La importancia de llamarse Ernesto

Con este título podríais pensar que voy a hablar de la obra de Oscar Wilde, pero no, va más bien sobre su trasfondo, sobre las normas y seriedad de la sociedad o al revés; de cómo podemos desdibujarlas.

Hace nada estaba hablando con amigos sobre el llamado colectivo LGTBI, que ahora es LGTBIQA+. Y me preguntaban qué era la Q y la A. Para aquellos que puedan tener dudas, yo tuve que preguntar para cerciorarme sobre la A: L (Lesbiana), G (Gay), T (Trans), B (Bisexual), I (Intersexual), Q (Queer), A (Asexual) y + para todo aquello que no se sienta en ninguno de esos grupos. En teoría hablábamos de la necesidad o no de etiquetas y por qué no llamarlo “afectividad no-heteronormativa”.

Desde mi humilde opinión, creo que es necesario la inclusión de todas las letras que hagan falta, no por mí o la gente de mi edad (PUTAS, no os la voy a decir), sino por aquellos adolescentes que se sienten diferentes; que buscan un grupo o movimiento con el que identificarse y/o modelos de comportamiento. Decían que por qué poner más letras cuando todos encajamos en “no-heteronormativo”; y yo defendía que es que no es lo mismo ser intersexual que lesbiana y por ello hay que darle su espacio y su reconocimiento lingüístico.
Si dentro del mundo gay tenemos múltiples versiones de la bandera ¿Cómo no va a haber letras para describir a los colectivos?

«Te cambio 2 cromos de banderas de osos por una poliamorosa»

Yo creo que soy un gay muy “típico” o puede que “atípico”: estudios superiores; con sus altibajos profesionales; pareja de más de 10 años;  reivindicador de la visibilidad del movimiento LGTBIQA+; con una fantástica perra y una bonita hipoteca. Yo entro dentro de la clasificación G, pero con letras MAYÚSCULAS. Pero tengo claro, que cuando era adolescente no tenía los modelos de identidad (que para comportarme ya estoy yo) que ahora hay, y lo pasé mal pensando que era un bicho raro. Pues imagina para ahora minorías dentro de minorías…

Durante las últimas décadas estamos viviendo una revolución afectivo-sexual-social que está removiendo los cimientos de nuestra sociedad, y aunque muchos se sientan ofendidos (VOX mediante), creo que para bien. Aún creo que faltan letras, por ejemplo la F; Personalmente, no creo que el género fluido encaje dentro de los Intersexuales, por lo que habría que darles su propio reconocimiento, pero claro, no soy yo quien modifica los acrónimos. ¿Hay una convención para ello? Lo bueno, es que ahora la gente es más valiente para alzar la voz y pedir su espacio y marcar su diferencia. Ser diferente ES BUENO!

Personalmente, el grupo que más me cuesta interpretar-entender, es el movimiento Queer (no me matéis soy humano y abierto a experimentar) como diferenciación del LGTBIQA+. Porque según Wikipedia “La teoría queer es un conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad de las personas que sostienen que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no están esencialmente inscritos en la naturaleza humana, sino que son el resultado de una construcción social, variando en cada sociedad.” Desde mi pobre entender, puedes ser un Queer gay, lesbiana o incluso heterosexual; de ahí que lo vea más como un movimiento cultural. No quiero ofender a nadie, y por favor, quien me pueda iluminar más sobre el tema: YO ENCANTADO. Pero si la gente necesita identificarse como grupo fuera del clásico LGTBI, pues adelante.

Lo importante, para mí, es que haya todas la letras necesarias en función de las necesidades emocionales-sexuales-afectivas de la gente. Se acabó la dualidad hombre-mujer; hetero-homo y por desgracia, las comparaciones con bueno-malo. Hay que romper los modelos, crear una sociedad más plural (y a quien le joda, que compre un metro cuadrado de isla y que se pierda ) y tolerante.

Lo mismo podemos hablar (y ya he hablado en otros posts) de los modelos de pareja. Se acabó el tener que buscar pareja a toda costa para ser feliz; que tengas que tener hijos, etc. Bienvenid@s las parejas cerrada o abiertas; los solteros irredomables o los adictos al amor; las relaciones poliamorosas; los follamigos o cualquier modelo que os haga feliz, ya sea de por vida o que dure un año o incluso un día. Lo importante, pese a quien le pese, es que seáis felices.

Y este (que la RAE me ha jodido con los acentos y ya no lleva) es mi decálogo para que os busquéis la vida, la letra que más os guste, y si no os gusta ninguna os la inventéis. Aquí desde el atroz, seguiremos creyendo en vosotr@s, aprendiendo cada día y dando visibilidad a todos aquellos “raros” (yo incluido) que alcen su voz.

8 comentarios en “La importancia de llamarse Ernesto”

  1. No me gustan las etiquetas y las siglas no dejan de serlo, como las banderas. Desgraciadamente asocio las banderas con las confrontaciones y probablemente deba ser así.

    Pero, a pesar de mis gustos y convicciones, entiendo que es necesario utilizar estas cosas para poder dar sitio a toda esta humanidad que no sabe, o no le dejan, encontrar su lugar en el universo.

    Gracias MuTarr por este gran artículo.

  2. A mí me parece exagerado, y que se termina perdiendo la seriedad de nuestra comunidad, si ya nos enfocamos en minorías dentro de minorías. Nos divide.
    Creo que solo con «LGBT» está bien.
    O inclusive «Comunidad Gay» cómo se le decía originalmente cuando comenzó, es verdad que para muchos ahora es otra cosa, pero originalmente la palabra «gay» representaba a todos en los años 70’s.
    Además de que la Izquierda radical se intenta apropiar cada día más de nuestro movimiento.

    1. Con la distinción y el reconocimiento no se busca la división simplemente eso, reconocimiento. Un intersexual no es ni hombre o mujer y no llamarlo por lo que es puede ser una agresión para ellos. Esto no va de políticas sino de visibilidad y del poder del lenguaje. Y además, el lenguaje evoluciona y ahora «gay» no representa al resto de grupos que componen el colectivo fuera de la heteronormatividad.

  3. Yo opino que el exceso de letras desvirtúa el significado y que gay es más inclusivo que exclusivo.
    Y no puedo con lo queer. Si no quieren pertenecer a ninguna «etiqueta», ¿para qué quieren que su letra esté?

  4. Juambe Muñoz

    Yo creo que a veces las etiquetas ayudan mucho. Uno deja de sentirse raro desde que se le da un nombre a lo que siente. Pienso ahora en la gente asexual, por ejemplo, personas que han sufrido muchísimo por no poder nombrar lo que sentían (o lo que no sentían). Saber que hay gente que siente lo mismo que tú, que camina bajo tu mismo paraguas, siempre es reconfortante. Aunque también creo que nadie debería ofenderse por ver escrito simplemente LGTB. Tanta sigla también cansa un poco.

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