinación de humor y ternura del personaje, aportando los tintes de juguete roto que ya conocíamos y que configura al desaparecido personaje de Cristina con tanto enganche y atractivo como en ella en vida desprendía.

Ya el enfoque de combinar distintas vías temporales, nos hace cercanos a la situación de surgimiento del personaje, regodeando al espectador en ese conocimiento de personajes y escenarios que ya vivimos, programas de televisión que conocimos e incluso frases y verborreas que escuchamos durante años. La realización de la metatelevisión en grado más absoluto. El cuidado, caracterización y calidad que hemos visto en este primer capítulo ya estrenado es absoluto. Nos lleva a reír, a emocionarnos y a caminar por una senda, una trastienda, de los años en los que Cristina estuvo en los medios.

Perfilando al personaje de la Veneno desde un principio como alguien bastante humano, es justo resaltar la capacidad de visibilidad aún necesaria del colectivo transexual, aún más, el dedicado a la prostitución. Y siempre que hablamos de visibilidad, es un SÍ rotundo. Un hecho que, a lo largo de los ocho capítulos que promete la serie (aunque en pleno parón de grabación debido a la consabida situación sociosanitaria que vivimos) esperamos que dibuje sus creativos un personaje que acerque a la empatía, aleje a la sinrazón y, quizás, ayude a dilucidar algunas de las luchas internas que algunos seres puedan vivir dolorosamente, gritando en silencio.

Cierto es que hay muchos detractores de la figura de la Veneno como alguien a quien encumbrar, a quien hacer meritoria su figura para potenciar una serie. Ya los Javis hicieron una obra maestra con esa Paquita Salas que se revolcaba en el fango, que dejaba ver sus múltiples lados nada bonitos pero humanos, cercanos, reales. Y es que la Veneno fue más que un personaje, una persona que nos hizo reír, que generó situaciones que rozaban lo absurdo en pos del espectáculo, que incluso trajinaba alguna vez en pos de obtener unos euros para vivir. Pero también Cristina nos enseñó que no hace muchos años nos tiraban piedras, nos pegaban hasta reventarnos, había excluidos dentro de los ya excluidos y que, incluso cuando uno está jodido, la amistad y el humor nos salvan. No de la quema, pero sí de poder soportar otro día más.

Resaltar también que tanto Ambrossi como Calvo han defendido enormemente la mal llamada «telebasura«, rescatando a los personajes más diversos para sus realizaciones (¡Hola Terelulu!), que siempre sorprenden cuando asoman por la pequeña pantalla. En esta ocasión, la serie Veneno cuenta con Desi Rodríguez, Paca la Piraña, la Zowi, Jedet, Anna Allen (que ya reivindicaron en Paquita Salas), Lola Dueñas o Pepón Nieto entre otros, personas que a través de sus trayectorias, algunas muy marcianas, han reivindicado áreas de su ser en algún sentido. Puede que ser que lo ahora llamado telebasura, anteriormente denominado en otros sectores como subcultura o como apetezca denominarla, no sea más que una etiqueta que acerca a una legislación crativa excluyente entorno a lo naïf, a lo de nariz respingona al aire, a lo que califica de cutre la expansión de otros, de lo transgresor, de lo más alejado a tus gustos pero que también existe, y que no por ello, es menos inventivo o recreativo. Y, la Veneno y su círculo social conforma todo esto. Y es lo que esta serie viene a exponer.

¡DIGO!

Aquí los tres primeros minutos de la serie.

7 comentarios en “Veneno: vida y muerte de un icono”

  1. He visto solo unos minutos del primer capítulo y promete estar más que bien.
    Los «javis» como personajes no me gustan en absoluto, cuando algunos se refieren a si mismos como «el fenómeno tal» despiertan el mínimo interés por mi parte. Pero soy de los que trata de separar al/los autor/es de su obra, cosa que me cuesta mucho trabajo en ocasiones.
    No puedo evitar mirar sus creaciones con una ceja levantada, las piernas cruzadas y la mano izquierda bajo la barbilla, pero prometo ser lo más ecuánime posible.
    Gracias Fon Cole.

    1. Imagino que la ceja levantada la tuvieron también todos los coetáneos a Almodóvar y compañía…

      Yo me uno a la relación amor/odio a Los Javis como fenómeno, más artificioso o enaltecido que real (me imagino lo que sería que las tonterías o el lenguaje que usamos entre amigos acabara siendo rodado las 24 horas por una cámara); y parece que todos esperamos que se tropiecen para decir <>.

      Pero es que tanto la obra, como la película de «La llamada» son un producto más que interesante y defendible. Y lo que han hecho con «Paquita Salas» es algo increíble. Me acerco a «Veneno» con reticencias: no es un personaje que me gustara en su momento, y no creo que deje de ser un juguete roto zafio. Pero sí que es verdad que hay que dignificar porque hizo lo que le salió del coño, o las circunstancias le permitieron. Y en eso, sí que la veo como un icono.

  2. La historia del niño que ve a Veneno en la tele y se inspira en ella da bastante grima por cursi. Veneno ni fue ni quiso ser ejemplo de nada. De hecho sufría una transfobia interiorizada de libro y era más ordinaria que el papel de lija. Pero tenía una gracia que te quedabas pegada al televisor… De ahí a convertirla en Carla Antonelli, pues como que no

  3. La Veneno puso en primera línea la realidad de muchas transexuales, mostrando sin tapujos como y donde tenían que ganarse el sustento. El precio fue alto: pasar por las picadoras de carne mediáticas de la época.
    Lo del niño no lo veo cursi, para un crío ver un personaje asi tenia que ser alucinante, como un dibujo animado de carne y hueso.

      1. Bueno ,quizás en ese orgullo ,que no sé si sería realmente eso ,se esconden dos grandes motivos . Los clientes de trans ,en su mayoría ,buscan un tiburón en un cuerpo de mujer y no me voy a poner a analizar exactamente qué es lo que buscan estos señores pero el caso es que pagan por encontrar el tiburón entre las piernas . Por otro lado ,una intervención quirúrgica para deshacerse del tiburón supone por un lado un desembolso económico importante que este colectivo normalmente no se puede permitir y ,por otro lado ,supone un sufrimiento físico y una convalecencia médica que ,por desgracia significa para ellas una perdida de ingresos no asumible . Ahora quizás podemos valorar mejor si veneno era una mujer trans o no … Salvo que el género social haya que supeditarlo sí o sí al apéndice pùbico diferencial ,creo que Veneno era una mujer trans como la que más .

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