The For Carnation

Quizás una de las cosas que me más me gusta de David Lynch es el magnetismo que transmiten alguna de sus imágenes. No sé si hemos de darle las gracias al director de fotografía, decoradores o a quien corresponda, pero la cuestión es que hay veces que en sus películas o más bien con algunas de sus imágenes, me quedo completamente hipnotizado. A veces simplemente se trata de un plano apenas vacío, que contiene un minúsculo detalle en el que se recrea; otras veces el director parece disfrutar con cierto barroquismo, cierta fealdad (no hace falta recordar su obsesión por lo freak y los freaks) o en la creación de atmósferas totalmente opresivas y decadentes para transmitir algo que tiene la virtud de transmitir una belleza totalmente distorsionada, pero con una fuerza gráfica de la que es imposible alejar la mirada.

 

Pues algo así pasa con la música de The For Carnation la banda de los noventa de la que os vengo a hablar hoy. Nacidos de las cenizas de Slint, esta formación que cuenta con nombres tan ilustres como Brian McMahan (Slint, Squirrel Bait), David Pajo (Slint, Tortoise, Sterolab, Zwan, Aerial M, Papa M…), Douglas McCombs (Eleventh Dream Day, Tortoise…) y John Herndon (Poster Children, Isotope 217..) forman una superbanda de esas que quitan el hipo y que además es buena parte de la historia de la música de lo que fue el underground norteamericano de principios de los 90.

The For Carnation es un grupo que tiene la extraña cualidad de transmitir más con menos. Algunos lo llaman “Sad Core” y les metieron en el saco de LowCodeine y demás luminarias del fenómeno lacrimógeno – depresivo. Otros decidieron subirles al carro del Post Rock donde convivían a sus anchas todo tipo de grupos más o menos inclasificables o con cierta envergadura experimental. Desde Sterolab a Tortoise, pasando por Bark Psicosis, Mogwai o Joan Of Arc por poner algunos ejemplos del infinito abanico que supuso esta etiqueta.

Debutaron en 1995 con un E.P. llamado “Figth Songs” poniendo a prueba la paciencia del oyente en un ejercicio de intimismo y minimalismo casi enfermizo. Desaparece la tensión de proyectos anteriores como Slint para dar paso a pasajes más sosegados. Solo tres canciones de una duración total de apenas 15 minutos bastan para dejarle a uno completamente sobrecogido. La inicial “Grace Beneath the Pines” con apenas un puñado de acordes consigue emocionarte; espacios vacíos y una voz que es casi un susurro, para después continuar con un corte más rítmico e instrumental de apenas minuto y medio “How I Beat the Devil” que da paso a un fantástico “Get and Stay Get March” que deambula entre la solemnidad y la oscuridad siendo el broche final para esta excelente carta de presentación.

En 1996 debutaron con su primera larga duración “Marshmallows”, que para mí tiene una de las portadas más inquietantes y desasosegantes de la historia. El disco se abre con la sosegada “On The Swing” una canción aparentemente desnuda que podría parecer una canción de cuna, para continuar con laensordecedora e instrumental “I Wear The Gold” , un autentico vendaval con guitarras que se van distorsionando casi a modo de lamento. Una de las joyas de este disco se llama “Salo”, una pieza que comienza con una especie de sonar que va matizándose con la batería y las guitarras para ir cogiendo una intensidad que recuerda a los mejores Slint. “Marshmallows” es sin duda una evolución, en cuanto a que presenta un abanico más amplio dentro de su sonido y un disco excelente, aunque si algo breve y concebido casi como un E.P.


Su ultimo testimonio sonoro es el fantástico y homónimo “The For Carnation” que además contó con colaboraciones de renombre como Kim Deal (Pixies, The Breeders, The Amps) en cortes como “Tales (Live From The Crypt)”. Es un disco mucho más equilibrado. No se salen de la senda marcada en sus anteriores trabajos, pero si son capaces de crear atmósferas más densas y dejar un poco de lado el minimalismo de sus anteriores álbumes. Comienzan con la nocturna “Emp. Man’s Blues”, uno de los mejores cortes del disco, para continuar con la inquietante e instrumental “A Tribute To” y que marca la tendencia posterior del disco; “Being Held” también instrumental se encarga de incrementar la tensión para después pasar a un “Snoother” que da cierto respiro al oyente. Este es el último disco de una banda que supo encontrar las emociones a base de esquemas simples y que supo plantear retos al oyente en cada nota y en cada canción, y que lo hace absolutamente recomendable por descubrir otra forma de disfrutar la música.