Crítica: «Olvidé decirte quiero» de Mónica Carrillo

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Hay libros para algunos momentos y momentos para algunos libros. Supongo que a Mónica Carrillo le pasó un poco como a mí me pasó al leerla, pero al revés. Se levantó un día y descubrió que tenía que escribir «Olvidé decirte quiero». Y oye, me alegro de que lo hiciera.

Algo así me pasó cuando decidí comprarlo. Estaba en Gran Vía escuchándola en Onda Cero. Ella despedía el programa de JuanRa Lucas y yo aguantaba a duras penas en un atasco de camino al parking de Zerolo (siempre aparco allí cuando voy a Madrid). Al salir, visita -obligatoria si eres pobre y de provincias- a Primark. Qué decepcionado bajé las escaleras mecánicas. Y justo al salir, enfrente, La Casa del Libro. Y pensé en que llevaba mucho tiempo queriendo leer a la Carrillo. Resonaba en mi cabeza la entrevista que le hizo, hace tiempo, Julia Otero. Recuerdo que dijo que le «molestaba» que el título no fuera «Olvidé decir te quiero». Me hizo gracia porque en la radio suena igual.

Crucé Gran Vía  y me dirigí a la librería, y me dirigí al mostrador, vacío -algo extraño, teniendo en cuenta que acababa de publicarse Origen, la nueva de Dan Brown- y pregunté por «el de Mónica Carrillo». Me preguntaron que cuál y por un momento me quedé un poco sorprendido (sabía que era su segunda novela, lo dijo Julia, pero no sabía si había escrito alguno más). «Olvidé decirte quiero», dije sin que se notara que no sabía si era la novedad o no. Me lo trajo de un sitio bastante escondido. Vale, será que hace tiempo que lo publicó. Venía con una libretita-diario monísima.

Recuerdo que después había quedado con un amigo, que este llegó tarde y que recordé que tenía el libro en el bolso y empecé a leerlo. Lo tuiteé y todo. Los viernes me gusta mucho su despedida y cierre en Onda Cero, pero ¿tendría algo que contarme?

Dejemos claro que el libro bien, bien, lo que se dice bien, no empieza. La muerte y el más allá están un poco más acá de lo que esperaba. Y, sin embargo…

… Sin embargo, es un canto a la vida. A vivirla, mejor. A no morirse.

Supongo que hay un momento para cada libro y un libro para cada momento. Y supongo que este libro era el que necesitaba en ese momento. Las palabras de Mía son las que me diría mi Nooka. Aunque espero que mi Nooka empiece a hablar en cualquier momento y no tenga que esperar a verla entre sueños para que me cuente lo que Mía le cuenta a Malena.

«Olvidé decirte quiero» es un libro delicioso. Es la palabra que me sale cuando pienso en él. Es un libro que hay que saborear. Es novela, es un libro epistolar, es poético y es un juego de palabras constante. Igual fue el momento en que lo leí, después de unas compras frustrantes en Gran Vía un viernes soleado de Octubre. Igual fue porque tenía la lluvia yo en el corazón y me sirvió de paraguas. De chubasquero, más bien. De fina piel que te da un respiro cuando ya estás empapado.

Pero lo paladeé intensamente y lloré con Malena, reí con Mía,… Y Mónica, sin saberlo, me echó la bronca por querer darme por vencido. Esa misma semana me dijeron que me rindiera. Y lo hice. Y unos días después, leí que no hay que darse por vencido. Que, aunque parezca curioso, no es lo mismo.

¿Lo recomiendo? Sin duda alguna. Aunque es posible que deba especificar que hay que leerlo en su momento. ¿Cuál es ese momento? No puedo explicarlo. Quizás cuando necesites cubrirte de tanta lluvia, de tanta agua, de tantas lágrimas que no salen. O quizás cuando necesites que tu perro te diga lo que no quieres escuchar.

He guardado «Olvidé decirte quiero» en mi balda de libros para releer cuando esté mejor. Y he garabateado algunas de sus frases por la casa. Para no olvidarme de lo que decía, para recordar lo que pensé cuando leía.

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Ahora me espera Candela. Y en breve, cazaré «El tiempo. Todo. Locura». Porque Mónica juega con las puntuaciones y los espacios sí. Y hay que ver lo que cambia una frase con ella.

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