Solenoide

Es la primera vez que voy a hacer una crítica de un libro que no he terminado de leer todavía.

Creo que todas las críticas que he leído de “Solenoide” de Cartarescu empiezan igual. Y tienen razón. Todas las personas que conozco y están leyendo el libro no lo han terminado, pero creo que es importante trasmitiros mi opinión ahora, aprovechando que Cartarescu va a venir a la próxima feria del libro de Madrid.

Imaginad que los libros son un vaso que se rellena cada capítulo y te lo tienes que beber para pasar al siguiente. Hay libros que son ligeros como el agua, otros emborrachan un poco, como la cerveza, pero no puedes dejar de beber hasta que te lo terminas. Pues Solenoide no es así. Solenoide es petróleo. Cada capítulo es denso, infernalmente hermoso, te va descubriendo el mundo de pesadilla en el que vive el protagonista/escritor (es un libro escrito en una primera persona muy particular) con un lenguaje asfixiante, lleno de recovecos y de puertas que parecen llevar a estancias cada vez más oscuras.

Pero Solenoide no es solo eso. No son los desvaríos de un loco, que podría parecer por la descripción anterior. Solenoide también es una descripción de la tristeza de la Bucarest bajo la dictadura de Ceauçescu. Una ciudad donde se tatuaba a los niños el número de la matricula del colegio en el hombro por si se les pillaba haciendo alguna maldad, y donde se hacían concursos de escupir a los iconos de la Virgen. Un mundo donde la infancia, esa infancia terrible (leed el gran cuaderno de Agota Kristoff) se revela aún más terrible todavía. Y aún así no puedes dejar de leer, porque es hermoso. Hermoso con mayúscula. Deseo con todo mi corazón que un director de cine arriesgado lleve las imágenes de Solenoide al cine.

Dudo mucho que termine Solenoide, pero lo que sí puedo asegurar es que Mircea Cartarescu en breve se llevará el Nobel, y que Solenoide entrará al olimpo de los mejores libros jamás escritos con Cien Años de Soledad, el Ruido y la Furia o tantos y tantos otros.

Por cierto, la fotografía que ilustra este post es de Cosmin Bumbut, uno de los mejores fotógrafos rumanos actuales, del cual puedes ver su trabajo aquí

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