Le Bucherettes: la contracrónica

Mi marido ya os ha contado el concierto. Ahora yo os contaré la verdad.

Ya había ido yo a la sala “El Sol” y me habían gustado mucho los conciertos que había visto. El de la loca y el señor de la batería. El del tipo de pelo largo y el de las tipas que se miraban las sandalias, así que me esperaba pues una cosa así, como desequilibradita. Había visto fotos de la cantante de le Bucherettes y aunque era un poco ruidosa para mi gusto, parece mona y eso, así que iba yo tan contento para ver el conciertito. Pensaréis que si vas a un concierto pues deberías conocer a quién canta. Eso es que no vivís con mi marido. Me pone una media de diez discos diferentes cada día. Digo diferentes porque me lo dice él, que a mí me parece que son básicamente combinaciones y permutaciones de tres elementos: ruido de lavadora centrifugando, maullidos de gatitos atropellados y hombres/mujeres que cantan como si les dieran electroshocks en el escroto/labios menores. Yo luego cuando no me ve me pongo los cascos y le digo que estoy escuchando a Slipknot pero realmente me pongo a Mocedades, que es más lo mío.

El caso es que allí estabamos tan ricamente, un poco pedetes ya, que habíamos salido a cenar antes, y yo cansada como una perra, que llevaba desde las cinco de la mañana deambulando por la geografía española, y mira, sale la paya esta, la Bucherette. Bueno, antes de la Bucherette sale el grupo: un roadie guapete con cara de ser el amigo friki que matan en todas las películas de asesinatos universitarios americanas, la batería, que es como la de crepúsculo pero con el pelo verde (y que luego en el concierto ya se va viniendo arriba y sonríe, no como la otra) y el bajista, que es como un Kaminiano pero pintada como una puerta. Y luego sale ella.

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No es filtro de instagram, es que la paya se movía mucho y mi móvil es una castaña. Me he pedido el Galaxy Note 7, que me lo han dejado baratito, a ver cuando me llega.

 

Y es el apocalipsis.

Yo soy muy fan de las cantantes desequilibradas, y me gusta la gente que lo da todo en el escenario. Pero lo de esta chica es lo más. Canta como si la estuvieran matando, en inglés y en español, cosas como “de mi vientre salen ojos” y más cosas, porque entre el ruido de las guitarras, el del bajo, los sintetizadores y el pedo que llevaba pues no estaba yo para entretenerme en intentar entender lo que contaba la chica esta. ¡Pero qué marcha! ¡Qué vozarrón! ¡Qué movimientos de brazos! Todo muy Blade Runner, si Blade Runner lo hubiera protagonizado Nina Hagen, pero poseída por Diamanda Galás. Todo muy extremo para lo que hay ahora.

A medio concierto la chica se quita el mono de trabajo y aparece con un vestido rojo horroroso pero que le queda divino, y sigue pegando gritos y haciéndonos bailar maravillosamente. Se baja a cantar con el público, pero no como Bumbury, que se tiró, sino así en plan señora, y luego ya se baja por nuestro lado y se tira al suelo rollo niña del exorcista, que le pega mucho. Espero que luego se desinfectase bien luego del concierto, porque el suelo de la sala el Sol no es que sea lo más higiénico. Y así, a lo tonto a lo tonto, estuvimos una hora y media bailando que hoy tengo la ciática que me he tenido que hacer una diadema de ibuprofenos para poder pasar la mañana.

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Aquí cantando esparrancada en el suelo tan cómodamente.

 

Luego ya, pues fuimos al sitio del merchandising y mi marido se compró todos los discos, y yo quería comprarme una camiseta pero no tenían tallas. Es que he cogido unos kilitos. De hecho estoy a dos kilos de que Greenpeace me confunda con una ballena azul y me proteja. En el puesto del merchandising estaba el roadie, y me di cuenta que tenía las gafas llenas de mierda, y que estaba como viviendo en su mundo. Y mira, perdió todo el encanto, porque yo lo que no puedo ver es un chico guapo con las gafas llenas de mierda. A mí me pones a Chris Hemsworth con unas gafas como en cazafantasmas, que le quedaban divinamente, y las lleva llenas de mierda, y pierde todo el encanto.

Y luego ya nos acercamos a saludar a la buchereta, que seguía haciéndose selfies con los asistentes y los que habíamos pagado la entrada, rollo meet & greet pero empapada de sudor, que mola más, y nos hicimos una foto que no pongo porque salgo con una papada que ni Leyre Pajín.

6 comentarios en “Le Bucherettes: la contracrónica”

  1. Por favor…¡¡Que me meo!!
    Bravo por esta contracrónica que debería extenderse a otros eventos modernikis (y no solo los musicales). Y que su señor marrido se entere; es usted un SANTO.

  2. Qué jartón de reír, copón… los tres elementos que definen el estilo de las Bucherettes y grupos afines es lo más desternillante que he leído en muuuucho tiempo.
    Este género de la contracrónica hay que patentarlo para el Atroz (No descarto hacer alguna con Videoterapia Carlos B, cuando vayamos a algún concierto con distinto nivel de entrega).
    BRAVO

  3. El roadie es cierto que era monerrimo, pero tenía pinta de oler fuertecito…

    1. Y las gafas tenía que limpiárselas con la karcher, por lo menos. Porque esa roña acumulada con un trapito antirayones no se quita.

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